MUERTE DE UN LÍDER
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1 de mayo en Bolivia, ¿quién fue Andrés Ibáñez?

Alrededor del mundo y en Bolivia, el 1 de mayo se recuerda el Día de los Trabajadores. Pero la historia de las luchas sociales en Bolivia también registra otro episodio acaecido en la misma fecha. Se trata de la muerte de Andrés Ibáñez.

Una de las provincias más pobladas y pujantes del país, un populoso distrito intercultural también llamada Ciudadela Plan 3000 en el municipio capital de Santa Cruz, uno de los salones del Palacio Legislativo nacional, calles y barrios, además de una controvertida “Ley Marco de Autonomías”, llevan el nombre de Andrés Ibáñez.             

Este personaje, desconocido en muchos libros de historia, lideró un movimiento y un proceso de carácter social y político que está considerado por algunos historiadores como uno de los pioneros en la historia de las luchas sociales de América anticipándose en más de una década a los sucesos y el levantamiento  que dieron origen al 1 de mayo en la ciudad industrial estadounidense de Chicago.

Por ello está considerado uno de los primeros grandes caudillos sociales y obreros de la historia de Bolivia y por ende, de la región oriental. La directora del Museo de Historia de Santa Cruz, Paula Peña considera que cada 1 de mayo, a la par que el Día de los Trabajadores, debería recordarse la muerte del caudillo de las clases populares.  

Germinación de un caudillo de acción

¿Dónde nació? Pese a algunos desacuerdos en los datos, la mayoría de los historiadores se inclina por señalar que Ibáñez nació en la actual ciudad de Puerto Pailas, a orillas del Río Grande, al este de Santa Cruz, donde su familia paterna poseía un establecimiento rural, algo que confirma la investigadora Peña basándose en una partida de nacimiento encontrada. 

Fue hijo del varias veces prefecto y también caudillo cruceño, coronel Francisco Bartolomé Ibáñez, un respetado hacendado perteneciente a la influyente familia Ibáñez-Velasco, emparentada con el expresidente de Bolivia, José Miguel de Velasco,  poderoso general y cuatro veces mandatario en los turbulentos primeros tiempos de la República

Pese al origen conocido de su familia, durante las campañas políticas fue despectivamente tildado como “bastardo” por sus rivales, particularmente por su contrincante a la diputación durante el carnaval de 1874, el médico y explorador Antonio Vaca Díez, quien en aquella ocasión terminó perdiendo y más tarde, dedicándose a la explotación del caucho en Beni y el actual departamento de Pando.

Ibáñez vivió fuera de Santa Cruz algunos años, se formó en las universidades de Cochabamba y Chuquisaca, titulándose de abogado en la Universidad de San Francisco Xavier en Sucre, ciudad en la que con alta probabilidad abrevó de las ideas social-libertarias y socialcristianas que estaban en boga en Europa y lentamente iban llegando hasta la atrasada Bolivia. Ha sido el investigador y ensayista Carlos Hugo Molina quien ha abundado en este aspecto de la ideología de Ibáñez.   

“Establecido de nuevo en su ciudad natal, Andrés Ibáñez instaló su despacho de abogado, mas no con el propósito de lucrar profesionalmente, sino para consagrarse a la defensa gratuita de los pobres. Su vocación socialista lo llevó a velar por una clase desvalida y explotada, sin otro incentivo que el de sentirse servidor de una causa que latía en su conciencia y que ya tomaba formas de esbozo de programas favorables a las mayorías nacionales”, reseña el literato Heberto Áñez.

En una de sus primeras facetas en el servicio público, Andrés Ibáñez, siendo muy joven, fue secretario general de la  prefectura durante la incansable gestión de Tristán Roca, otro gestor e intelectual adelantado a su tiempo que dictó una de las primeras legislaciones sociales y laborales de protección a los trabajadores agrarios a nivel departamental, introdujo la imprenta en el medio cruceño y planificó el desarrollo geopolítico con sin descuidar la salida al Atlántico que se implementaría en al siguiente década. Así Roca puede considerarse el verdadero maestro de Ibáñez, sostiene Peña.

En esa década, la de 1860, Ibáñez ya había co-liderado una rebelión contra la tiránica dictadura de Melgarejo de la mano de su mentor, Roca.  Todas estas vertientes y experiencias influyeron en la práctica política y los postulados de Ibáñez: un igualitarismo en el plano social combinado con un igualitarismo en el plano de la organización del Estado lo que lo condujo hacia una especie de federalismo igualitario; según Molina, un Estado Federal basado en comunas,  este autor incluso habla de la Comuna de Santa Cruz de la Sierra, nombrando así al proceso revolucionario social y político comandado por Ibáñez.

Es así que Ibáñez y sus correligionarios fundan el Club de la Igualdad o Club Igualitario que más tarde se va a transformar en el Partido Igualitario que comienza a ganar las elecciones para concejales, diputados y otras autoridades.   En cuanto a su carrera política, el caudillo político iba en ascenso: Secretario de la Prefectura, Concejal Municipal, integrante del Club Igualitario, Diputado Nacional, Fiscal de Distrito, Prefecto, enumera Molina.

Esta polarización ya se veía desde la elección que Ibáñez disputó con el empresario Vaca Díez: “Discute con él en la plaza ante cientos de personas. Ibáñez, vestido con la leva típica de los abogados, sombrero de copa y botines de charol, se acalora, arroja la leva y los botines al piso y se retira descalzo, seguidos por los también pies descalzos de sus seguidores. El gesto es repetido por su fiel partidario, Carlos Melquíades Barberí, que da a conocer el grito de guerra: «todos somos iguales». Dos días más tarde, nace el Club de la Igualdad, cuyo órgano de difusión es el periódico El Eco de la Igualdad, relata el escritor y periodista Ricardo Bajo. 

Sus oponentes al ver que crecía el apoyo a los Igualitarios y a Ibáñez entre las mayorías desposeídas y aun algunos integrantes de las clase intelectual, decidieron acusarlos de comunistas, holgazanes y cosas parecidas.

La praxis política igualitaria era una combinación de milicia campesina-indígena junto a levantamientos civiles alternada con lucha parlamentaria y legal.

Estos se movían bajo influencias de las ideas libertarias, ideas socialistas utópicas o lo que algunos denominaron el socialismo romántico junto a ideas del socialcristianas

La Revolución

Tras ser apresado por las autoridades  opositoras a sus ideas, Ibáñez fue liberado gracias a un motín de los soldados y en un cabildo o asamblea pública fue elegido y posesionado como prefecto.

Para Guillermo Lora este movimiento nació directamente entroncado en las masas y que ensayó atrevidas e importantes reformas sociales. “Suficiente recordar que Barbery, cuando cumplía las funciones de miembro del Concejo Municipal, proyectó la creación de un banco de préstamos para los artesanos pobres, que la Comuna debía establecer asignando la suma de bolivianos cinco mil”. En su etapa federal, la Revolución incluso creó su propio banco que llegó a emitir papel moneda. 

Lora, al ser uno de los principales historiadores de las luchas obreras realiza un balance de la revolución de Ibañez: “Los igualitarios, seguidores de Andrés Ibáñez, fueron dueños de Santa Cruz durante ciento sesenta días y su revolución duró siete meses. Estos datos son suficientes para considerar tal movimiento como uno de los más importantes de la historia social del siglo XIX y constituye, indiscutiblemente, el antecedente directo del socialismo boliviano”,  

Al verse combatido por la clase dominante cruceña y el gobierno central, “Ibáñez organiza una Junta de Gobierno Federal, la cual encabezó y estuvo integrado por los señores Urbano Franco, Simón Alvarez y Santos María Justiniano”, cuenta el investigador Nino Gandarilla.

Los igualitarios federalistas anuncian el cobro de impuestos adicionales a los ingenios azucareros, la distribución de la tierra privada no cultivada, la liquidación del pongueaje (es decir de la esclavitud), adelantándose más de 70 años a la Revolución Nacional de 1952.

Bajo apunta que “la elite cruceña suplica a La Paz y exige poner fin a la revuelta socialista e igualitaria. Clama al centralismo la defensa de sus privilegios. Toda una ironía de la historia”.

Ante tales medidas y anuncios el Gobierno desde La Paz dicta el estado de sitio contra Santa Cruz y envía una misión militar punitiva al mando del general Carlos de Villegas, que había combatido a Belzu y que más tarde seria parte de una División que tuvo un polémico papel en la Guerra del Pacifico.

Según el estudio del historiador ruso Andrey Schelchkov estos hechos “condujeron a un estado de represión raramente visto en la sociedad de Santa Cruz del siglo XIX”.

“El poder central había tenido una reacción militar rápida y prepotente contra Santa Cruz, pero al poco tiempo cayó con manos corruptas y traidoras ante las tropas y la geopolítica chilenas”, lamenta el ensayista Gandarilla. 

Para Carlos Montenegro, uno de los principales ideólogos del nacionalismo revolucionario: “Ibáñez fue un autentico precursor de la Revolución Social en América del Sur”.

Fue fusilado el 1 de mayo de 1877 cerca de hacienda que existía por entonces cerca de una localidad denominada San Diego a poca distancia de la frontera con Brasil.

“Sí, coronel Tueros, por cierto que ésta es la mayor felicidad con que la omnipresencia nos va dotando como premio a nuestro iniciado tema, por cuya brillante lumbrera la posteridad nos someterá al calendario inmortal, adiós. Adiós”, habría dicho Ibáñez poco antes de morir a uno de sus principales colaboradores.

“Las descargas de los verdugos acallan el más sorprendente experimento social en la historia de Bolivia en el siglo XIX. La desconocida revolución de la igualdad, bajo el grito de «todos somos iguales», ha fracasado. Ibáñez ha muerto como los primeros cristianos, como un mártir. Tal vez como alguna vez soñó, intuida ya la derrota”, finaliza Bajo.

Desde hace algunos días puede disfrutarse la película completa de este extraordinario episodio histórico en la red, compartida por uno de sus autores y principales actores, Elías Serrano. Véala aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=_Wr8SKHkqHs