Isabel Navia Quiroga - Comunicadora y periodista
Una de las actividades culturales más interesantes que se están realizando actualmente, con el pretexto de generar reflexiones en el marco de la conmemoración del Bicentenario, es la que hace poco inició el Centro Cultural de España en La Paz. Con el título Nacer Mujer: si nos permiten recordar, es “un espacio de encuentro y diálogo pensado por la historiadora boliviana Rossana Barragán para reconocer, homenajear y aprender de la trayectoria de mujeres que han dejado huella en distintos ámbitos de nuestra sociedad”. La propuesta tiene un enfoque que merece atención, pues se trata de entender la historia no como algo “que se decidió en un día por unos doctorcitos”, comentaba la historiadora durante su presentación, sino como “un largo proceso social, en distintas etapas, muy doloroso, en muchos casos”, cuyos escenarios y personajes no figuran en los textos oficiales.
Y razón no le falta, pues las celebraciones cívicas suelen ser repetitivas, además de semejantes en todas partes del mundo: con desfiles militares que consolidan un sistema vertical y varonil. Rossana nos dice que, en forma paralela a las conmemoraciones desde los gobiernos, ha habido y hay disputas individuales y colectivas sobre las lecturas del pasado y sobre las exclusiones del presente. “Se disputa los lugares que ocupan en el presente, pero también en el pasado, los grupos, los sectores populares, subalternos indígenas, afrodescendientes, mestizos, pero mestizos en el sentido histórico del término.”
Es así que el lugar de las mujeres es también un espacio de reyerta pues, aunque se las ha colocado en los álbumes del centenario, iban vestidas de damas coloniales, pues ese fue el rol que se les asignó. En los festejos de los centenarios también se ostentó el progreso y la civilización, destacando lo que se consideraba como digno de ser mostrado y ocultando lo que no. “En la Ciudad de México se dio una orden, por ejemplo, de exclusión de mendigos de las calles principales donde tenían lugar los grandes desfiles de 1810.”
Las celebraciones del bicentenario en América Latina, que ya han ocurrido varias, han buscado esta vez que grupos antes ausentes, como las mujeres y los indígenas, estén representados. “Sin embargo, diversos investigadores e historiadores han subrayado también la exotización de algunos grupos, al vestirlos y convertirlos en una otredad que se contempla.” Esto, junto a otros factores, como el uso político del pasado, dice Rossana, ha invisibilizado a numerosos grupos sociales para darnos una lectura y legitimar una agenda.
A partir de esta compleja reflexión es que definen el diseño del ciclo de conversatorios y se plantean el reto de pensar más allá de las luchadoras, las insurgentes y los periodos de 1809 y 1925. ¿Por qué no referirse también a la vida cotidiana de tantas mujeres desconocidas, como las viudas, las cocineras, las médicas, las músicas, las rabonas? Y en este camino, hay que pensar en la manera de enfrentar las omisiones y el desconocimiento de la vida de las mujeres en la historia, como las de la minería, por ejemplo, siendo que las fuentes de información que se tienen, sean escritas o visuales, corresponden, mayormente al Estado y sus aparatos.
No es novedad afirmar que desconocemos en gran medida la historia y las historias de las mujeres. Todos, en mayor o menor medida, tenemos algo que contar sobre el estoicismo de nuestras abuelas y bisabuelas; las llamamos “anécdotas”, que compartimos en conversaciones familiares y que hemos convenido en no dar mayor importancia.
Carina Oroza es una de esas creadoras que, con su mirada gentil y sensible, aborda este asunto en su película “La casa del sur”, hablando de las mujeres que tuvieron que aprender a convivir con vejámenes y todo tipo de violencias durante las dictaduras, dentro de sus hogares, sosteniendo a sus familias, criando niños y niñas y tratando de evitar que el horror les llegue. Esas mujeres, que nunca tendrán monumentos ni retratos en salones de Estado, son también parte de la construcción de la historia.
El ciclo de diálogos tendrá su siguiente evento este mes de abril, y abordará la relación de las mujeres y la ciencia. Durante el resto del año sucederán encuentros para escuchar y aprender de experiencias relacionadas al arte, la historia, el activismo y otras áreas.
Rossana Barragán, como la gran historiadora que es, nos conmina a atesorar todos los documentos, posts, fotografías y archivos que produzcamos, como una manera de preservar nuestra historia. “Persigo archivos y quiero que las mujeres conserven lo que tienen, porque estos archivos y lo que producen, en general, no va a llegar a los archivos si está mediado por el Estado.” Sabe de lo que habla.
Este ciclo de encuentros, que proponen un momento de diálogo, apostando por una conmemoración del Bicentenario más inclusiva, reflexiva y conectada con la vida cotidiana de quienes han sido históricamente invisibilizadas, es una forma hermosa de aprender, pero además libre de parafernalias, para recordar a nuestras mujeres, las de la familia, las del barrio o las del pueblo y así reivindicar su lugar en la memoria colectiva.