Semana Santa en Sucre: fe, arte y sabor en una ciudad que canta la pasión de Cristo

Iván Ramos - Periodismo que Cuenta
La Semana Santa en Sucre es mucho más que una conmemoración litúrgica: es una experiencia integral donde la fe, la música y la cultura popular se entrelazan en cada rincón del centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad.
A lo largo de estos días sagrados, la ciudad se transforma en un escenario de profunda espiritualidad, con eventos que van desde las procesiones solemnes hasta conciertos de música sacra barroca y ferias gastronómicas que preservan los sabores de la tradición.
El Jueves Santo, la devoción se hace peregrinación. Cientos de familias recorren las iglesias coloniales del centro, muchas de ellas levantadas en los siglos XVI y XVII. En cada esquina, una joya arquitectónica aguarda para recibir a fieles que reviven el acto de visitar los siete templos, una costumbre heredada de la tradición católica española.
UN ORATORIO QUE DUELE Y CONMUEVE EN LA CASA DE LA LIBERTAD
Ese mismo día, la Casa de la Libertad se convierte en santuario sonoro con la interpretación de una de las obras más conmovedoras del repertorio sacro del Barroco: “Membra Jesu Nostri” del compositor danés Dietrich Buxtehude.
El concierto, previsto para el jueves 17 a las 19:00, es protagonizado por el ensamble Morabeza junto al coro vocal de la Casa de la Libertad y contará con la participación del contratenor Rodrigo Alcoreza y el tiorbista Damián Guardia. La obra, compuesta por siete cantatas que retratan las heridas del cuerpo de Cristo, promete una velada intensa, espiritual y profundamente humana.
EL SANTO SABOR: TRADICIÓN QUE SE SABOREA
El jueves, los sabores de la Semana Santa se convierten en protagonistas gracias a la Asociación de Chefs de Sucre, que organiza El Santo Sabor, una cita imperdible con la gastronomía tradicional. Con esmero y devoción, los chefs presentan una variedad de platos típicos en pequeñas porciones, permitiendo al público recorrer la riqueza culinaria de esta época de recogimiento.
El ají de arvejas, la huminta, el arroz con leche, el locro de zapallo, las papas rellenas, el ají de sardina, porciones de pescado, el ají de huevo, el chupe de camarones, la sopa de huevo y la sopa de leche forman parte de esta mesa abundante, que celebra la memoria y el sabor de una tradición viva.
UNA PEREGRINACIÓN AL ALMA DE LA CIUDAD
El viernes por la mañana, los pasos se dirigen hacia el cerro Churuquella, donde la tradición del Calvario congrega a miles de creyentes en una peregrinación que empieza la noche del jueves y culmina con el amanecer del Viernes Santo. El ascenso, acompañado por oraciones, estaciones del viacrucis y puestos de venta de miniaturas religiosas, culmina frente al Cristo del corazón abierto, símbolo de fe para la ciudad.
UNA NOCHE PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DIVINO A TRAVÉS DE LA MÚSICA SACRA
Ese mismo viernes, a las 19:30, el Teatro 3 de Febrero acoge la esperada velada “Passionne et Morte Domini”, un concierto sacro que recorre la vida de Jesús desde las profecías y la Navidad hasta su pasión, muerte y gloriosa resurrección. Con obras de Händel, Corelli, Pergolesi y Albinoni, el espectáculo contará con voces destacadas como las sopranos Patricia Gómez y Tais Jhonson, el tenor Octavio Montaño y el contratenor Rodrigo Alcoreza. El glorioso “Aleluya” de Händel cerrará esta noche sublime de contemplación y belleza.
EL SANTO SEPULCRO
Por la tarde del mismo día, la procesión del Santo Sepulcro partirá desde el templo de San Lázaro hasta la Catedral Metropolitana, en una de las caminatas más emotivas del calendario religioso, cargada de silencio, incienso y recogimiento.
El Sábado de Gloria y el Domingo de Pascua dan paso al júbilo. El centro histórico se cierra al tránsito vehicular para abrir espacio a los cantos de resurrección
La estrella será el “arvejada” más grande del mundo, un ají de arvejas que simboliza la generosidad del pueblo sucrense y su capacidad de celebrar la vida con sabor y memoria.
En Sucre, la Semana Santa se vive con el corazón y los sentidos. En cada templo, en cada nota de violín barroco, en cada bocado compartido, late una ciudad que honra su historia y su fe con solemnidad, arte y tradición.