Por Ernesto Rude – Politólogo
Un elemento central de la democracia es la formación de preferencias políticas autónomas de la sociedad, expresadas de manera individual por la ciudadanía o mediante organizaciones de la sociedad civil, en pliegos de necesidades o demandas puntuales.
De esta manera la política en democracia se asemeja a un mercado económico, en el cual el actor decisor de las acciones a tomar es la ciudadanía portadora del valioso voto para apoyar preferencias políticas propuestas por un partido político cualquiera.
Como en un mercado en el que se da la interacción de la demanda y la oferta, los partidos políticos ofrecen preferencias políticas a la sociedad basadas en mecanismos de canalización y representación de necesidades y demanda ciudadana y social, las cuales forman parte del programa o propuesta política de los partidos.
Así como las empresas requieren de personas para su trabajo y oferta de productos, los partidos políticos reclutan militantes y simpatizantes que comparten las preferencias y valores que el partido promueve. Igualmente como están los gerentes, directores y jefes empresariales debajo del primer nivel, éstos en los partidos políticos se denominan “cuadros políticos” que resultan ser los agentes partidarios que comunican, promueven la interacción ciudadana y social con el partido.
El uso de partidos como de cuadros políticos eran comunes en las décadas democráticas y en la post recuperación democrática. En esas décadas del siglo pasado el partido político establecía conexión con la ciudadanía, con organizaciones sociales y económicas, eran canales de representación política ciudadanía y social, así también representaban intereses particulares y tenían facciones en los propios partidos (de ahí su nombre).
Además del líder del partido, eran visibles sus cuadros políticos, por ejemplo en el MNR histórico además de Víctor Paz, estaba Walter Guevara, Guillermo Bedregal, René Zabaleta; en el MIR además de Jaime Paz, estaban Oscar Eid, Erika Brockman, Hugo Carvajal y así en otros partidos.
Los cuadros eran grupos de trabajo conformados por miembros destacados del partido, representantes de intereses, de facciones internas y también portavoces en sus respectivas áreas de experticia. Así ellos detallaban áreas de la propuesta política del partido en temas de educación, salud o economía. Así fue como unos jóvenes Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, se presentaron en programas de debate para explicar el plan económico de la propuesta de gobierno de la ADN o del MIR en la fase pre electoral.
Cual moda pasada ya no se usa los partidos y los cuadros políticos en su cabal dimensión, ahora que se han extinguido esos elementos de la acción política que pasa necesariamente por la acción colectiva de personas, grupo y masas, se da paso a la vorágine caudillista.
El caudillismo de coyuntura es la figura preminente del patriarca político, ya no es sólo líder del partido, sino también propietario o accionista mayoritario, en el que las decisiones partidarias ya no pasan y se matizan por los cuadros políticos, las toma él. La formación autónoma de preferencias políticas de la sociedad es un estorbo y obstáculo para la oferta unidireccional y escueta de estos liderazgos caudillistas.
Los temas de preocupación del ciudadano de a pie son el insuficiente ingreso o salario, el incremento sostenido de precios de consumo, el deterioro de condiciones para emprendimientos autónomos, la escasez de productos alimenticios, de combustibles y de divisas internacionales, la falta de oportunidades laborales formales y sostenibles, la pésima calidad del sistema educativo público para nuestros hijos, la falta de capacidad resolutiva del sistema de salud público, el incremento de la inseguridad ciudadana y de la actividad criminal.
Estos temas no están incluidos y desarrollados en la propuesta electoral de los caudillos, tampoco se ven acompañados de otras caras, viejas o nuevas que vayan a ser portavoces y promotores del debate, del acercamiento ciudadano y abordar la solución de los temas de preocupación.
La propuesta política caudillista es unmonólogo de recortes del gasto público, de cierre de empresas públicas deficitarias, de reducción del déficit público, del reparto 50-50 entre gobiernos nacional y subnacionales, además del carajo y los 100 días que no está nada mal, porque al menos define un plazo para la evaluación de la nueva gestión económica del país. Las/os ciudadanos necesitamos menos caudillos y más interlocutores y espacios en la formación de la propuesta electoral de los partidos, necesitamos más democracia y democratizar más a los partidos.