PROPONEN TRASLADAR SUS RESTOS
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Simeón Roncal, el padre de la cueca boliviana, aún espera volver a Sucre

Roncal nació en Sucre en 1870.

Iván Ramos - Periodismo que Cuenta

SU ÚLTIMA CUECA, EL ANHELO DE VOLVER A CASA

Simeón Tadeo Roncal Gallardo en los primeros años de su vida, desde niño, pasaba las mañanas al piano en su casa de la calle Ravelo, en Sucre. La luz del sol se filtraba por las rendijas, espía sigiloso de sus melodías. En la vereda de enfrente, Miguel Ángel Valda, un chico inquieto y curioso, absorbía cada nota con la devoción de un iniciado. En su cuaderno, con lápiz, atrapó aquella música al vuelo y, sin que nadie lo notara, deslizó la partitura entre los papeles del maestro.

Horas después, tras la misa en la Catedral, donde tocaba el piano, Roncal revisó sus papeles y encontró la pieza extraña. "Yo no he escrito esto", murmuró, confundido. Pidió a un amigo que la interpretara. Y entonces lo comprendió: aquella música era suya, pero no la había escrito él. "Debe ser obra de un duende", musitó, maravillado por ese juego del destino. Así quedó una cueca más en la memoria de Bolivia.

ROLANDO ENCINAS: LA BÚSQUEDA DEL LEGADO DE RONCAL

En La Paz, a kilómetros de distancia, Rolando Encinas Calderón, director de la Orquesta "Música de Maestros", recuerda cómo la música de Roncal marcó su vida. "En 1986, una amiga, Yolanda, me llevó al repositorio nacional de música. Entre tantas partituras, fue una cueca la que me atrapó: 'El Olvido'. Luego aparecieron otras: 'La Ausencia', 'La Brisa', 'Julia', 'Noche Tempestuosa', 'Rosa', 'La Huérfana Virginia'. Verdaderas joyas".

Desde ese momento comenzó su investigación. Con el tiempo, encontró más de 20 cuecas y, para su sorpresa, una conexión inesperada: "Me topé con la famosa cueca 'La Nerviosita' de Miguel Ángel Valda. Un verdadero encuentro entre maestro y discípulo. ¡Qué fortuna!".

Encinas, profundamente conectado con la obra de Roncal, advierte que interpretarla sigue siendo un reto. "Sus composiciones tienen una cadencia única", dice con admiración.

RONCAL: EL GENIO DE LA COMPLEJIDAD

La música de Roncal es un rompecabezas de emociones y técnica. Antonio Arandia, director de Mensaje de Bolivianidad de Radio La Plata, asegura que sus cuecas requieren una intuición que va más allá del pentagrama. La armonía de su enorme mano izquierda en el piano es un desafío, un fluir complejo que solo los virtuosos logran dominar.

Roncal le dio a la cueca boliviana la forma y el ritmo que hoy conocemos. "Sin duda, la chichería es el palacio de la cueca", se dice con reverencia. Fue allí donde Miguel Ángel Valda transcribió más de 1.500 partituras, algunas conocidas, otras aún por descubrir.

En su casa de la calle Ravelo, Roncal creó su legado. Absorbió las influencias de la zamacueca chilena y la marinera peruana, pero las transformó en algo propio. Gracias a Valda, sus partituras fueron impresas y difundidas más allá de nuestras fronteras.

EL CEMENTERIO SIN NOMBRE

En La Paz, Roncal dormía un sueño casi anónimo. Encinas recorrió el cementerio una y otra vez, con la esperanza de encontrar su tumba. "Ni una señal de que allí descansara uno de nuestros grandes", lamentaba. Entre los mármoles ilustres, su nombre era un eco perdido.

Pero Encinas no podía rendirse. "Hablar de Sucre es hablar de él", decía, con voz quebrada. "Y sin él, la cueca boliviana no sería lo que es". Su nombre seguía resonando, más allá de las tumbas olvidadas, en cada nota vibrante.

EL BICENTENARIO Y EL REGRESO A CASA

La propuesta de trasladar sus restos a Sucre tomó fuerza con el impulso de Encinas y Antonio Arandia. "Roncal merece reposar en su tierra", afirmó Arandia. "En Sucre, sus restos serán más atendidos y valorados".

No era una idea nueva. En el año 2000, Guillermo Calvo Ayaviri y Willy Rentería Mendizábal lograron que la Casa Municipal de Cultura llevara su nombre. Pero ahora, en el marco del Bicentenario, el traslado se perfila como un acto de justicia. "Sería un hito, una declaración de que Bolivia honra su música", dice Arandia.

EL RESURGIR DE LA CUECA

Desde Cochabamba, Willy Claure recuerda por qué luchó para que el primer domingo de octubre fuera el Día de la Cueca Boliviana. "La cueca es nuestra historia hecha música. Y si alguien la llevó a su máximo esplendor, fue Roncal".

Matilde Casazola Mendoza, emblema vivo de la cueca boliviana y Premio Nacional de Cultura 2016, celebra la posibilidad del regreso de Roncal a Sucre. "Es algo muy hermoso. Muchos ignoramos dónde descansan grandes artistas, pero ahora, al saber que Roncal reposará aquí, nos sentimos felices".

Este retorno no es solo un acto simbólico. Es un homenaje que reafirma el respeto y reconocimiento que, finalmente, se le da a quien tanto ha aportado a la música de Bolivia.

El maestro, ese "duende" de la Catedral, nunca se ha ido. Su música sigue resonando en cada acorde, en cada danza. Y pronto, si la historia hace lo que debe, volverá a Sucre, donde su arte comenzó, donde su música siempre ha esperado su regreso.