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Matilde Casazola revela su alma pictórica en homenaje al Bicentenario de Bolivia

Iván Ramos - Periodismo que Cuenta

En los muros silenciosos de la Casa Alzérreca, a pasos de la histórica Casa de la Libertad, la poesía se transforma en color. La consagrada poeta Matilde Casazola Mendoza sorprende con una faceta menos conocida pero igualmente conmovedora: la pintura. 

En una exposición colectiva que rinde homenaje al Bicentenario de la fundación de Bolivia, Casazola presenta una serie de acuarelas íntimas, donde los rostros, delineados con sutileza, desbordan sensibilidad, lirismo y una nostalgia que solo la mirada poética puede capturar.

La muestra reúne a grandes exponentes del arte boliviano contemporáneo. Junto a Casazola, deslumbra el maestro Sixto Sandoval, cuyas acuarelas premiadas a nivel nacional revelan el virtuosismo de quien lleva “el brillo en las manos”. Su trazo seguro y luminoso confirma por qué es uno de los grandes nombres de la plástica boliviana actual.

También destaca la obra de Cristóbal Corso, quien, a través de la técnica de lápiz sepia y pastel, invita al espectador a un viaje visual por las calles de Potosí, con una carga emocional que evoca la memoria de un país profundo.
Completa la exposición Marco Barrientos, escultor que aporta volumen y forma al homenaje patrio con obras que interpelan desde la materia. Sus piezas dialogan con la historia y la identidad desde la fuerza de lo tridimensional.

Esta exposición no solo celebra la riqueza artística del país, sino que coloca al arte como lenguaje esencial en el relato del Bicentenario. La patria también se escribe en colores, texturas y silencios, y en esta muestra, Bolivia respira arte en cada rincón.