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Observan disminución en el consumo de frutas en el país y que la malnutrición va en aumento

La población en Bolivia cada vez consume menos frutas, en los últimos 13 años (2013-2020) la producción agrícola de frutas bajó de 23 kilos per cápita por año; a 5 kilos. Los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) también muestran un incremento de las importaciones de alimentos. La alimentación de los bolivianos y bolivianas está llevando al aumento de la malnutrición, lo que incide en la salud.

El director ejecutivo de la Asociación de Instituciones de Promoción y Educación (AIPE), Erick Jurado, explicó que con base en la información que proporciona el INE y un cálculo del volumen de producción y cantidad de población que realizó, pudo determinar el incremento de producción de algunos alimentos y la disminución de otros.

“Entre los años 2013 y 2020 el consumo de huevo ha subido de 158 unidades a 217; el pollo, en los últimos 30 años se ha convertido en la primera fuente de proteína animal pero su consumo ha bajado de 48 kilos per cápita año a 45; el arroz de 11 a 10 kilos, ha bajado un poco; la leche ha bajado de 57 a 52 litros per cápita año; la carne de res de 17 a 18 kilos, ha subido, ha aumentado; el cerdo de 10 a 11, ha subido; y la fruta que es el único alimento de producción agrícola ha bajado de 23 kilos año a 5; es decir, cada vez comemos menos fruta”, indicó.

Gabriela Aro, consultora asesora en alimentación complementaria escolar, aseveró que la malnutrición va en aumento ya sea por exceso o déficit de alimentos. En el último estudio realizado por Unicef y el Ministerio de Salud, en 2020, los datos son alarmantes “principalmente de malnutrición por exceso, el sobrepeso y la obesidad en los municipios”. En La Paz llega al 33,6 por ciento, en Santa Cruz al 44,9 por ciento, en Tarija al 45,6 por ciento, en Cochabamba al 34, 7 por ciento y en Pando al 42,2 por ciento. “Se consume demasiado carbohidrato”, acotó.

Por otro lado, advirtió que una mala o buena alimentación incide en la salud y crecimiento de los niños. “Dentro de las deficiencias se encuentra la anemia, la deficiencia de hierro, llega en los escolares al 34,7 por ciento a nivel nacional; también tenemos que de cada 10 niños 3, menos de cinco años, tienen talla baja y no han logrado su talla por la deficiencia y la alimentación, eso se llama desnutrición crónica”, apuntó.

Estos datos se dieron a conocer en el Foro Político Multiactor de Sistemas Alimentarios Sostenibles que se realizó el 9 de diciembre de este año en el marco del Proyecto sobre Diálogos y Acción Colaborativos DAC: “Entre verduras y comedores” con el apoyo de la Embajada de Suiza en Bolivia y Solidar Suiza, organizado por la Red UNITAS.

Consumo de alimentos ultraprocesados

A su turno, la periodista independiente, Mabel Franco, sostuvo que “comer es un acto político de decisión y elección, el que come o bebe tiene conciencia de lo que consume por tanto tiene una serie de implicaciones”. No obstante, aseguró que si bien cada uno decide lo que consume también debería saber cómo está elaborado ese producto.

Franco aseguró que entre las 300 empresas más importantes del país se hizo un ranking, 31 compañías tienen que ver con la alimentación y 10 de las que más ganan, son de capitales extranjeros y en algún caso tiene algún socio boliviano. “Más del 50 por ciento de lo que se factura en Bolivia por alimentos y bebidas (no alcohólicas) corresponde a capitales extranjeros es decir lo que comemos se amasa y prepara fuera de Bolivia, entre esas 10, dos, las más grandes, Coca Cola y Nestlé, cada vez van ampliando más su campo de acción”, puntualizó.

Explicó que una investigación de consumo de bebidas y alimentos ultraprocesados realizado por la OMS y OPS en 2015, develó que la compra de estos productos, entre 2000 y 2013, aumentó en un 25 por ciento en Latinoamérica y el Caribe y “Bolivia está en el segundo lugar de la tasa más rápida de crecimiento de compra de estos productos”. Indicó que los aportes de estos alimentos son: azúcar, en un 43 por ciento; otros carbohidratos en un 25 por ciento; y grasas en 25 por ciento; y muy pocas proteínas.

El criterio de Franco, las grandes industrias alimenticias promueven el consumo de sus productos desde el mismo nacimiento de los bebés. “La industria ataca desde el momento que nace un bebé, y la industria ya apunta, a través de sus padres, la casi obligación de alimentar a los niños con leche procesada”, dijo, como ejemplo.

Importancia de la diversidad alimentaria para la salud

El Foro Político Multiactor contó con la participación de varios expositores que visibilizaron la problemática de la seguridad alimentaria adecuada y suficiente para toda la población.

Roger Carvajal, coordinador del Comité Operativo de Alimentos de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), sostuvo que la seguridad alimentaria tiene cuatro componentes: calidad, inocuidad, oportunidad (que les llegue a todos) y diversidad. En su criterio, el componente más importante es éste último, totalmente conectado con la salud, el medio ambiente y la biodiversidad. “La diversidad alimentaria es la que provee la salud… desde el brillo del cabello, la sequedad de la piel y la actitud ante la vida, todos ellos están regulados por los alimentos”, enfatizó.

Sostuvo que cada alimento tiene una función y por eso necesitamos una diversidad alimentaria, además, los alimentos tienen principios activos de efectos farmacológicos que “controlan una cantidad de elementos como la inflamación, la inmuno-modulación, el comportamiento, la lívido, el carácter, dime cómo comes y te diré como te comportas”.

Manifestó que “el envejecimiento está conectado con la alimentación”. Acotó que puede haber producción alimentaria hasta en exceso, pero lo importante es la diversidad.

Según Carvajal, en el país estamos avanzando a un consumo del patrón norteamericano, que estaba basado en 20 alimentos habiendo 3.800 alimentos diversos y calificados, en el mundo. “Bolivia trabajaba con 355 alimentos, pero cada vez estamos bajando el patrón de consumo, estamos avanzando hacia la obesidad y otras enfermedades”, apuntó.

Por otro lado, sostuvo que la agrobiodiversidad silvestre es fundamental para otorgar diversidad alimentaria, “cuando nos hablan de monocultivo nos hablan de un solo producto y por lo tanto no están yendo a la ruta de diversidad; por tanto, están generando un enfoque contrario a la salud”.

La directora del proyecto “Mercados Inclusivos” en Swisscontact, Sandra Nisttahusz, explicó el escenario que tenemos al momento. “Existe menos capacidad de garantizar la seguridad y soberanía alimentaria, hay cada vez más población malnutrida (desnutrida o sobrealimentada), hay pérdida de agrobiodiversidad, bajos ingresos para la agricultura familiar y alta migración campo-ciudad y hay alto consumo de insumos químicos en alimentos frescos y procesados”.

Del Foro Político Multiactor también participó Martín Pérez, coordinador de Solidar Suiza Bolivia, y dijo que “para tener un diálogo democrático es importante reconocer, crear vínculos de confianza e interés común, asumir la corresponsabilidad como práctica, pasar a la propuesta, generar nuevas ideas y respuestas, y conectar con aspectos concretos del desarrollo”.

Julio Canedo, coordinador técnico de Miga, se refirió a las diferencias que existe entre la agroindustria y la producción familiar. “La agroindustria se basa en un modelo neoliberal, mientras que la producción agroalimentaria familiar es un modelo comunal, el modelo neoliberal beneficia a élites empresariales mientras que la comunal genera un beneficio mejor distribuido. La agroindustria también genera pérdida de saberes y conocimientos alimenticios, pero la comunal resguarda el patrimonio alimentario y es más respetuosa con el medio ambiente”.

Propuestas del Foro Multiactor

Este espacio de concertación y reflexión público privado respecto al estado del Sistema Alimentario actual en Bolivia, sus efectos en la salud y nutrición de la población, su relación con el modelo de desarrollo, con los sistemas productivos y su dependencia de los intercambios comerciales, tuvo como propósito identificar líneas de acción y normativas que permitan lograr sistemas alimentarios inclusivos y sostenibles en Bolivia.

En ese marco se concluyó con propuestas de incidencia publica planteadas desde diferentes colectivos de la sociedad civil de los departamentos de Chuquisaca, Tarija, Potosí, Cochabamba y La Paz.

Tanto agricultores agroecológicos como consumidores aseguraron que actualmente en la mayoría de los departamentos, como es el caso de Cochabamba, no se cuenta con mercados consolidados para la venta de sus productos del productor al consumidor. A esto se suma el bajo costo de los productos, la competencia de la producción convencional y el maltrato que los productores sufren por intermediarios.

Por lo tanto, desde la sociedad civil se propone que, mediante la participación directa de los productores en los espacios de planificación de los Programas Operativos Anuales (POAs) municipales y los Planes Territoriales de Desarrollo Integral (PTDI), se garantice la asignación de presupuesto a la producción agroecológica.

Además, se requiere de asistencia técnica, capacitación y acompañamiento a los productores por parte del personal de las instituciones públicas y privadas. Otra de las acciones que se debe realizar para mitigar este problema es que desde la Aduana Nacional y el SENASAG se ponga freno al contrabando.

(Con información de nota de prensa)