Miradas Inclusivas

ORGANO ELECTORAL PLURINACIONAL

Ilse Miranda

Ya se constituyó el Tribunal Supremo Electoral y conocimos ya las primeras declaraciones de su Presidenta, Katia Uriona.

Según una entrevista publicada por La Razón en Julio 29 del año en curso, “La nueva presidenta del Tribunal Supremo Electoral considera que otras formas de democracia que no son representativas también deben ser democratizadas al incluir a las mujeres y los jóvenes”.

Dado que a lo ancho y largo del planeta, la crisis de representación es un factor que se le viene criticando al proceso moderno de construcción de lo político vigente,  toda forma social que va generando representación política, necesariamente debe democratizarse. Afortunadamente, las declaraciones citadas denotan haber tomado nota de la necesidad de profundización democrática.

Dado el trabajo interpoblacional, intersectorial y multidimensional de desarrollo en mi experiencia de producción de inclusión social, entiendo que mi percepción de aquello que podríamos definir como procesos de democratización difiere en varios aspectos de aquellas que se articulan en partidos políticos y agrupaciones ciudadanas, entendidas dentro de éstas, los movimientos sociales, las organizaciones, las representaciones sectoriales, etc.,que son las instancias activas y potentes de promoción de actores y actoras políticos y sociales y que, justamente por ello, son las instancias con las que entidades como el Órgano Electoral, debaten la pertinencia de sus decisiones y acciones.

Coincido con la percepción de Katia Uriona, en sentido de que todas las instancias citadas deben necesariamente democratizarse. Que la perspectiva de esa democratización se visualice como la inclusión de mujeres y jóvenes me parece desesperanzadoramente insuficiente. Sería una oportunidad de diversificación perdida, no promover decididamente la participación de la diversidad de bolivianas y bolivianas, que es lo que demandan las crisis actuales, incluyendo sus necesidades de desarrollo entre las necesidades de las bolivianas y bolivianos que ya participan en dichos espacios.

Constituye una necesidad recuperar el sentido inicial de la representación a la que aluden las democracias liberales, incorporando a la participación y al voteo, una articulación real y equilibrada entre necesidades de desarrollo particulares y necesidades sociales de los grupos sociales, incluyendo aquellas, que por efectos de la exclusión que debilita voces, invisibiliza existencias y genera ausencias, no encuentran debida y potentemente representadas sus necesidades de desarrollo en el proceso de toma de decisiones.

El estado, en tanto producto político síntesis de las articulaciones de la base social, tiene como necesidad, en el sentido de mandato y esencia, una búsqueda activa del equilibrio: regular a los ya potentes para que los procesos de desarrollo no se constituyan en universalizaciones arbitrariasde necesidades y visiones de particulares, ampliar las voces débiles, visibilizar presencias devaluadas, eliminar las ausencias y establecer horizontes de desarrollo en perspectiva de la realización de necesidades, esta vez sí, del pueblo: las mujeres, las y los jóvenes, las trabajadoras y los trabajadores, las personas con capacidades diferentes, las personas con diferentes construcciones de género y sexualidades, y un largo etc. poblacional que alude a la base social de todo estado en toda su diversidad.

Sin embargo, para polemizar sobre necesidades, el primer trabajo fundamental es salir del horizonte de la demanda inmediata, articular las vivencias particulares en un horizonte de desarrollo próximo, no solamente en el sentido de un proyecto económico, o social, o cultural específicos, sino fundamentalmente, dentro de un proyecto de humanización, porque, humanas y humanos somos y así nos vamos haciendo. Existiendo diferentes proyectos de humanización y concepciones sociales en el horizonte, el Estado, como síntesis de esa diversidad de visiones, debe profundizar del debate, abandonando cualquier tentación doctrinaria, porque ello constituye la esencia de haber sido forjado como síntesis de las representaciones.

En dicha perspectiva, la búsqueda de equilibrio trasciende el ámbito cuantitativo en el cual parece haberse estancado la democracia vigente, en tanto la correlación mayoría-minoría parece haberse agotado como alternativa de soluciones. Impele otorgarle alguna relevancia a la articulación entre necesidades y horizontes de desarrollo. En dicha perspectiva, la inclusión social, cómo nuevo horizonte de desarrollo, de repensar lo humano, sus devenires y sus perspectivas, asumen una dimensión paradigmática que también se expresa en lo político, ya no como la práctica que conocemos, sino como estrategia de realización de necesidades en un universo atiborrado de diversidades.

La construcción de representatividad legítima que se demanda desde la crisis moderna tiene varios retos. A manera de ejercicio y tomando como ejemplo los dos grupos poblacionales citados por Uriona, efectivamente es necesarioampliar la participación y la valorización de sectores como los de las mujeres. Pero ahí no acaba la cosa. Esta recuperación de la participación debe superar el que representaciones que surgen desde lo particular, es decir desde vivencias y horizontes particulares que configuran necesidades particulares que pueden ser de partido, de cultura, de clase, generacional, etc., adquieran, vía acceso al poder, connotaciones universales en la gestión de políticas públicas.Es necesario generar condiciones de ejercicio de la política  que orienten estas representaciones hacia la tarea de responder a las necesidades de desarrollo de la diversidad de mujeres que constituyen la bolivianidad de hecho: algunas ya incluidas y seguramente por ello elegidas representantes o en proceso de ser elegidas como tales, otras en procesos de inclusión y por lo tanto sus voces presentes en partidos, agrupaciones, organizaciones, etc. y, demasiadas aún,invisibilizadas por la exclusión social pero no por ello inexistentes o su participación innecesaria.

La misma lógica puede aplicarse a todo proceso de constitución de representación y de participación política, se encuentren éstas establecidas ya o sean procesos emergentes. Este cambio, que implicaría reposicionamiento en tanto posibilidad de ampliación de los horizontes de vida, antes limitados por la particularidad de la experiencia específica, demanda un estado que produzca y provea información, sobre todo sobre las necesidades de desarrollo de aquellas voces que no se oyen en lo cotidiano, de las presencias que participan devaluadas o de las ausencias que generan vacío. Un estado que asuma que el origen de toda representación, en el horizonte mayoría-minoría, nunca es universal ni es deseable que lo sea.

La función del Estado de proveer información abarca también nutrir de otra manera los horizontes de desarrollo y las decisiones de las y los representantes: información sobre las vicisitudes, aconteceres, ventajas y desventajas de los horizontes de desarrollo a los que pueden orientarse las decisiones de las y los representantes. Seguramente, ellas y ellos vendrán ya, sobre todo las representaciones potentes, con sus propios horizontes de desarrollo, económicas, políticas, culturales… El Estado no puede constituirse en un promotor de los proyectos particulares de aquellas y aquellos a quienes se ha delegado representatividad, en tanto esto sería usar el poder del estado para universalizar particularidades, algo que ya le ha sido ampliamente criticado a la modernidad occidental.

Insisto, las personas en cuya inclusión me involucro, existen. Sin duda viven en cada barrio de cada uno de los municipios que constituyen nuestro mapa político. Sin embargo no son convocadas para conocer, debatir o tomar decisiones y sus necesidades no están incluidas en las demandas barriales o municipales. A muchas de ellas les han demandado el voto y ellas lo han dado, pero sus necesidades han desaparecido en las decisiones articuladas, en los presupuestos asignados, en las obras entregadas.

Junto a los grupos excluidos, existe un enorme conjunto poblacional, que en tanto no vota, no participa en estas articulaciones de necesidades que tienen un tufo adulto-centrista: La infancia y la adolescencia. Las reglas del estado moderno condicionan su ausencia y callan sus voces. Esas mismas reglas dicen que el mundo adulto es responsable de ellas y por ello le ha delegado la responsabilidad de su desarrollo. La calidad real de las condiciones de realización de las necesidades de las niñas, los niños y las y los adolescentes, dice mucho y mal sobre la irresponsabilidad con que el mundo adulto opera esta representación. Otro reto.

Parece ser que en el mundo entero, los grupos políticamente potentes no tienen interés real en conocer sobre las necesidades de desarrollo globales de los estados o las necesidades de las y los excluidos. No superan los límites de sus articulaciones endógenas, sean estas partidarias o sectoriales, dos maneras de decir lo mismo pero de otro modo.Y esto ocurre pese a que toda organización social tiene un alto porcentaje de integrantes que son atravesados por la exclusión social propia o de allegados. Pero no lo perciben así, y si logran percibirlo, no valoran la inmensidad de su importancia. Tal vez porque los movimientos internos no generan retos de desarrollo, se limitar a plantear demandas de atención. Esta fractura perceptualen las posibilidades de plantear horizontes de desarrollo que superen lo particular, debiera considerarse cuando se piensa profundizar los procesos de democratización.

En el proceso de su integración a la sociedad, algunas personas de poblaciones en situación de exclusión social asumen representaciones partidarias o sectoriales. En muy raras ocasiones esta estrategia es asumida por los partidos políticos desde una visión de desarrollo incluyente. Generalmente la asumen desde una perspectiva pragmática: cuando alguna influencia positiva tendrá en el conteo de votos.Así y todo podría ser una oportunidad incluyente, si en la gestión de representación, vivencias particulares de cómo vivió la persona elegida la exclusión o su integración no pretendieran convertirse en norma, ley, política social, esto es, nuevamente articulando como universal, algo que corresponde a la dimensión particular de existencia.

Este movimiento, la pretensión de convertir lo particular en verdad universal, que ocurre no solo en las realidades de grupos construyendo su inclusión social y que tanto le hemos reprochado al eurocentrismo, corroe una representación diversificada de las necesidades de la base social.

Utilizando otro grupo citado por Uriona, diré que somos pues efectivamente el algo iguales, siendo jóvenes por ejemplo, pero las vivencias de juventud son muy diversificadas: no es la misma la vivencia de ser joven urbano o ser joven rural, o joven camba o tarijeño, o joven mujer o varón, o joven ciega que joven con síndrome de Down, o joven con enanismo o joven viviendo violencia o migración... El reto de la representatividad entonces, trasciende la acción de traer a los jóvenes a las decisiones, porque algunas y algunos llegarán con sus horizontes particulares. Hay que traer además la diversidad de las necesidades de las juventudes e ir trayendo a las jóvenes y los jóvenes que personifican esas diversidades.

También hay retos cuantitativos. Tanto se alude al pueblo. El TSE se encuentra en la posibilidad de visibilizar y transparentar para el pueblo, la base social real que se mueve en cada partido, en cada organización, en cada movimiento, en cada sector, así como los mecanismos reales con los que gestiona, y sostiene, la representación. Obviamente, es necesario regular los procesos electorales internos, así como los procesos de toma de decisión, en tanto no son lo mismo y en tanto constituyen procesos de formación o deformación política de hecho. También para darle un lugar real a la representación que cada partido u organización proclama, a mi juicio, de manera en exceso inflada y mediante mecanismos políticamente insalubres. Tal vez así las diferentes formas de organización social se preocupen efectivamente de ampliar y diversificar sus bases sociales y sus horizontes de debate y toma de decisiones.
Queda otro reto mayúsculo vigente, en el cual no voy a profundizar en esta oportunidad por lo complejísimo que es, lo profundamente que está arraigado en la cultura política y la forma ya legítima en que se ha establecido en las prácticas: el clientelismo en la generación de representación, de propuesta y de acción política, que ha convertido los votos en mercancía, las decisiones en capital y al estado, en mercado.

No sé si a “actoras y actores políticos” con quienes el TSE dice que se reunirá para buscar soluciones a las crisis, les interesen estos temas o los consideren relevantes.En el momento actual en el que se encuentran, por lo menos intuyen que los mecanismos por los cuales lograron representación se encuentran en crisis y tal vez optensolamente a pasar el temporal con la ilusión que el agua no pasará del pecho. Tengo fundadas dudas de que se encuentren en predisposición de asumir cambios sustantivos.

La inclusión de lo político en la política, la discusión de la relación entre necesidades y producción de representaciones, decisiones y acciones, es posible desde varios lugares y en diversos momentos. No son oportunidades lo que falta. Hasta ahora han faltado visiones y voluntades.

Me ha sido esperanzador leer que la sala plena se plantea tareas emergentes, inmediatas y coyunturales sin perder de vista el momento histórico en que les toca atender dichas coyunturas, un momento histórico que demanda calidad de participación y representación, cantidades reales y diversificación de la participación de manera complementaria, tomándose esto de la profundización democrática con la seriedad que demandan las crisis actuales. Que el universo les sea propicio.

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SIN QUERER QUERIENDO

Ilse Miranda

Voy a reflexionar en la perspectiva de producción de un Estado incluyente, valiéndome del caso de las láminasconteniendo información discriminatoria en contra de madres de “los llanos”. Inicio recordándoles que la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, en su Art. 77.I señala que: “la educación constituye una función suprema y primera responsabilidad financiera del Estado, que tiene la obligación indeclinable de sostenerla, garantizarla y gestionarla”.

Cito la parte controversial de la lámina: (…) “Las bolivianas se distinguen por la zona que habitan. Las madres del altiplano son las más sacrificadas, porque se dedican al cuidado de sus hijos, la casa, el esposo y los ganados. Las madres de la región valluna son similares a los de la región altiplánica, son sacrificadas porque se dedican a la agricultura, al trabajo de las tierras junto a sus esposos y sus hijos, ocupándose de todo lo que respecta al hogar. Las madres de la región de los llanos son diferentes, no son muy querendones de sus hijos, son mujeres de poco trabajo, de repente estas madres de esta región se ocupan por su belleza femenina, por verse bien, dejando de lado a los hijos, son poco colaboradoras.

Hay varias frases en el texto que afirman situaciones que pueden considerarse excluyentes, en tanto invisibilizan un conjunto alarmantemente significativo de situaciones que constituyen el “ser madre” en nuestro Estado: ¿Las bolivianas se distinguen por la zona que habitan?”. ¿Las madres se dedican al cuidado de sus hijos, la casa, el esposo (…) a la agricultura,ocupándose de todo lo que respecta al hogar?¿Qué somos todas aquellas que no entramos ni en la foto y ni en el discursillo?

El contenido de la lámina restituye y legitima con insistencia,una relación indisoluble entre sacrificio y maternidad, valoración social que tiene un significativo impacto negativo en la vida de muchísimas mujeres, hijas e hijos. Miradas que se van introduciendo en una misma y en los hijos si no se responde a esa imagen sacrificada. De disfrutar la vida, poco.El sacrificio y la maternidad emergen sin duda, uno como consecuencia de la otra, pero como necesidad, en sociedades cuyos usos y costumbres denotan una lamentable permisividad ante una irresponsabilidad paterna que parece ser la norma. O en un estado en el que las madres tienen que sacrificarse más porque ganan menos, con respecto a los varones. O en sociedades que asumen que es de “la madre” la responsabilidad de “ocuparse de todo”.  Y así acabamos haciéndoles, con quíntuples jornadas: Mejor administradora de hogar, mejor trabajadora de hogar, mejor empleada externa, mejor profesional, mejor amiga, persona además  actualizada… Si vamos a analizar los términos excluyentes que contiene la lámina, habrá pues que desgarrarse las vestiduras también por ello.

En situaciones de vulneración de derechos, como la de la lámina, y citando declaraciones de algunos actores y autoridades que se han posicionado diciendo las disculpas son insuficientes...me expreso totalmente de acuerdo. Las mismas autoridades han presentado procesos judiciales como si éstos sí fueran una solución. Si bien necesarios, deber del estado y derecho irrenunciable de quién es vulnerado, en términos de soluciones, los procesos judiciales a “autores, coautores, cómplices y/o encubridores...”, son también insuficientes. Nuestras múltiples autoridades seguro se dan cuenta de ello. Hay que hacerlo como principio, pero ello no constituye solución.

Lo de la lámina y las reacciones en torno a ella, como muchos usos y costumbres de toda dinámica cultural, expresa valores que se interiorizan en procesos educativos cotidianos, en y fuera de las escuelas, academias e institutos. Muchos de ellos, legitimados por la simple repetición de frases, imágenes, acciones, que van constituyendo “sentidos comunes” cargados de prejuicios, informaciones falsas o parcialmente objetivas. Procesos educativos que aúnestando fuera del ámbito académico de la educación, no deja de ser responsabilidad del Estado. ¿O si?

El abordaje de la vulneración de derechos y el proceso de restitución de los derechos vulnerados, en el caso de la lámina y tantos otros, demandan en efecto un concurso responsable de los actores sociales para gestar acciones que puedan definirse como soluciones, esto es, que generen otras condiciones de convivencia. Frente a esos procesos educativos que generan un sentido común excluyente, violento y proclive al delito, es necesario estructurar procesos educativos, contenidos, discursos y sobre todo, sobre todo, prácticas, que generen muchos de aquellos valores preciosos ofertados como nuestros en la Constitución, la inclusividad entre ellos.

Cuando hago este tipo de sugerencias a actores de la sociedad civil y del gobierno, tipo: empecemos ahora un trabajo de largo plazo para que éstas cosas cambien así o asá, suelo recibir respuestas tipo: “No se cambia el mundo en un día”. Esto, traducido a realidad me suena a “No molestes, seguiremos haciendo lo mismo pero llamándolo de otra forma”. Así, entre gran meta y gran meta, se mantienen situaciones como la exclusión, la violencia a las mujeres, a las niñas, a los niños, a las personas diferentes. Ya lo saben ustedes, todos esos subconjuntos que la sociedad, con sus prejuicios y sus ciencias, ha vulnerabilizado.

Percibo que en otros ámbitos del desarrollo, es posible percibir urgencia del Estado para lograr cambios en el día.¿Por qué relajación en unos ámbitos y urgencia en otros? Da para preguntarse.

DiversasAutoridades han planteado, como otra medida necesaria, la constitución (pero ya), de los Comités Departamentales contra la Discriminación. Seguro que sí y eso lo afirmo con énfasis. Pero aún insuficiente.

Los dispositivos para identificar la vulneración de derechos de diversos grupos poblacionales, gestionar su restitución, concientizar a la ciudadanía, etc., son insuficientes en más de un sentido y podría decirse que han pasado a formar parte de la estructura de la vulneración y la violencia hacia las poblaciones cuyos derechos debieran restituir. La constante denuncia, la intervención impotente, casi tímida de los operadores estatales en aquellos casos que no ameritan llegar a MEDIOS, restablecen la impunidad como norma, la vulneración como constante y la vulnerabilidad como condición.

No estoy diciendo que los cierren o que no sirven. Aclaración que hago con énfasis porque me suelo encontrar también unas reacciones extremistas que expresan una fragilidad profunda a toda crítica por mínima que ésta sea y que demandan una aprobación total. Si planteas que algo tendría que funcionar mejor entonces estás destruyendo. Hay unos ejércitos, unas redes cuya tarea parece ser la de conservar, que cualquier cambio, aunque chiquito, chiquito, se torna imposible o tarea de titanes.

Digo que son insuficientes y hay que analizar en dónde radican las insuficienciasantes de empezar a reproducir este o aquel dispositivo o procedimiento en serie. En la temática de restitución de derechos y de producción de inclusión social, es conservadurismo mantener el acto de David contra Goliat. Precisamos dispositivos estatales potentes, con muchos recursos humanos plenamente formados, presupuestos, autos, sirenas, capacidad de decisión. Para que no te reciban cada tanto argumentando que no hay caso, que no hay papel, que no hay para el transporte, que la única persona que podía atenderte esta de parto, de comisión, de campaña, de baja, en reunión, con mucho trabajo, que el jefe nunca está o terminen atenuando el sentir del vulnerado en algo así cómo “lo hizo sin querer queriendo y como el mundo no se cambia en un día, algún día habrá el baño, la concienciación a la comunidad, la capacitación a personal, irán a la casa, les citarán, lograrán que lleguen…, que en fin, al final no estás muerta aún, no?” Triste etcétera.

El problema no está tan sólo en ese sentido común al que a veces mal apelamos o en el establecimiento de dispositivos con muchos y gigantes encargos sociales,pocos recursos, viviendo día a día suimpotencia como el re-logro frente al acto vulnerador.

En esto de intentar ser un estado incluyente y de derecho, hay aún otros ámbitos problemáticos que considerar. La Ciencia, esa ciencia que aprendimos a nombrar con solemnidad y escribir con mayúsculas cuando pasamos por los respectivos Templos del Saber, y con la cual algún o alguna iluminista sustituyó el Credo, como así estaba propuesto. Muchas ciencias difunden bajo la categoría de La Verdad contenidos que podemos definir como excluyentes, discriminatorios, devaluantes...y no sólo en el ámbito étnico, cultural, político o geo político, por citar aquellos que parecen ser de preferente preocupación de los afanes descolonizadores actuales y en los que se están desarrollando algunas acciones.

Varios sectores podrían procesaralgunas nomenclaturas científicas  que se encuentran plenamente en boga y en cuya aplicación se construye poder profesional, que definen como enfermedades, vicios, taras, disfunciones y demás lo que en realidad podrían ser solamente diversidades humanas: algunas determinadas genéticamente y otras construidas socialmente. Todavía falta saber.Cuánta honestidad y humildad se requiere para interiorizar esa frase: Todavía falta saber. Necesitamos mucha revisión,  investigación, mucha teorización en el ámbito de las ciencias.Imagino que Educación Superior y Universidades deben estar al tope de procesos investigativos, re-conceptualizaciones, teorizaciones de todas las ciencias. Lo necesario y responsable sería eso. Eso sería más o menos, querer queriendo. En las gestiones que vengo desarrollando, veo más un sin querer queriendo.

Retorno al tema que me permitió ejemplificar mis preocupaciones. Me pregunto en qué medida, estos directores de establecimientos educativos y los profesores a quienes ha sido delegada la responsabilidad de controlar el material educativo, se habrán formado a la luz de esas verdades discriminatorias, algunas habitando su sentido común, otras habitando su saber científico. La misma pregunta vale para “autores, coautores, cómplices y/o encubridores...” de la exclusión social.En esto de apelar responsabilidad, pregunto en qué medida el Estado respaldará el ejercicio de estas nuevas funciones  que les han sido delegadas a directores y profesores: ¿Capacitándoles, acompañándoles, supervisándoles, empoderándoles? Ojalá que no estemos construyendo un nuevo proceso judicial para otro cualquiera, como solución aparente cuando los tornillos salten. Algo así como destitución, descuento, cambio de…

La producción de un “sentido común”, el establecimiento de dispositivos potentes y la necesidad de producción de saberes, convergentes todos ellos con los logros que pretendemos en materia de ejercicio de derechos e inclusión. Cito algunos ámbitos donde es necesario construir suficiencia.

Vamos con el Autor. Hace bien en pedir disculpas y aceptar someterse a lo que corresponde. Recuerde la cadena humana que acompañó esta supenosa idea hasta el momento de re-imprimirla. Proceso y sanción para toda la cadena. Lo que yo creo que corresponde: exigir que “autores, coautores, cómplices y/o encubridores...” tengan oportunidad y sean sometidas y sometidos a informarse y formarse de manera que desestructuren sus valores excluyentes y, simultáneamente, interioricen valores de respeto, inclusión, responsabilidad… para vivir bien. Dudo que mi sugerencia prospere o siquiera tenga lugar en la lógica judicial que se aplica en nuestro Estado. Pero insisto.

He escuchado varias críticas a la alta sensibilidad con la que autoridades de la región agraviada han percibido el asunto de las láminas y demás. La crítica en realidad es que no han expresado la misma extrema sensibilidad, para, por ejemplo, proceder en contra de “autores, coautores, cómplices y/o encubridores...” de metidas de mano y otras vejaciones de hecho, cuyas víctimas fueron mujeres. Yo añadiría, y para con la vulneración de derechos en general. Concuerdo con la crítica. Sensibilidad selectiva y vaivenes de percepción que son propias del partidismo y las encontramos de todo color y en todo lugar y que afectan en forma extrema la vida de todas y todos cada día. Constituyen un contexto educativo intenso y profundo, en tanto la articulan personas que ocupan lugares de referentes de desarrollo de la comunidad. Porque así lo han decidido ellos y así lo ha decidido la generación adulta votante.  Lo que se pone en juego es la incertidumbre de la percepción: hoy el blanco es blanco, mañana es negro y pasado verde, hoy estoy en contra, mañana a favor, pasado me vale. Muy grave. Justamente por ello, me voy por la acción política y en contra de todo desvario partidista: Frente a este hecho y otros similares también y siempre hay que actuar.

Otro retorno a las láminas: sugiero sopesar lo dicho por el Ministro de Educación respecto a la competencia de regulación del gobierno, citado por Página Siete, “El gobierno no puede controlar la venta de documentos como ése, denominados “material de apoyo escolar”.  No lo tengo claro. Tal vez sí puede, ya que en otros ámbitos para intervenir y por lo menos intentar controlar no se ha frenado. Pero tal vez no debiera aún pudiendo. Habrá que analizarlo.

El gobierno, como operador responsable del Estado, siendo además que ha luchado en el nivel central, departamental y municipal para ocupar ese lugar de responsabilidad,  Puede y Debe, generar procesos educativos globales y específicos que atraviesen la cotidianeidad social. Los que tienen que acontecer en la academia y fuera de ella. Producir ciencias. Establecer dispositivos potentes que puedan abordar transversalmente, tanto en sentido poblacional como de ámbitos de desarrollo, esta deuda milenaria que es la restitución de derechos. Destinar fondos de manera inmediata para transformar cotidianeidades que hemos expresado como parte de las insuficiencias de nuestro sistema. El gobierno en todos sus niveles, pues debe querer queriendo.

El título es a propósito. En el ámbito de la vulneración de derechos y en la comisión de delito en que muchas veces degenera, la cadena de acontecimientos tiene siempre el trasfondo de que las cosas pasan sin que nadie en particular quiera tanto, sobre todo la parte de las consecuencias desagradables del acto vulnerador o los trabajos del proceso reparador. Otra forma de relatar la ausencia de responsabilidad y/o la conformación de contextos de impunidad.Ausencia de…en las personas, sus grupos, sus sociedades, pero sobre todo de sus gobiernos. Mayor exigencia de, a los gobiernos, en tanto están conformados por un conjunto de personas que se mueven dramáticamente para ocupar el lugar de poder representar al Estado, actuar en nombre de El. Pues a responsabilizarse por ello y ya.En el caso de las láminas y todos los otros. Hay que parar la cadena de irresponsabilidades y elusiones. Hay que avanzar en la integración, la convergencia y la coherencia entre intención y acto. Es hora de que las cosas pasen queriendo, y queriendo bien. Esto es, sabiendo a donde va lo que estamos queriendo,pudiéndolo  decir transparentemente y asumiendo los trabajos responsablemente. A mí eso me suena como que sería posible vivir mejor.

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BAILA CONMIGO

Ilse Miranda

En un país que ha hecho del baile parte constitutiva y potente de su identidad, el comentario vertido por un asambleísta electo al Gobierno departamental de La Paz puede resultar en una excelente metáfora para analizar y reflexionar sobre acontecimientos presentes en las gestiones de gobierno, en las que pareciéramos estar implicados.

“Somos el disc-jockey de la fiesta, ponemos la música y Patzi baila, la cortamos y Patzi se sienta, es que es así” (Página 7, 02 de abril de 2015) publican que dijo el legislador elegido. Como parte importante de la metáfora, destaco el reconocimiento que implica dicha declaración, del lugar de funcionario que se asume en la frase.

Pero, ¿De quién es la fiesta de la que se habla?

Soberanos de la fiesta que nos toca reflexionar, que ese es el lugar que en nuestra constitución se nos atribuye como pueblo, decisiones sobre el cuándo, cómo, dónde, con quienes, la comida, la música, a quienes delegaremos tareas y funciones, en fin, todo aquello que en nuestro ejercicio de soberanía veamos por necesario y conveniente para que se lleve a cabo nuestra concepción de la mentada fiesta, nos corresponden, son nuestras. O así debiera ser.

Digo nuestras y no de ningún partido aunque algunos de nosotros participen en alguno de ellos. Son nuestras y no de ningún gremio, aunque algunos de nosotros sea parte de algunos de ellos. Son nuestros y no de ninguna logia o de cualquier otro tipo de asociación, organización o institución que se encuentra entre nosotros. Porque ninguna de estas particulares formas de organización llega a atravesarnos de manera total o plena. Muchas veces ni siquiera atraviesa a sus mismos integrantes y mucho menos al conjunto poblacional, porque aquí viene el tema de las minorías activas que conforman aparatos y cúpulas, las que con la misma estrategia que asume a veces la forma de imposición, o de coacción, otras de engatusar y/o de cautivar, terminan reteniendo - nos, constituyendo el recorrido a veces explícito y otras implícito, hasta nuestro cautiverio. Ya sea por temor o  seducción, podemos tardar generaciones en re-conocer el cautiverio como tal, sin dar cuenta que al final nos rifamos a otro postor, la fiesta que al final es nuestra vida, bailando en los momentos y en los ritmos, poniéndonos la ropa, invitando a participar en función al parecer y  la conveniencia de otros, unos cuantos.

Nuestras, reivindicando la semiología de la palabra, esto es, de cada una y de cada uno a quién se alude cuando se dice “pueblo”. También de las niñas, los niños, los adolescentes y muchos otros grupos excluidos, que por la forma de organización política que hemos orquestado y por lo excluyente que es el proceso de construcción de representación y decisión, se ven obligados a participar de una fiesta que omite en su organización e implementación sus necesidades más elementales y sentidas. Así, estando ellas y ellos allí por decisión y a conveniencia de una sociedad exclusiva en tanto excluyente, como lo es la sociedad de los normalitos, corre el alcohol en la fiesta a su vista y a su riesgo o decidimos realizarla en un terreno accidentado, que ya habiendo dado su cuota como metáfora de hacerles votar, no es prioritario que en los hechos trasciendan sus necesidades.

Todas las competencias referentes a la fiesta en cuestión, no son propiedad de ningún particular, sea que asuma esta particularidad la forma de individuo, grupo, partido, movimiento, asociación, gremio u otro semejante, elementos todos circunstanciales en esta trama, si acaso también arbitrarios, que hoy por hoy, por esta su forma canija de operar, se han constituido más en problema que en solución. Si las personas a las que les confiamos nuestra representación para organizar e implementar semejante fiesta como es nuestra vida presente, utilizan este mandato, mejor dicho, tuercen este mandato en función a los intereses y conveniencias de un particular, están usurpando funciones y atribuciones que les han sido delegadas. Esto es algo que hay que cambiar. Hacer lo que haya que hacer para garantizar que lo que se represente, sean nuestras decisiones, nuestros intereses.

La coyuntura viene a mano para resaltar que esto que venimos viviendo como crisis ya más de una década, sigue siendo en gran medida crisis de representación y de organización política, crisis de un modelo, no sólo del capitalismo. Parece que la solución no es cambiar de actores solamente, cuando la realidad nos muestra que llegue quien llegue al poder, imagínense, nuestras reservas morales están ahora ahí, se termina viviendo lo mismo. La frustración de repetir experiencias ya conocidas en tiempos en que esperábamos diferencias sustanciales, hace que lo mismo se viva como algo peor. Tal vez por la esperanza frustrada o tal vez por el cansancio que implica esta generación que se va escurriendo sin lograr ir ni para adelante ni para atrás, pero quizás hacia el fondo. Fondo en el que tendrá que bailar la generación que nos sigue. Como para angustiar a quienes tenemos hijas e hijos con amor y responsabilidad. Esta última parte, ya no es metáfora. ¿Verdad?

Así como somos cojonudos en esto de no percibir, de no reflexionar y actuar en sentido vano, leve, inútil,  la realidad también es cojonuda, nos impele a cambios de fondo, no sólo de forma, generosa en esto de demandarnos integrar lo que deseamos con lo que hacemos, reclamando convergencias para lograr vivir bien, que es por fortuna y empecinamiento lo que seguimos queriendo. Se ha hablado de cambios constitucionales y reformas en otras leyes que tienen que ver con la construcción de representación, de participación, de generación de condiciones para lograr gobierno responsable, sea este nacional, departamental o municipal, de movernos hacia un vivir pacífico, sostenible, alternativo. Que ese movimiento no sea de las mismas y los mismos llevando, para el despiste, atavíos en apariencia diferentes, la misma modernidad disfrazada de “los otros” y las otredades, que como concepción somos varias, bien afuera. ¿Permitiremos la repetición, repetición, repetición, repetición?

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INCLUSIÓN EN LA EDUCACIÓN REGULAR

Ilse Miranda

RESPONSABILIDAD EN EL PROCESO DE INCLUSIÓN EN LA EDUCACIÓN REGULAR

“Ninguna unidad educativa puede negarse a inscribir a un alumno que tiene algún tipo de discapacidad” (Noel Aguirre, citado por Página Siete – 08/02/2015), declaración que parece marcar el establecimiento de una nueva era para la educación regular en Bolivia, experiencia que puede ser un muy buen ejemplo para el resto del mundo, en el cual numerosos grupos poblacionales han sido relegados a espacios especiales de educación, en los que en muy pocos casos se logra habilitar a sus estudiantes para incorporarse al desarrollo social con independencia, dignidad y de manera potente.

La citada nota señala que se están tomando medidas para la eliminación de barreras arquitectónicas y que se estarían dotando de tablillas de braille, diccionarios de señas, programas de software y centros audio tiflotécnicos a Educación Regular para fortalecer el proceso de inclusión de poblaciones con alguna discapacidad en la educación regular.

Si hablamos en términos de plantear un proceso responsable de inclusión de estudiantes con diversidades cognitivas, comunicacionales, perceptuales y motrices en el proceso educativo regular, las medidas citadas son necesariassin dudaalguna, pero sin ninguna duda también, penosamente insuficientes.

Es oportuno señalar que si hablamos de inclusión en la educación regular, esta necesidad atañe no sólo a poblaciones con capacidades diversas, sino también a otros grupos poblacionales: a estudiantes de áreas rurales, con diversidades sexuales y de género, niñas, niños, adolescentes y jóvenes trabajadores, poblaciones que trabajan , generalmente en el sector informal, poblaciones que viven en climas de violencia doméstica, institucional y social y muchas otras que por circunstancias sociales que afectan su aprendizaje, se encuentran relegados al espacio de los distraídos, indisciplinados, rebeldes, etc., en el aula regular y que luego de su habilitación educativa, sobrevivirán en el sub-empleo, la explotación, la auto explotación, el empleo circunstancial y el desempleo.

La educación regular no implica solamente el nivel pre inicial, básico y secundario de educación, aunque sean solamente éstos los que son obligatorios por mandato constitucional, por lo que muchos institutos, academias y universidades ya cuentan entre sus estudiantes con poblaciones que se encuentran en proceso de inclusión social, y esto irá en aumento en los tiempos venideros.

Hasta ahí las noticias son buenas, la accesibilidad a los centros educativos está cambiando y para bien.

Sin embargo, actualmente todas estas buenas intenciones y medidas iniciales, tienden a constituir una experiencia infernal para quienes logran participar de los procesos regulares de educación, pues en éstos espacios no se están desarrollando las medidas necesarias para que estas y estos estudiantes, diversos de varias maneras, participen de los procesos educativos siendo considerados valiosos para su contexto de alguna manera o encuentren posibilidades concretas de lograr aprendizajes que potencialicen sus capacidades: están participando en un entorno cargado de prejuicios, llenos de saberes y hábitos excluyentes, con serias limitaciones pedagógicas, didácticas y comunicacionales y un vació de percepción por parte de las autoridades, docentes, compañeras y compañeros, administrativos, madres y padres de familia que concurren durante la experiencia educativa.

Han sido invitados a la fiesta, ya están en ella, pero nadie les invita a bailar, falta la silla, el postre, etc., les han invitado, para nadie ha considerado los cambios que demanda el ser que implica su presencia y no faltan quienes arrugan la nariz cuando el invitado de palo requiere menos sal en el plato, deambulando siempre hacia el riesgo de convertirse en la invitada indeseada si no calla sus necesidades insatisfechas.

Roma no se construyó en un día dicen, y tienen razón, pero todo lo necesario para dicha construcción,  si uno quiere que algún día Roma exista realmente, tienen que llevarse a cabo desde la formulación del proyecto deseado.

Siendo la educación en esencia un proceso social, bienvenida la apertura arquitectónica y la dotación de algunos materiales comunicacionales. La amplitud y profundidad del proceso educativo demanda tomar medidas urgentes para constituir una experiencia incluyente:

Uno: La exclusión genera una brecha académica que en muchos casos es abismal. Las instituciones que abren sus puertas a poblaciones que viven algún tipo de exclusión social deben asumir con responsabilidad medidas para acortarla. La mejor alumna de un pueblito ubicado en la ribera del Madre de Dios puede originar meneítos reprobatorios, miradas suplicantes al cielo y ojos puestos en blanco entre sus docentes y compañeros si de la noche a la mañana se incorpora en un espacio de educación regular de una urbe de alto nivel de competitividad individual, donde además el resto de los estudiantes han sido tamizados por un examen de ingreso, en el que las clases y comunicaciones no se llevan a cabo en el lenguaje cotidiano que usaba en su comunidad y le demandan, de la noche a la mañana, hábitos de estudio que no le han dado tiempo ni oportunidad de formar. Así, lo que al principio se le planteó como una oportunidad, se va convirtiendo en un calvario constante y en una fuente de frustración altamente violenta, dolorosa e incapacitante.

Dos: Por más que lo nieguen y afirmen lo contrario, las y los docentes de los diferentes niveles de educación regular no cuentan con la formación necesaria para producir aprendizajes en poblaciones diversificadas cognitivamente, comunicacionalmente y volitivamente. Si bien es como buscar una aguja en un pajar, existen algunos datos sobre los bajos niveles de aprendizaje en el ámbito regular. La incorporación de poblaciones que viven algún tipo de exclusión social viene a visibilizar un problema del que ya la educación adolece hace rato. Pero esta visibilización y explicitación, esta vez innegable e inocultable, les constituye en chivos expiatorios de las falencias de todo un proceso y genera violencia y rechazo enmascarado hacia ellos (ya lo dijo el vice – ministro, ya no pueden rechazarlos de manera explícita). Un estado e instituciones que se definan como responsables y formadoras de responsabilidad, deben dar el ejemplo y asumir inmediatamente las acciones necesarias para capacitar, asesorar, supervisar y acompañar un proceso de formación docente de manera paralela a la formación de las y los estudiantes en proceso de inclusión social. Tutor para el estudiante, tutor para la docencia y tutoría al establecimiento.

Tres: Para que cualquier estudiante en proceso de inclusión social pueda vivir de manera explícita y potente su diferencia siendo valorado por su comunidad educativa y para que pueda lograr aprendizajes desde su diversidad, al proceso de abrir la puerta de la escuela, del instituto, de la academia o de la universidad, esta institución debe iniciar un proceso de concientización social, sobre el valor social que tiene la presencia de este estudiante en el proceso de formación que todas y todos están viviendo, objetivando los discursos y las acciones excluyentes y enseñando a la comunidad acciones incluyentes. La entidad educativa debe asumir que el estudiante transcurre por las aulas no sólo para informarse sobre determinadas materias, si no también, y esto es lo esencial de la educación, para establecer relaciones sociales, para producir valores sociales y construir lugares en su sociedad. Pocas personas excluyen intencionalmente, generalmente reproducimos aquello que ha sido legitimado socialmente. Y hay que aprender a incluir.

Cuatro: Lo que conocemos como ciencia es producto de un paradigma de desarrollo que ha generado las exclusiones que identificamos actualmente y que decimos estar intentando de-construir. La academia es el  dispositivo que desde este paradigma, en crisis, pone en circulación estos saberes cómo si fueran la verdady así la despliegan autoridades, administrativos, docentes, estudiantes y toda la comunidad educativa. Una educación incluyente exige de manera urgente identificar los conceptos y las estructuras desde los que se excluye cotidianamente. Es una paradoja perversa pretender la inclusión de discapacitados, anormales, enfermos, viciosos, flojos, indisciplinados, rebeldes, transtornados, incapaces, raros, adictos, deficientes, viejos, incompletos, contagiosos, agresivos, etc. Etc.,  reproduciendo mecánicamente las etiquetas que ha creado el sistema, esto es, haciendo lo mismo creyendo que es otra cosa. Hay que producir ciencia: investigar, analizar, debatir, reflexionar, ensayar. Si es otro el ser humano de este milenio, empecemos a producirlo. Las universidades deben trascender el círculo de las ingenierías y las económicas.Los movimientos que demandan las y los diferentes en su proceso de inclusión son la oportunidad que debe aprovechar el estado. Su inclusión en el ámbito de la educación podría ser un interesante principio.

Pero, pero… si asumimos a cabalidad el reto. Así nomás es.

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