Manuel Morales Alvarez
El precio de los alimentos se incrementa cada día tanto en los mercados, supermercados, tiendas, ferias, ventas o almacenes de barrio. Este incremento se presenta en casi todos los alimentos y los efectos sobre las economías familiares pueden ser significativos. La experiencia nos enseña que las personas que menos ingresos tienen sufren más las consecuencias de los incrementos en los precios de los alimentos.
En Bolivia hay pobres y existen personas que sufren hambre. Una inflación de precios puede incrementar estas condiciones.
El incremento en el precio de los alimentos daña el derecho a la alimentación.
La calidad del alimento y la cantidad del alimento está relacionado con los precios. Así, se observa, que las personas dejan de comprar alimentos caros y buscan alternativas más económicas, que necesariamente no son iguales en su calidad.
La inflación de los alimentos, es una situación que durante muchos años no generó preocupación en la población. En algunas épocas atrás, algunos alimentos escaseaban y subían de precio o los productos de temporada, como la fruta, bajaban en sus costos y volvían a una especie de equilibrio.
En los últimos meses se ha presentado un desequilibrio, que tiene que ver con la escases de los dólares en el mercado interno, porque resulta evidente –ahora- que gran parte de los insumos en la producción agrícola y pecuaria son importados. El sector campesino y empresarial, importa semillas, pesticidas, abonos, herramientas y maquinarias agrícolas, también vacunas y medicamento veterinarios. Los costos de importación, producción y comercialización de los alimentos se han incrementado con las medidas del gobierno de Luis Arce de aumentar las comisiones bancarias por transferencias al exterior en un 10% respecto a los dólares y del 20% si se trata de euros y otras monedas de países vecinos. Esto ha sido una devaluación respecto a la moneda boliviana que ha servido de referencia para la comercialización de divisas en el mercado paralelo e informal de la calle (cambistas) y de las casa de cambio. Por eso el dólar sube y se cotiza por encima de 5 bolivianos, 11 bolivianos. El gobierno de Arce ha garantizado esta “devaluación en la sombra” del boliviano respecto a las monedas extranjeras con la determinación de no regular a las casa de cambio y cambistas por parte de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero ASFI.
Otro elemento queestá presionando al incremento de los precios de los alimentos es el contrabando, tanto el de salida de alimentos como el de entrada. Durante muchos años, el modelo del MAS mantuvo cierta comodidad por el contrabando de alimentos hacia Bolivia, finalmente, el mercado interno estaba aprovisionado, a cambio de la erosión del sector productivo nacional. En el caso de la agroindustria cruceña, exporta el 60% de la producción de soya y sus derivados y el 40% lo destina al mercado interno al proveer alimento para vacas, cerdos y pollos. El contrabando no le afecta al producir commodities y no alimentos para la población boliviana.
La vista gorda del Estado Plurinacional respecto del contrabando de alimentos hacia Bolivia con serio daño al sector productivo campesino, evidencia su absoluta despreocupación por cuidar “lo nuestro” lo “hecho en Bolivia”.
El fin supremo del modelo del MAS era tener provisto en mercado interno de alimentos con productos importados, de contrabando o de origen local, sin mayor drama.
El problema del contrabando y el incremento en el costo, se vio reflejado en el tomate, cuando la demanda en países vecinos incremento su precio y los comerciantes decidieron convertir al país en una zona de tránsito, de manera que comenzó a escasear el producto e incrementarse su precio.
Las variables de falta de lluvias, sequias, granizadas y otras sí influyen en el suministro y precios de los alimentos, cada día más. El caso del trigo, con una producción nacional que apenas llega al 30% de las necesidades alimenticias es un claro ejemplo. A estas variables se suman la baja rentabilidad de los productos bolivianos en general, respecto a todos los países vecinos, lo cual al parecer tenderá a agravarse cada vez más.
Las autoridades gubernamentales no tienen planificado la realización de un Censo Agropecuario y el registro estadístico de nuestras capacidades productivas está seriamente afectado. Sin datos reales sobre la producción agropecuaria no se puede planificar ni reorientar el modelo.
En el terrero de la información, las autoridades del Instituto Nacional de Estadísticas INE y del Banco Central de Bolivia, ofrecen metodologías y datos sumamente desactualizados, con la intención de enmascarar la inflación de alimentos y reducir su impacto en el Índice de Precios al Consumidor o de la inflación en general.
Es fundamental un cambio de enfoque en la producción de alimentos en Bolivia, un sinceramiento de la información de su registro y la implementación de una nueva política sectorial verdadera productiva.
Adicionalmente, necesitamos construir mecanismos de defensa de la economía de la población y evitar el incremento del precio de los alimentos.
24 de septiembre de 2024