Contextualización de la naturaleza y sentido de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales dentro de la Iglesia Católica

Por: José Luis Aguirre Alvis (Director del SECRAD – UCB)

Hoy la Iglesia Universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor al cielo, a los cuarenta días de su resurrección. Según refería San Juan Pablo II al meditar sobre esta Solemnidad, “la contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El ‘cielo’ al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria”.

Pero a su vez San Juan Pablo II pedía: “Mientras tanto, es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de Cristo ‘se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’”. Y citando el Evangelio de San Marcos (16,15-20), recupera las palabras de Jesús, quien instruye a los Once, “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.

La base y sentido de la tarea de evangelizar está en la invitación a la salida al encuentro, al contacto, a llegar a entablar mediante el diálogo y la interrelación el signo de la esperanza en el corazón de todos los seres humanos buscándolos en todos los extremos. Evangelizar hace efectiva la misión de cada bautizado, que es llevar el mensaje de amor y de misericordia de Jesús a cada rincón de la tierra. A partir del momento de la Ascensión del Señor podemos reconocer que la tarea mayor del bautizado, es la de ser portadores del mejor mensaje, aquel que incluso antes de su mismo contenido ya libera, y libera porque lleva la esencia del amor divino, que a su vez tiene origen en la misma palabra venida desde el momento de la creación. Somos seres y hechos de la palabra, y nuestra vida que es palabra extiende el mensaje de una nueva vida por el anuncio del rostro de amor de Cristo.  

Con la finalidad de recordar, alentar y renovar la tarea del anuncio del Evangelio es que el Concilio Vaticano II, observando el cada vez más activo entorno de los medios masivos, instituyó la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. La primera Jornada tuvo lugar en 1967 con el mensaje Papa Pablo VI, titulado “La transformación socio-política del mundo y los medios de comunicación social”. 

Entonces, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, dentro de la Iglesia Católica, tiene un origen conciliar, y se celebra para atender con especial cuidado el tema de la comunicación social y de los medios de comunicación, comprendiendo su papel importante en la labor de evangelización. La comunicación social había cobrado tal importancia en los alcances del Concilio, Vaticano II, que este entregó en diciembre de 1963 el primer documento dirigido a señalar el papel de la comunicación social cual es el decreto Inter Mirifica, Decreto Sobre los Medios de Comunicación Social (4 de diciembre de 1963). En este decreto, después de que el Papa Pio XII en la encíclica Miranda Prorsus (1957) considerara a los medios como inventos maravillosos y dones de Dios, se pone en relieve su potencial, señalando que “por su naturaleza están en condiciones de alcanzar y mover no sólo a los individuos, sino a las mismas multitudes y a toda la sociedad humana”. Así mismo, en este marco, se dio lugar a la fundación en 1967 de la Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales, la que en 1989 se transformó en Pontificio Consejo. 

El interés del Papa post conciliar, Pablo VI, por la comunicación dio lugar un tiempo después a la instrucción pastoral Communio et Progressio (1971), donde de modo importante se señala que “el diálogo de la Iglesia no compete totalmente a sus fieles, sino que se extiende a todo el mundo. La Iglesia ha de proclamar su doctrina y su moral, en virtud del derecho a la información concedido a todos los humanos del que ella participa” (n.122). 

Recuperando el recorrido que se ofrece es desde 1967 que anualmente desde el Vaticano se emite un mensaje, dirigido a reconocer y avivar la labor de los operadores de los medios masivos de información, así como de los que realizan la tarea evangelizadora desde el contacto misionero mediante la comunicación interpersonal. El texto del mensaje a la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales se emite cada 24 de enero, fecha en que se celebra la memoria de San Francisco de Sales, obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia, patrono de los comunicadores sociales y de los escritores (y claro de la familia salesiana). Y la presentación del Mensaje, por el sentido mismo del hecho comunicativo, cual es la Ascensión del Señor Resucitado al encuentro de su Padre, y la misión de la Iglesia de proclamar el evangelio es que, desde 1967, se fija el domingo anterior a la fiesta de Pentecostés, correspondiendo al día de la Ascensión del Señor.  

Desde 1967, cuatro pontífices han sido los responsables de la publicación hasta 2020 de los mensajes a la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Por los distintos temas que han tratado los mensajes de los respectivos pontífices la reflexión sobre la comunicación ha oscilado entre el papel de los medios en el desarrollo social, los medios al servicio de la comunión, la evangelización desde los medios, la opinión pública, así como la comunicación respecto a sectores sociales específicos como los niños, los jóvenes, la mujer y la tercera edad, y así también ha ocupado la atención el papel y la presencia de las tecnologías de los medios hasta el uso de la Internet.  

Al Papa Juan Pablo II, le correspondió emitir el mayor número de mensajes dentro de su labor pastoral, así produjo 24 textos dedicados a esta Jornada, en los que destaca la misma comprensión gradual del papel de los medios y de la comunicación social por la Iglesia, así señalaría, el Papa Santo: “La Iglesia misma ha sabido discernir más claramente los ´signos de los tiempos´ que implica el fenómeno de la comunicación.” Al Papa Francisco, le correspondió emitir su palabra a la Jornada desde su mensaje de 2014, “La comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro”, hasta el mensaje de la fecha “Para que puedas contar y grabar en la memoria (cf. Ex 10,2), La vida se hace historia” en siete oportunidades. Mensajes desde los cuales, y de modo particularmente profundo, nos devuelve a la comprensión del hecho comunicacional solamente posible, desde su carácter de proceso humano, vale decir de espacio de encuentro dialógico, de interacción equitativa y equilibrada, además de hacernos ver la profundidad existencial misma de la presencia de la palabra en la vida de los seres humanos. Se puede decir que su comprensión altamente profunda de la experiencia de la comunicación social nos retorna al hecho originario del hablar desde el mismo cuerpo, con el reflejo de la escena del encuentro de Isabel con su prima María, y el niño saltó en el vientre de su madre ante el encuentro con la madre del salvador, o la del mismo sentido de la parábola del buen samaritano, que sería la parábola también del comunicador, cuando uno se pregunta: Jesús y ahora ¿con quién me comunico?, aludiendo al diálogo inquisitivo a Jesús donde se le pregunta ¿y quién es mi prójimo? El Papa Francisco tiene la sutileza de captar la vena misma de la experiencia comunicativa separándola de la comprensión mecánica y fría de los medios y aparatos tecnológicos, pues los medios no dialogan, los que dialogan y se alegran en un encuentro son las personas. Y con esta su visión hace sintonía cabal con su comprensión de la labor evangelizadora como una práctica centralmente comunicativa que se vive desde la salida, se opera en el encuentro y estalla en alegría infinita del descubrimiento de un otro, con el que nos liberamos, y esto asciende más allá de la “projimidad”, como diría él, para más bien experimentar la “proximidad” como posibilidad de ser en el otro. La experiencia del diálogo, a la que constantemente nos invita el Papa Francisco, para vivir la misma fe se puede encontrar leyendo en clave comunicacional su Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium, Sobre el anuncio del evangelio en el mundo actual de la que podemos sacar muchísimas pistas y lecciones.  

Con estos antecedentes, recibamos entonces el mensaje a la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 54, el de 2020, (http://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/communications/docum...) y con aquella alegría no sólo de considerarnos comunicadores sociales de oficio, sino por el hecho de reconocer que al ser bautizados y al ser designados desde la Ascensión del Señor contribuyentes vitalísimos para el anuncio del Evangelio tenemos la tarea más hermosa que cumplir: ser portadores de la mejor noticia.

La Paz, 21 de mayo de 2020