Para la reflexión política

Por Ernesto Rude – Politólogo

El reciente informe de Latinobarómetro, elaborado por la Corporación Latinobarómetro, organización privada y asentada en Santiago de Chile, monitorea y produce informes anuales basados en encuestas cara a cara con personas mayores de 18 años en 17 países de la región. Las encuestas abordan diferentes temas políticos y sociales.

El informe 2024 presenta resultados de la política regional que muestra una mejora respecto al año anterior, el apoyo de la población latinoamericana a la democracia se ha incrementado a 52%. La República Oriental del Uruguay se sitúa mayormente en la cima de la lista en diferentes variables como democracia, economía, bienestar y partidos políticos. Bolivia se sitúa con indicadores bajos o los más bajos en algunos casos dependiendo de la variable.

En general la región ha retomado la democracia para la disputa de sus intereses y conflictos, la población latinoamericana tiene buena expectativa en lo personal y familiar, pero no tiene el mismo nivel de expectativa sobre la gestión de sus gobiernos, los que se ven flanqueados por poderes fácticos, como la influencia del dinero y la presión empresarial. El informe 2024 apunta un deterioro de la autoridad pública, el aumento de la corrupción e incremento de la desigualdad y autoritarismo en la región.

La situación de Bolivia no se diferencia del panorama regional y tiene factores particulares como el problema económico, la falta de institucionalidad en medidas gubernamentales, en la justicia, en los partidos políticos, en la asamblea legislativa e incluso la desconfianza aumentó en organizaciones tradicionalmente de confianza de la población como los medios de comunicación impresos, radiales e Iglesia católica, también nos hace falta confianza entre las personas, confianza en la respuesta de la sociedad, el 88% de la población no confía en los otros.

Respecto al gobierno, el informe indica que el 91% de la población reprueba la gestión de gobierno. El 83% considera que los gobernantes lo hacen (gobiernan) para su propio beneficio, el 12% de la población cree que lo hacen para el beneficio de todo el pueblo.

Los partidos políticos han perdido la confianza y rol político. El 42% de las y los bolivianos piensa que los partidos no son necesarios para la democracia. Esto muestra la desconfianza y el rechazo de la gente al actual sistema de partidos y partidos políticos, que son casi inexistentes o el dato hace referencia directa al MAS, el único partido político vigente en sentido histórico.

Esto se debe muy probablemente a la longevidad y dinámica política de la élite nacional, que se siente incómoda con la promoción de nuevos liderazgos y no ve la necesidad de reconectarse con la sociedad y canalizar las preferencias políticas autónomas de ésta. Prefiere no agotarse mucho y presentar programáticamente sus preferencias políticas.

La asamblea legislativa, como institución natural de la representación democrática está cuestionada. El 47% de la población tiene la idea de que no puede haber democracia sin congreso y el 40% cree que la democracia puede funcionar sin congreso. Esto muestra que la población no ve en la asamblea legislativa una institución que la represente políticamente y cumpla su función de debate y lograr acuerdos entre similares y contrarios.
 
Por el contrario, la asamblea es el escenario del cual emanan las actitudes de intolerancia al pensamiento diferente, escenario alejado de la circulación de ideas, debate y diálogo. El mayor número de votos es el que manda, y se promueve desde ahí movilizaciones y desobediencias a la ley, según los interés que convenga. Gran desafío que tienen los próximos asambleístas de restituir la autoridad política de la asamblea legislativa, representativa de los intereses nacionales y principalmente fiscalizadora de la administración de gobierno.

Respecto a la oposición política, como función contraria al oficialismo gubernamental, puede responder a la expectativa de la población, ya que el 50% cree que sin oposición no puede haber democracia, mientras que el 38% considera a la oposición innecesaria para la democracia. Dado el mal mando del país, la alternativa es la oposición cuando tiene propuesta, sino sólo cumple el papel del mal menor.

El escenario político en el país muestra deterioro y la ciudadanía demanda cambios. El 40% de la población consultada considera que se requieren cambios radicales y el 23% cree la necesidad de reformas profundas. Es decir aproximadamente el 63% apoya un cambio significativo en el rumbo político del país.

Pero preocupa esta demanda por el contexto nacional que se caracteriza por la falta de apertura democrática, baja tolerancia y preferencia por el autoritarismo. El 47% de la población apoya la democracia, es decir el 53% no apoya la democracia o no acuerda con ella, ni sus procesos basados en leyes. Este dato se aproxima al 52% de la población boliviana que no le importa si un régimen no democrático asume el gobierno, mientras solucione los problemas del país.

Estas preferencias y creencias ponen en peligro el régimen democrático y su desarrollo, lo que hace más frágil el proceso de votación, conformación y principalmente aceptación democrática del nuevo gobierno y su período de funciones a iniciar en este próximo noviembre del 2025, en el marco de las leyes.

Finalmente, las y los candidatos deben ser renovadores en la visión desde dentro de la política y desde fuera. Desde dentro, deben mantener los acuerdos logrados en los frentes de candidatos, pero a la vez deben dejar el caudillismo y refrescar los partidos políticos como canales formales de los intereses sociales, dar a conocer a sus cuadros políticos y comunicación de estos actores con las organizaciones de la ciudadanía, retomar la campaña puerta a puerta sea física o virtual.

Desde fuera deben reconocer el cambio social, económico e influencia política de las regiones, las demandas y necesidades sociales, deben reconocer al mundo global y digital, deben reconocerse y reconocernos diferentes y con los mismos derechos.