Por Iván Ramos - Periodismo que Cuenta

Virginia sostiene con firmeza una pancarta que dice: "No fue suicidio, fue feminicidio". El viento agita las letras pintadas con dolor y rabia. Ha llegado hasta la misma puerta del Tribunal de Justicia, acompañada de un grupo de amigas y familiares. Juntas, forman un plantón exigiendo justicia por la muerte de Darla Rodas.

El Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca se ha convertido en el escenario de una protesta que resuena con ecos de indignación y exigencia. Familiares y amigos de Darla, una joven de 24 años cuya vida se apagó prematuramente, se han congregado para pedir una sentencia justa.

Darla falleció tras pasar más de dos semanas en terapia intensiva. La madrugada del 3 de abril de 2023, cayó del segundo piso de un edificio en la zona de San Matías de Sucre. Según su propio testimonio antes de perder el conocimiento, fue empujada por su novio, una declaración que ha marcado el rumbo de las investigaciones.

El presunto autor del crimen, identificado con las iniciales M.R.S., está imputado por tentativa de feminicidio. Actualmente, cumple detención preventiva en la cárcel San Roque de Sucre. La Fiscalía ha solicitado una condena de 30 años de prisión para él, una petición que refleja la gravedad del delito y la urgencia de justicia que claman las voces reunidas en el plantón.

Virginia y sus amigas no están solas. A su alrededor, otras pancartas y rostros comparten el mismo dolor. Las lágrimas y la determinación se mezclan en una atmósfera cargada de emociones. La audiencia conclusiva del caso de Darla es el motivo de esta manifestación. Este martes, los familiares y amigos de la joven esperan que se haga justicia, que el tribunal escuche su clamor y que la sentencia refleje la verdad de lo ocurrido aquella trágica madrugada.

El sol se alza lentamente, iluminando los rostros de quienes han venido a defender la memoria de Darla. Las voces de los manifestantes llenan el aire con un mensaje claro y contundente: no buscan venganza, sino justicia. Justicia para Darla, para que su muerte no quede impune, para que su voz, silenciada por la violencia, resuene en cada rincón de la sala de audiencias.