¿Qué modelo de agricultura precisa nuestro país?
Verdades Ocultas-La Hora de la Naturaleza
El modelo actual de agricultura en Bolivia es insuficiente e ineficiente para satisfacer las necesidades de alimentos de la población, agudiza las diferencias entre el sector agroindustrial y los pequeños agricultores. Si bien se piensa que el modelo agroexportador genera importantes divisas para el país y es eje esencial de la economía, la realidad es que provee una baja cantidad de recursos en relación a la superficie que ocupa (1.7 millones de hectáreas con una exportación tope de mil millones de dólares en el mejor de los tiempos). A modo de comparación, Holanda utiliza 900 mil hectáreas en agroexportaciones y genera un monto de 80 millones de hectáreas).
Estos datos fueron presentados en el programa “Verdades Ocultas: la hora de la Naturaleza”, difundido por ERBOL y producido por Ecotambo, la Fundación Jubileo, la Fundación Solón y el ISEAT. El analista Roger Cortez, quien presentó información relevante acerca de las diferencias entre el agronegocio (de oleaginosas y carne principalmente) y los pequeños productores, señaló que el país ingresó, con el actual Gobierno, a un dominio absoluto del sector agropecuario exportador como polo de poder, pese a ser un sector que no realiza investigación y se limita a importar la tecnología de los transgénicos y de los agrotóxicos, atentando contra la salud mientras que los pequeños agricultores están cada vez más desprotegidos y con una economía bordeando límites.
En su análisis, Cortez explica que en realidad los pequeños y medianos productores de oleaginosas están vinculados con el tráfico de tierras que se realiza desde hace varios años y que fue profundizado durante el gobierno del MAS. Indica que los pequeños y medianos productores de oleaginosas son personas de tierras altas que llegaron a Santa Cruz en los años 50 y 60. Son los encargados de avasallar áreas protegidas y territorios indígenas con el fin de ocupar las tierras temporalmente y luego venderlas a intermediarios y grandes productores, quienes a su vez las revenden a productores extranjeros. El analista hizo referencia al trabajo del investigador Cándido Tancara, quien demostró esta situación con su estudio del tráfico de tierras en la Chiquitania antes y después del incendio del año 2019. Pese a esto, el agronegocio sustenta la economía del departamento de Santa Cruz a través de un conjunto de actividades que la dinamizan, siendo un tema de debate central al momento de proponer alternativas a este modelo de desarrollo.
En consecuencia, según se expuso en el programa, el fondo del análisis debiera ser el modelo agroexportador fallido e improductivo que no garantiza una provisión de alimentos para el país. La mayor parte de la producción del agronegocio se va a la exportación en torta de soya y aceites, quedando en el país muy poco en alimento de ganado y aceites de cocina. Gran parte de los alimentos en Bolivia proviene de la importación (alrededor de 600 millones de dólares) y de los pequeños agricultores que han sido muy poco atendidos desde el Gobierno del MAS hasta el actual.
Fabrizio Uscamayta, coordinador del proyecto EcoTambo, en su análisis señala que la cantidad de agrotóxicos y fertilizantes que importa el país es de alrededor de 300 millones de dólares anuales además de los subsidios en combustibles; esto hace que este modelo sea ineficiente y no aporte a un modelo sostenible de agricultura.
Según Cortez, el modelo de desarrollo del país no cambió desde los años 40, cuando el plan Bohan planteó el desarrollo con la marcha al Oriente y el impulso de la agroindustria y de los sectores hidrocarburífero y de minerales. Continuar con este mismo planteamiento, lleva a un desajuste económico general y presenta enormes riesgos a futuro en seguridad alimentaria, pérdida de biodiversidad, deforestación y, uno de los aspectos más graves, es que genera altos índices de pobreza. El invitado considera que lo que se debe hacer es promover un reencuentro entre sociedad y naturaleza con propuestas de desarrollo, que permitan cubrir las necesidades de la gente en educación, salud y bienestar. Los recursos provendrían de la producción de alimentos sanos con la ampliación de la frontera agrícola en tierras desiertas como el Altiplano, acompañando con un cambio en la matriz energética (impulso a pequeñas y medianas hidroelectricas y energía solar) y la promoción del turismo comunitario y de naturaleza.
En criterio de Roger Cortez, se trata de encender la esperanza de que otro camino en el país es posible. Bolivia es un país plural y, desde esa perspectiva, se debe establecer el desarrollo político, económico y social, agregó.