DESASTRE
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Un país en llamas: la urgente necesidad de debatir sobre los incendios y el desarrollo sostenible

Foto: Gobernación de Santa Cruz.

Por Iván Ramos - Periodismo que Cuenta

Amanece en Urubichá y Ascensión de Guarayos, pero el sol se ha convertido en un eco lejano. Desde hace semanas, los rayos del alba luchan por atravesar la densa cortina de humo que asedia la región, ahogando la luz y dejando una atmósfera irrespirable. Cada día, las llamas avanzan un poco más, dejando tras de sí una estela de desolación y sufrimiento.

“No he visto el sol, imagina cómo es para quienes viven aquí”, describe Martín Pérez, coordinador nacional de Solidar Suiza en Bolivia. “Están surgiendo efectos colaterales graves: primero, problemas respiratorios; y lo más crítico es la alarmante escasez de agua, no solo en nuestra zona, sino en todo el país”.

En medio de la emergencia, Martín Pérez enfatiza la necesidad urgente de reponer el debate sobre el desarrollo en Bolivia. “Si no discutimos la interrelación entre los incendios, la producción ganadera y la agricultura cada año, las consecuencias serán aún más devastadoras”.

La falta de regulación ha permitido que el fuego se expanda sin control. “Los frentes son extensos, de 60 a 70 kilómetros. Aunque hay pequeños focos que se apagan, frecuentemente se reactivan por la intervención humana”, explica Pérez, la preocupación marcando su rostro.

Junto a su equipo de Solidar Suiza y Helvetas Bolivia, trabaja incansablemente, llevando agua, alimentos y medicamentos a los voluntarios y a la población que sufre las consecuencias de los incendios. “¿Extender el terreno para la ganadería o la soya es el futuro?”, se pregunta retóricamente. “El costo es alto. Si no discutimos estos incendios, el próximo año enfrentaremos consecuencias aún peores”.

Un ligero aguacero ha logrado aminorar la ferocidad del fuego, pero los focos se reactivan con rapidez, como si fueran impulsados por una fuerza invisible. “En algún momento, el fuego se extinguirá, pero el país debe debatir cómo evitar que esto vuelva a ocurrir. Si no tomamos acción ahora, el próximo año será aún más grave”, advierte.

La crisis no se limita a los bosques de la Amazonía. La sequía se extiende como una sombra ominosa sobre todo el país, pues la humedad que generan los bosques se disipa en el aire, dejando un vacío que afecta a todas las regiones. “Es un ecosistema interconectado. Nuestros pulmones absorben esa humedad y la devuelven en forma de agua a nuestras ciudades. Este ciclo se está rompiendo. Menos bosques significan menos agua, y eso equivale a menos vida”, subraya Pérez, haciendo un llamado urgente a la reflexión.

La desesperación se apodera de la gente, que lo está perdiendo todo. Jóvenes valientes se lanzan al combate contra las llamas, armados con lo poco que tienen, mientras el fuego avanza implacable y voraz.
En la comunidad Nueva Generación, en el municipio de Riberalta, un incendio forestal arrasó al menos diez viviendas. Un video documenta la magnitud del desastre ambiental, capturando la desgarradora imagen de un poblador arrodillado, impotente, viendo cómo el fuego devora su hogar ante sus ojos.

Ante esta catástrofe, el gobierno de Bolivia declaró “desastre nacional” el 30 de septiembre. En un mensaje junto a la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, el presidente Luis Arce dio a conocer la grave situación que enfrenta el país. Desde el 2 de junio, los incendios han consumido 6,9 millones de hectáreas, de las cuales 4,6 millones son bosques y 2,3 millones son pastizales, según el ministro de Medio Ambiente y Aguas, Alan Lisperguer.

El futuro de Bolivia pende de un hilo, y la urgencia de un debate nacional se hace cada vez más apremiante, mientras el eco de las llamas resuena en cada rincón del país.