Entre cross, rodadas y pedales
Vía: Agencia de Noticias Ambientales (ANA)
En algunos sitios había charcos, barro y hondonadas, no era posible evitarlos al bajar a velocidad, así que ni modo, había que cruzarlos raudamente como si estuviéramos haciendo bicicross, al menos de nadie se desarmó su bicicleta.
Texto: Vladimir Ledezma Maldonado
La Paz, noviembre de 2021 (ANA).- En un domingo caluroso y despejado, el nuevo destino de la rodada de Bicisur sería Tahuapalca, una población de Río Abajo, a algo más de 35 kilómetros de La Paz, para ello se conformaron dos grupos de ciclistas de los doce que fuimos: uno salió conduciendo a las 07:30 desde el parque Las Cholas hasta la localidad de El Palomar: como una hora y quince minutos.
Desde luego, las excursiones ciclísticas en La Paz no son precisamente uniformes, el camino, con subidas, bajadas, caminos de tierra y el polvo de los motorizados es algo accidentado, pero sumamente divertido cuando se le toma el ritmo.
Descenso vertiginoso
Primero había que rodar hasta el barrio paceño de Bolognia, de allí subir bordeando el Valle de la Luna y atravesando un par de túneles, ya una vez arriba comenzaba un vertiginoso descenso, sin embargo mucho más descansado: Mallasa, puestos de recreo y comida, el zoológico Vesty Pakos, en fin, todo quedo atrás, finalmente llegamos al puente de Jupapina, desde allí sería otra historia, pues hasta el lugar todo era una linda bajada…para algunos.
Había que ascender por una ruta serpenteante hasta las proximidades de Lipari, donde hay una tranca vehicular. Bueno, como ya agarramos ritmo iniciamos la subida. Una vez arriba nuevamente a descender hasta Huajchilla, después Carreras y por fin El Palomar. Allí, en la plaza de esa población esperamos al resto del grupo, que venía con el minibús llevando nuestras pertenencias, para reunirnos todos.
Bordeando el Río La Paz
Eran alrededor de las nueve y nuestro siguiente objetivo sería llegar a Tahuapalca, con la localidad de Huaricana de por medio. Para ello, al principio fue necesario seguir una vía que recientemente estaba en proceso de ser pavimentada, más adelante el camino era de tierra bordeando la ancha cuenca del río La Paz, que en la ciudad aún recibe el nombre de Choqueyapu.
También fue posible comprobar que el barbijo no solo se lo emplea para prevenir el Covid 19, sino para no respirar el polvo ni el humo de los motorizados, en los nevados también se lo utiliza para dar un poco de calor al rostro.
Charcos y hondonadas
Ya en el camino de tierra, las pendientes eran regulares, aunque en algunos sitios había charcos y hondonadas, no era posible evitarlas por la velocidad de la bajada, así que ni modo, había que cruzarlas raudamente como si estuviéramos haciendo bicicross. Más bien que de ninguno se desarmó su bicicleta.
El panorama era alucinante, en un sitio se podía ver una de las cumbres del Illimani a muy corta distancia, la ruta continuaba entre molles, maizales y curiosas formaciones geológicas a la vera del camino, donde no faltó algún túnel ni alguno que otro motorizado desconsiderado que tras bocinear nos dejaba su polvo como recuerdo.
Tahuapalca
Ya eran algo más de las once de la mañana, hasta que luego de cruzar un largo puente, y continuar por un tramo de casi dos kilómetros, por fin llegamos a Tahuapalca, nuestros altímetros marcaban los 2400 msnm, o sea que en el supuesto caso de que nos hubiéramos dirigido a Cochabamba, habríamos tenido que subir.
Ya al retorno, luego de hidratarnos un poco, retornamos hasta La Paz en el minibús que nos siguió, siempre esperando a cualquiera que por una razón u otra se haya rezagado. Es que los equipos de ciclistas no abandonan a nadie. Algunos hicieron el recorrido de subida hasta La Paz, casi cien kilómetros pedaleando.
Y es que hay tantos y tan bellos lugares a los que se puede ir en La Paz, ya sea a las montañas, a los Yungas, al lago, a Río Abajo…una vez más queda demostrado que la práctica del montañismo, del excursionismo, del ciclismo, entre otros deportes similares, llenan de vida a quienes tienen la voluntad de ejercerlo.