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En Bolivia los sitios Ramsar están en peligro de extinción por incumplimiento de las leyes

AGENCIA DE NOTICIAS AMBIENTALES

Desde los paisajes imponentes de bofedales altoandinos plagados de vegetación en cojín y suelos bañados por agua de glaciares, fuentes de agua y ríos que transcurren hacia los exuberantes humedales amazónicos, formados por bastas llanuras, aluviales, que albergan una gran biodiversidad de mamíferos, aves y peces, y que son afectados por los incendios, la actividad minerael cambio de uso de suelo y la falta de cumplimiento a las normativas para preservarlos en Bolivia.

Vista del Lago Titicaca, sector próximo a la Isla Pariti.  En primer plano se observa el desarrollo de plantas de Totora.  Foto: Máximo Liberman.

Un informe de la Defensoría del Pueblo de 2024 alertó que 6 de los 10 sitios Ramsar del país fueron afectados por los incendios forestales ocurridos el año pasado, incluyendo el Pantanal boliviano, Bañados del Izozog y Río Parapetí, Laguna Concepción, y los humedales Río Yata, Río Matos y Río Blanco en Beni. Se advierte sobre el daño a la biodiversidad de estos humedales de importancia internacional, afectando especies que solo habitan en estos sitios.

Gaviotas forrajeando en un bofedal de la Reserva de Fauna Eduardo Abaroa (Sitio RAMSAR). Foto Máximo Liberman

De acuerdo al Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), Bolivia, cuenta con 198 áreas protegidas: 23 nacionales (24 con El Choré), 29 departamentales, 141 municipales, cuatro indígena originario campesina. Además, con 11 Sitios Ramsar y 12 reservas forestales.

Este conjunto de sitios de conservación fue denominado Sistema Plurinacional de Áreas Protegidas y Ecosistemas Estratégicos (SPAP-ECOS).



Bofedales afectados por aguas contaminadas por la explotación del oro en Apolobamba. Foto: Máximo Liberman

Los humedales, bofedales son vitales para la conservación de especies amenazadas y la regulación del clima, y Bolivia es el país con la mayor superficie de sitios Ramsar del mundo.

Al parecer un año después estas condiciones no cambiaron de acuerdo a varias fuentes entrevista das por la Agencia de Noticias Ambiental (ANA), entre los cuales se destacan las biólogas: Arely Parabral del Herbario Nacional de Bolivia del Instituto de Ecología de la UMSA; Rosa Isela Meneses, con especialidad en botánica de ecosistemas de alta montaña, además de Máximo Alejandro Liberman Cruz del Instituto de Ecología de la UMSA y consultor en estudios de impacto ambiental; y Mauricio Herrera que trabaja en “Aves Bolivianas” en Beni.

Flamencos de Pastos Grandes. Foto Máximo Liberman

Los cuatro están alarmados por la falta de cumplimiento a las normativas para salvaguardarlos. A propósito, en Bolivia, la conservación de los sitios Ramsar se sustenta en la Ley Nº 2357 de 2002, que aprueba la Convención de Ramsar, y en la Ley Nº 1333 del Medio Ambiente de 1992, que establece a las áreas protegidas como patrimonio estatal y su deber de conservarlas bajo planes de manejo. También, decretos supremos (DS) como el Nº 2311 de 2015 exigen la aplicación de los convenios internacionales en actividades mineras dentro de sitios Ramsar y decretos más recientes como el DS5202 de 2024 regulan los planes de manejo para áreas protegidas.



Turistas disfrutando del paisaje de un bofedal y la Laguna Negra, Nor Lípez(Sitio RAMSA) Foto Máximo Liberman

Incumplimiento legal

El biólogo Máximo Liberman hace referencia a lo que ocurre en Laguna Pastos Grandes,Nor Lípez, donde existen sitios Ramsar protegidos por leyes que son vulnerados a pesar de su importancia planetaria.

Llamas pastoreando en un bofedal en Nor Lípez, Potosí. Foto Máximo Liberman

“La empresa rusa Rosatom, que trabaja en esta zona ha intervenido con las infraestructuras, han construido caminos, cortando todo el sistema de drenaje de las aguas que se acumulan en la alta montaña, donde hay fuentes de agua que están afectando a los humedales y, por lo tanto, a la vida de sobre todo las llamas”, subraya.

En este contexto señala que “Bolivia es uno de los últimos países en hacer cumplir las normas nacionales e internacionales”.

Otro caso emblemático es el referido a Chile, que para la explotación del litio aprovecha las aguas de los humedales y que en muchos casos afectan a distintas especies, la vida de las personas y sus territorios.

Viscachas  también se alimentan en los humedales. Foto Máximo Liberman

Señala que, sin el agua subterránea de los humedales, Chile prácticamente perdería todos sus ingresos, al ser actualmente el segundo productor de litio a nivel mundial.

“No soy nada optimista porque realmente el tema minero, el tema de los incendios forestales, hay que hacer cumplir las normas, porque el gobierno de Bolivia ha firmado; entonces, es la única forma de parar todo este desastre ambiental que afecta a la fauna de camélidos, además de aves, roedores y las lagartijas que son afectadas al vivir en estos ecosistemas tan particulares”, manifiesta.

Vicuñas pastoreando en un bofedal de Nor Lípez. Foto Máximo Liberman

En esa misma línea, para Rosa Isela Meneses especialista en botánica de ecosistemas de alta montaña, por la “explotación minera” sin importar las consecuencias se abren caminos en medio de bofedales.

“Aquí, lo que le interesa a un minero es llegar a su mineral. Entonces, van a abrir su camino, van a cortar los flujos del agua, van a fragmentar y poco a poco el bofedal se va a ir secando”, agrega.

Paralelamente existe el peligro que se pueda salinizarse el bofedal y como en el caso de Ulla Ulla la vegetación en cojín se está perdiendo sin tomar en cuenta que absorben el CO2 y proporcionan oxígeno.

Guallatas en un bofedal de Sud Lípez. Foto Máximo Liberman

Minería y la contaminación de bofedales

La bióloga Arely Parabral, argumenta que en el caso de los bofedales de altura existen ciertos ecosistemas, que son reservorios de carbono, pero por desconocimiento están camino a “extinguirse”.

“Por los usos que se les da de forma inadecuada, principalmente por la actividad minera que esta exagerada en nuestro país y sin control por los precios del mineral y toda la situación económica”, remarca la experta.Lo que directamente afecta a los bofedales, por un lado, los contamina con los metales pesados, y en algunos casos se desvíen las aguas de los bofedales que luego podrían secarse.

Detalle  de los frutos del Pacú (Oxicloe andina). Foto Máximo Liberman

“Entonces toda la materia orgánica que tenía que bajar, va a empezar a descomponerse,lo que puede exacerbar más aún el problema del cambio climático que vivimos en la actualidad, con generación de gases de efecto invernadero y la descomposición de grandes cantidades de materia orgánica que se llama un proceso de metanogénesis que se tendría que estudiar en nuestros ecosistemas de altura como nuestros humedales “, subraya.

Por su parte, el biólogo Mauricio Herrera que trabaja en “Aves Bolivianas” donde se busca preservar a la Parada Barba Azul, desde los Llanos de Moxos que son la tercera sabana inundable más importante de Sudamérica.

Para este profesional el riesgo principal en este sector de tierras bajas como en Beni es el nuevo plan de uso de suelo que afecta a los ecosistemas llamados curichi.

Artesanía realizada con la totora en la Isla de Pariti. Foto: Máximo Liberman.

“Ahora resulta que están cambiando este tipo de suelo, lo están modificando de estas áreas que eran destinadas a pastoreo extensivo, lo están volviendo cultivo tanto de arroz como soya”, hace notar al señalar que no se cumplen las leyes.

“El agua aquí viene de golpe durante las temporadas de lluvia, la están drenando para los cultivos de arroz, entonces esto a la larga, cambia todo el ciclo hídrico de esta área, y todo se terminan fregando, comenzamos a vivir lo mismo que Santa Cruz en la zona de las tierras bajas del este, donde principalmente están menonitas, donde los suelos ya han muerto”, remarca.

Plantas de totora en el lago Titicaca. Foto:Máximo Liberman.

La meta 30×30 es un objetivo global, parte del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, que busca proteger y gestionar de forma efectiva, al menos, el 30% de las tierras, aguas continentales, costeras y marinas del planeta para el año 2030. Esta iniciativa pretende asegurar que la naturaleza pueda prosperar, proporcionando beneficios vitales para la sociedad, como la captura de carbono, el apoyo a polinizadores y la provisión de alimentos y recreación. Bolivia se ha comprometido con esta meta y es nuestro derecho y deber que se cumpla con ella.