CHIQUITANIA
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Austrolebias ayoreode, el nuevo pez boliviano recuerda a un pueblo indígena en aislamiento voluntario

LA REGIÓN

Rocío Lloret Céspedes

Allá dentro del bosque Abayoy —considerado casi endémico de Bolivia— en la Chiquitania, hay miembros de un pueblo indígena en aislamiento voluntario: los Ayoreos. Se dice de ellos que recorren estos parajes, situados en el interior del Área de conservación e importancia ecológica Ñembi Guasu, y dejan indicios de su presencia con una sandalia que alguien halló, o una colmena a la que recién le extrajeron la miel. Su única protección es un decreto aprobado en 2012.

En ese territorio, caracterizado por su clima cálido-seco, quedan cada vez menos cuerpos de agua, lagunas o charcos. Espacios donde una familia de peces —los Rivúlidos— viven en situaciones extremas, ya que en algunos casos, basta con que la hembra desove en un poco de tierra húmeda o barro, para que en una siguiente lluvia, las crías nazcan.

Aún no todas las especies de Rivúlidos han sido estudiadas, pero hace cinco años, Heinz Arno Drawert y Carlos Ergueta, investigadores del Museo de Historia Natural “Noel Kempff Mercado” de Santa Cruz, recogían datos de biodiversidad para la creación de Ñembi Guasu como área protegida y hallaron una especie que inicialmente creían, podía tratase de Australebias accorsii.

Carlos Ergueta en busca de rivúlidos en una de las más de 40 pozas muestreadas en la zona.

Esta había sido descrita en 2015, pero tal trabajo tenía poco sustento científico, porque los autores tomaron ejemplares de un solo lugar, explica Drawert a La Región. “Incluso se creía que era una especie no válida, que estaba confundida”.

Tras estudiar nuevamente a AAccorssi, los expertos redescribieron sus características, y ¡oh sorpresa! hallaron que en sus manos tenían una nueva especie para la ciencia.

Un largo camino

Heinz Drawert sacando fotos de la nueva especie en vivo in situ.

Aunque aquello parece sencillo, a Drawert y Ergueta les tomó tres años hacer el estudio. En junio de 2019, cuando vieron por primera vez al pequeño pez, no tenían el permiso correspondiente que otorga la Dirección General de Biodiversidad para colectar o tomar un ejemplar. Únicamente pudieron tomarle fotos de mala calidad y georeferenciar el punto de hallazgo: dos charcos cerca a la frontera con Paraguay. “Determinamos que solo estaban ahí luego de revisar 40 o 50 charcos en toda la zona”, dice Heinz.

Con la firme intención de volver ya con las autorizaciones correspondientes, los científicos revisaron sus imágenes y ya tenían indicios de que se trataba de algo nuevo. Llegaron a la etapa de determinar a qué genero correspondía la posible nueva especie —Autrolebias—, pero no avanzaron más. Entre otras cosas, porque casi después de su salida de Ñembi Guasu, el poco estudiado bosque ardió como consecuencia de los incendios de sexta generación que azotaron a Bolivia en 2019.

“Cuando volví en diciembre de 2019 ya no lo encontré (al pez). Carlitos entró también alguna vez y nada. Yo volví en 2020, tampoco. Pensaba que lo habíamos perdido y dijimos: una de las tantas especies que se extingue antes de que se la pueda describir”, afirma Drawert.

Pero en 2021, justo en el mismo lugar donde habían visto a los primeros ejemplares, lograron capturar otros con las autorizaciones correspondientes para estudiarlos. Esta vez anotaron en sus apuntes que las lagunas estaban una a cuatro kilómetros de la otra y eran las únicas a varios kilómetros a la redonda.

Comparar para describir

Como la información sobre Austrolebias accorssi era deficiente y solo se encontraba en Brasil, los expertos decidieron ubicar el lugar de donde se tomó a los individuos de esta especie para reeestudiarla. A este procedimiento se lo conoce como hacer una investigación por topotipo. De esa manera entraron al Chaco y encontraron bastantes ejemplares, los pusieron en la mesa junto a la especie colectada en Ñembi Guasu y una tercera, para hacer una comparación detallada.

Gracias a este trabajo, no solo se registró una nueva especie boliviana para la ciencia, sino que se redescribió otra de manera más precisa. Ya con toda la información necesaria, Drawert y Ergueta estaban listos para escribir su investigación, aunque faltaba lo principal: ponerle un nombre al nuevo pez.

Los últimos indígenas fuera de la Amazonia

“Inicialmente la íbamos a llamar (a la especie) Abayoy, iba a ser Australebias abayoy, pero vimos que esta especie no está en todo el Abayoy, sino solo en una partecita, que es la parte más sur de Bolivia. Y que justo concuerda con el territorio donde están ayoreodes en aislamiento voluntario. Son dos o tres grupos que están allá abajo, son los últimos indígenas fuera de la Amazonia y hay vestigios de ello. Nosotros hemos visto cuando estuvimos en la zona, un árbol de donde habían sacado miel. Y la gente del lugar, tenía una sandalia, alguna herramienta de piedra, cosas así. Están ahí y el nombre se debe a que comparten el hábitat con Australebias ayoreode”, cuenta Heinz.

Hábitat de Austrolebias ayoreode.

Tanto los peces como los indígenas que están en esta zona necesitan medidas de conservación de su territorio o hábitat. En el caso del pez, las lagunas donde fueron hallados por primera vez en 2019, fueron alcanzadas por el fuego. La hipótesis de los investigadores es que los incendios fueron en el corazón de la época seca, entre agosto y septiembre, por lo que los charcos estaban secos. “Y como son Rivúlidos estacionales, no había adultos, solamente huevos enterrados. Probablemente esto salvó a unos cuantos al menos, de los huevos, que sobrevivieron al incendio”.

Estado de conservación

Austrolebias ayoreode.

Ni Austrolebias ayoreode ni Australebias accorssi tienen muy buen augurio si no se trabaja en su protección. Por un lado, A. Accorssi tiene una distribución más amplia, pero está en una zona de expansión de agricultura industrial en el Chaco boliviano. Los cultivos de soya ya llegan hasta los bañados del Izozog, lugar donde habita precisamente.

Del mismo modo, se ha encontrado ejemplares dentro del Parque Nacional Kaa Iya del Gran Chaco, pero esta área protegida ha sufrido incendios en los últimos años, por lo que las poblaciones de peces no logran recuperarse fácilmente.

“Otro tema que complica a las especies es el cambio climático y la temperatura en época seca, define la relación sexual en la siguiente generación. Entonces, si hace más calor, puede ser que nazcan puro machos o puro hembras, y eso sería el fin de la especie”.

Similares amenazas comparte Autralebias ayoreode, con el agravante de que tiene una distribución súper restringida y no tiene poblaciones conocidas en áreas protegidas seguras. Está en Ñembi Guasu, él área protegida del pueblo guaraní, pero la situación legal es bastante frágil e incluso hay un proyecto de construcción de una carretera. “Si esta pasa cerca de los charcos, es el fin para Aayoreode”, lamenta Drawert.

En tal sentido, AAccorssi está catalogada como una especie “Vulnerable” a la extinción, y AAyoreode, “En Peligro”, la segunda de mayor amenaza antes de “Peligro crítico”.

Lee aquí es estudio completo.