África rezagada en acceso a energía sostenible
La Paz, 8 de junio (ANA).- Durante la última década, un mayor porcentaje de la población mundial obtuvo acceso a la electricidad; sin embargo, la cantidad de personas que no tienen electricidad en África al sur del Sahara de hecho aumentó. Si no se intensifican considerablemente los esfuerzos en los países con los mayores déficits, el mundo seguirá sin poder garantizar el acceso universal a energía asequible, confiable, sostenible y moderna para 2030, de acuerdo con el documento Tracking SDG 7: The Energy Progress Report que dio a conocer el Organismo Internacional de Energía, la Agencia Internacional de Energías Renovables, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud.
Etiopía en tercer lugar de déficit de acceso a la electricidad
Según el informe, desde el año 2010, se ha avanzado significativamente en varios aspectos del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 7, pero el progreso no ha sido equitativo en todas las regiones. Aunque más de mil millones de personas obtuvieron acceso a la electricidad a nivel mundial a lo largo de la última década, el impacto financiero de la COVID-19 ha hecho que 30 millones más de personas, la mayoría de ellas situadas en África, no puedan afrontar el costo de los servicios básicos de electricidad.
Nigeria, la República Democrática del Congo y Etiopía tuvieron los mayores déficits de acceso a la electricidad, con lo cual Etiopía ha desplazado a la India y ocupa el tercer lugar.
En el mundo, la cantidad de personas sin acceso a la electricidad disminuyó de 1200 millones en 2010 a 759 millones en 2019. Se aceleró especialmente la electrificación mediante soluciones descentralizadas basadas en energías renovables. La cantidad de personas conectadas a minirredes aumentó más del doble entre 2010 y 2019, y subió de 5 millones a 11 millones de personas. Sin embargo, habida cuenta de las políticas actuales y planificadas, y debido a los impactos de la crisis provocada por la COVID-19, se estima que 660 millones de personas, la mayoría de ellas en África al sur del Sahara, seguirán sin tener acceso a la electricidad en 2030.
Un tercio de la población mundial carece de acceso a formas limpias de cocinar
Al mismo tiempo, en 2019, alrededor de 2600 millones de personas seguían sin tener acceso a formas limpias de cocinar, lo que equivale a un tercio de la población mundial. Este progreso que en gran medida está paralizado desde 2010, provoca millones de muertes cada año debido a la inhalación de humos de cocina, y si no se toman medidas rápidas para ampliar el acceso a formas limpias de cocinar, el mundo no alcanzará su meta por un 30 % para el año 2030.
La situación de acceso en la región de África al sur del Sahara se caracteriza por un crecimiento demográfico que supera los logros en cuanto a la cantidad de personas con acceso, de modo que 910 millones de personas en la región no tienen acceso a formas limpias de cocinar. Los veinte principales países con déficit de acceso representan el 81 % de la población mundial sin acceso a tecnologías y combustibles limpios.
Entre estos, la República Democrática del Congo, Etiopía, Madagascar, Mozambique, Níger, Uganda y Tanzania tenían el 5 % o menos de sus poblaciones con acceso a formas limpias de cocinar. La buena noticia es que Indonesia, Camboya y Myanmar registraron progresos todos los años durante el período de declaración.
En este informe se examinan diversos modos de salvar la brecha para cumplir con el ODS 7, principalmente el objetivo de aumentar de manera significativa las energías renovables, que han demostrado ser más resilientes que otras partes del sector energético durante la crisis provocada por la COVID-19. Aunque el uso de energías renovables ha registrado un aumento sin precedentes a lo largo de la última década, su proporción del consumo final total de energía permaneció estable, dado que el consumo mundial de energía aumentó a una tasa similar.
Energías renovables en el sector de electricidad
Las energías renovables son las más dinámicas en el sector eléctrico: lograron un crecimiento cercano al 25 % en 2018, mientras que los avances en los sectores del transporte y la calefacción han sido mucho más lentos.
Más de un tercio del aumento en la generación de energías renovables en 2018 puede atribuirse a Asia oriental: este se vio impulsado por una gran aceptación de las energías solar y eólica en China. Los mayores avances en materia de energía renovable a nivel nacional en 2018 se observaron en España, debido a una mayor generación de energía hidroeléctrica, seL¿guida por Indonesia donde la rápida aceptación de la bioenergía para la generación de electricidad desempeñó un papel esencial. Con el propósito de aumentar de manera significativa la proporción de energía renovable en consonancia con la meta del ODS 7, los esfuerzos actuales deben acelerarse en todos los sectores de uso final para ampliar la aceptación de las energías renovables y, al mismo tiempo, contener la demanda total de energía.
Las mejoras en materia de uso intensivo de energía (como indicador sustitutivo de eficiencia energética) se están alejando de la meta establecida en el ODS 7 para 2030. En 2018, la tasa de mejora en el uso intensivo de energía primaria mundial fue de 1,1 % en comparación con 2017, la tasa de mejora anual promedio más baja desde 2010. Para alcanzar el objetivo, la mejora anual deberá ser del 3 % en promedio hasta el 2030.
No dejar a nadie atrás
La aceleración del ritmo de avance en todas las regiones y los indicadores requerirá de un compromiso político más firme, planificación en materia de energía a largo plazo y políticas e incentivos a escala que sean adecuados para estimular la rápida aceptación de las soluciones de energía sostenible.
Aunque las inversiones en energía limpia siguen proviniendo principalmente del sector privado, el sector público sigue siendo una importante fuente de financiamiento y desempeña una función central en cuanto al aprovechamiento del capital privado, especialmente en los países en desarrollo y en el contexto posterior a la COVID-19.
Uno de los indicadores más recientes del informe, los flujos financieros públicos internacionales hacia los países en desarrollo, muestra que el apoyo financiero internacional sigue concentrándose en unos pocos países y no llega a muchos otros más necesitados. Los flujos hacia los países en desarrollo para respaldar la adopción de energías limpias y renovables alcanzó los USD 14 000 millones en 2018, y solo un 20 % se destinó a los países menos adelantados, que están más lejos de alcanzar las diversas metas del ODS 7. En los próximos años, se deberá poner mayor énfasis en “no dejar a nadie atrás”.
Puntos destacados de las metas del ODS 7
Acceso a la electricidad. Desde 2010, más de 1000 millones de personas han tenido acceso a la electricidad. Es decir, en 2019, el 90 % de la población del planeta estaba conectado. No obstante, 759 millones de personas siguen sin tener electricidad, y cerca de la mitad de ellas vive en zonas frágiles y afectadas por conflictos. A pesar del progreso acelerado de los últimos años, es poco probable que se alcance la meta de acceso universal para 2030 establecida en el ODS, lo que significa que aproximadamente 660 millones de personas no tendrán electricidad, en especial si la pandemia de COVID-19 dificulta seriamente los esfuerzos de electrificación.
Todavía existen desigualdades regionales y el déficit de acceso se concentra especialmente en África al sur del Sahara, que representa tres cuartos del déficit mundial. América Latina y el Caribe, Asia oriental y Asia sudoriental están avanzando hacia el acceso universal, ya que más del 98 % de su población tiene acceso a la electricidad, mientras que en África al sur del Sahara menos de la mitad de la población tiene acceso a ese recurso.
Entre los veinte países con mayores déficits de acceso, Bangladesh, Kenya y Uganda mostraron la mayor mejora desde 2010, gracias a unas tasas de crecimiento anual de la electrificación superiores a tres puntos porcentuales, impulsadas en gran medida por un enfoque integrado que combinaba la electrificación solar en red, en minirred y sin conexión a la red.
Formas limpias de cocinar. En 2019, el porcentaje mundial de personas sin acceso a tecnologías y combustibles limpios para cocinar fue del 66 %, lo que significa que casi 3000 millones de personas, o un tercio de la población mundial, no tenían acceso. Desde 2010, la tasa de acceso mundial a soluciones en materia de formas limpias de cocinar creció el 1 % anual, con mejoras atribuibles en su mayor parte al progreso en las regiones de Asia central y meridional y de Asia oriental y sudoriental.
Por el contrario, el progreso en el acceso a formas limpias de cocinar en África al sur del Sahara fue más lento que el crecimiento demográfico, y algunos países de la región presentaron pocas o nulas mejoras en las tasas de acceso. Por primera vez, en 2019, en África al sur del Sahara vivían más personas sin acceso a tecnologías y combustibles limpios que en cualquier otra región. Cerca de 900 millones de personas, o alrededor del 85 % de la población de la región, carecen de acceso a formas limpias de cocinar, lo que representa el 35 % del déficit de acceso mundial.
Las tendencias actuales sugieren que a menos que se actúe con rapidez para ampliar el acceso a formas limpias de cocinar, el mundo no logrará alcanzar el objetivo de acceso universal por casi un treinta por ciento, lo que significa que en el 2030 solo tendrá acceso el 72% de la población.
De los veinte países principales con el mayor número de personas sin acceso a tecnologías y combustibles limpios para cocinar, 10 se encuentran en África al sur del Sahara (Nigeria, Etiopía, República Democrática del Congo, República Unida de Tanzanía, Uganda, Kenya, Mozambique, Madagascar, Ghana y Níger), 6 se encuentran en Asia oriental y sudoriental (China, Indonesia, Filipinas, Myanmar, Vietnam, República de Corea) y cuatro están en Asia central y meridional (Afganistán, Bangladesh, India y Pakistán). Durante el período 2010-19, los cinco países más poblados de ingreso bajo y mediano (China, India, Indonesia, Brasil y Pakistán) aumentaron su tasa de acceso combinado en un dos por ciento, mientras que el progreso en todos los demás países de ingresos homólogos no registró cambios o permaneció paralizado durante el mismo período.
A fin de garantizar que nadie se quede atrás, se debe asignar prioridad al compromiso político y los incentivos financieros en todos los países con déficit de acceso para alcanzar la meta universal del ODS 7.
Energías renovables. La crisis provocada por la COVID-19 tuvo como resultado aproximadamente un crecimiento interanual del siete por ciento en la generación de electricidad renovable, respaldada por contratos a largo plazo, costos marginales bajos, acceso prioritario a las redes e instalación de capacidad para generar nuevas energías renovables.
Por el contrario, en 2020 disminuyó la proporción de energía renovable en los sectores del transporte y la calefacción. La electricidad renovable representa casi la mitad del consumo mundial de energía renovable moderna y tres cuartos de su aumento interanual, y la energía hidroeléctrica es la fuente renovable más grande de electricidad en el mundo y en cada región. La calefacción, que es el mayor uso final en el mundo, tuvo solo 1,2 % de aumento absoluto en términos de fuentes renovables. El carbón, el gas y el petróleo aún satisfacen tres cuartos de la demanda de calefacción a nivel mundial, lo que implica una fuerte dependencia de los combustibles fósiles. El sector debe ser más ambicioso y contar con un apoyo normativo más fuerte. El transporte tiene la tasa de penetración de energías renovables más baja de todos los sectores, con solo un 3,4 % de suministro de fuentes renovables en 2018.
Si bien África al sur del Sahara tiene el mayor porcentaje de fuentes de energía renovables en su suministro de energía, estas no son modernas: el 85 % consiste en un uso tradicional de la biomasa. América Latina y el Caribe tienen la proporción más grande de usos de energía renovable moderna, gracias a la energía hidroeléctrica para generar electricidad, la bioenergía para los procesos industriales y los biocombustibles para el transporte.
Eficiencia energética. La intensidad energética mundial de la energía primaria —un importante indicador de la intensidad del uso de la energía en la actividad económica mundial— mejoró en un 1,1 % en 2018. Esta fue la tasa de mejora anual promedio más baja desde 2010. Para alcanzar la meta del ODS 7, ahora la mejora anual deberá ser del 3 % en promedio hasta el 2030.
Las economías emergentes en Asia central, meridional, oriental y sudoriental tuvieron un rápido incremento en la actividad económica, pero el aumento del suministro de energía se vio mitigado por mejoras significativas en la eficiencia energética, lo que tuvo como resultado mejoras sólidas y continuas en la intensidad energética.
Entre 2010 y 2018, la intensidad energética en Asia sudoriental creció un 3,1 %. Las tasas más bajas de mejora de la intensidad energética se registraron en Asia occidental, el norte de África, América Latina y el Caribe (0,8 %) y en África al sur del Sahara (1,4 %). Mediante el uso de diferentes métricas para medir la intensidad en sectores individuales, la tasa de mejora en la intensidad energética se redujo, en comparación con el período 1990-2010, en todos los sectores, excepto el transporte, donde los estándares de eficiencia del combustible impulsaron mejoras en la intensidad energética.
Flujos financieros internacionales. Los flujos financieros públicos internacionales destinados a los países en desarrollo en apoyo de la energía limpia ascendieron a USD 14 000 millones en 2018, lo que representa una disminución del 35 % en comparación con la cifra récord de USD 21 900 millones alcanzada el año anterior. Sin embargo, la tendencia general en los flujos financieros públicos ha sido positiva a lo largo de la década, ya que se triplicó durante el período 2010-18, si se la considera una media quinquenal móvil.
Esta tendencia, sin embargo, enmascara algunas discrepancias distributivas importantes, ya que los compromisos financieros se concentran en algunos pocos países y, por lo tanto, no llegan a muchos de los países que más necesitan el apoyo internacional. Los 46 países menos adelantados recibieron solo un 20 % de los flujos financieros públicos durante el período 2010-18 y un total de USD 2800 millones en 2018: el mismo nivel que en 2017, pero menor que el de 2016 y 2015. Es necesario ampliar aún más los flujos financieros internacionales y dirigirlos progresivamente hacia aquellos países que están más rezagados en la consecución del ODS 7.
En medio de la pandemia de COVID-19, que ha provocado un aumento drástico en la percepción del riesgo por parte de los inversionistas y ha alterado el orden de las prioridades de financiamiento público en los países en desarrollo, los flujos financieros públicos internacionales revisten más importancia que nunca para conseguir los niveles de inversión necesarios para cumplir con el ODS 7.