CONVERSACIÓN CON EXPERTA
Título: 

La peligrosa soledad de los adolescentes con millones de seguidores

Imagen ilustrativa.

Por Iván David Ramos Parada

En una conversación sincera y contundente, María Zysman, psicopedagoga y fundadora de Libres de Bullying, abordó el tema de la violencia escolar y sus múltiples ramificaciones en la vida de los niños y adolescentes. Con su característico compromiso, Zysman habló del profundo impacto que el bullying y el ciberbullying dejan en las víctimas y en la comunidad escolar, insistiendo en la necesidad de un abordaje activo y continuo por parte de padres, docentes y la sociedad.

“Cuando un niño o un adolescente es excluido o acosado simplemente por existir, estamos siendo testigos de un tipo de violencia que va más allá de lo visible”, explicó. “El sufrimiento que estas agresiones generan no se comprende del todo, porque, para los adultos, parece algo pasajero, pero en realidad va minando la autoestima y salud emocional de los chicos, los va apagando poco a poco”.

LA RESPONSABILIDAD DE LOS ADULTOS

Para Zysman, el entorno escolar debería ser un espacio seguro y protector. Sin embargo, para muchas personas jóvenes, es un terreno hostil. Las palabras y miradas pueden herir con tanta intensidad como los golpes. “Es nuestra responsabilidad, como adultos, proteger, guiar y escuchar. No podemos mirar a otro lado cuando un niño se enfrenta al dolor de sentirse cada vez más pequeño e indefenso”. Esto, según la psicopedagoga, implica actuar no solo en defensa de la víctima sino también ayudando a quien ejerce la agresión, ya que el agresor también necesita apoyo para aprender otras formas de relacionarse.

Reconocer que alguien cercano podría ser el agresor es un reto que no siempre es fácil asumir. “Nos cuesta admitir que tal vez algo está fallando en la educación que damos en casa. Si nuestro hijo es burlón, si insulta y se cree mejor que el otro, es momento de actuar, de revisar qué pasa en su vida”, puntualizó. Según Zysman, quienes ejercen violencia muchas veces buscan afirmar su poder a través del sufrimiento de los demás. Y, aunque se suele enfocar la intervención en la víctima, también es urgente un trabajo de apoyo y reeducación con el agresor.

UN ENTORNO DE ESPECTADORES: LA CLAVE DEL BULLYING

Para Zysman, el bullying no se limita al agresor y la víctima; la audiencia es un factor que aumenta el impacto y la humillación. “La vergüenza es clave para que el bullying funcione. No es lo mismo sufrir solo que hacerlo frente a una multitud que observa y, peor aún, que ríe o filma”, reflexionó. En la era digital, las redes sociales han amplificado este efecto: los espectadores ya no son solo los compañeros de clase, sino potencialmente miles de personas desconocidas que perpetúan la humillación.

CONSECUENCIAS Y MEDIDAS URGENTES

Las secuelas del bullying son devastadoras. Zysman subrayó que el acoso impacta tanto la salud física como mental de los jóvenes, quienes suelen presentar cambios en su alimentación, insomnio y una falta de disfrute de la vida que deberían estar experimentando. 

El agresor, por su parte, si no recibe ayuda, continuará reproduciendo patrones de violencia en su vida adulta. “El castigo no siempre es la solución. Castigar con violencia solo perpetúa la violencia”, dijo, abogando por sanciones que busquen reducir la agresión sin humillar al agresor.

Aún más, Zysman explicó cómo el bullying afecta la dinámica del aula entera. “Los chicos viven atentos, en un estado de alerta que les impide concentrarse y disfrutar del aprendizaje. Están a la defensiva, temerosos de ser los próximos en la mira del acosador”. En este ambiente, la educación pierde su sentido y los vínculos saludables no tienen espacio para florecer.

EDUCAR PARA NO ATACAR

Zysman propone un cambio radical en el enfoque preventivo: “No solo debemos enseñar a los niños a defenderse; también tenemos que educarlos para que no ataquen. Si evitamos que el conflicto se inicie, el ambiente escolar será más saludable para todos”. La educación sobre el respeto y la empatía comienza en el hogar y se refuerza en las aulas. Ella plantea, además, un desafío para los adultos: ser modelos de comportamiento. “Los chicos aprenderán del ejemplo. Si somos gentiles, respetuosos y afectuosos, ellos crecerán con esa base”.
Desconectados a Pesar de la Conectividad

En el contexto de las redes sociales, Zysman observa con preocupación cómo la búsqueda de aceptación se ha desplazado hacia la obtención de seguidores y "likes". Sin embargo, enfatiza, esta “falsa popularidad” no es sinónimo de amistad real ni de relaciones sanas. La aprobación virtual suele ser efímera y, al desaparecer, deja una sensación de vacío en los adolescentes. “Nuestros jóvenes están desamparados en un mundo donde, aunque se sienten acompañados, en realidad están más solos que nunca”, lamentó.

LA INCLUSIÓN COMO DERECHO, NO COMO EXCEPCIÓN

Para Zysman, uno de los grandes desafíos actuales es integrar la verdadera inclusión en la sociedad. “El mundo es de todos, no solo de quienes cumplen con un estándar físico o intelectual. Las personas con discapacidades, con necesidades educativas especiales, tienen todo el derecho a vivir libres de acoso y exclusión”, afirmó. Recalcó que burlarse de alguien vulnerable es una muestra de crueldad y enfatizó la importancia de enseñar a los chicos a ver al otro como un igual.

“Educar es un acto de amor y paciencia, y es el primer paso para construir un mundo menos violento”, concluyó María Zysman. En esta entrevista, su llamado es claro: no podemos permitir que las agresiones pasen desapercibidas o que se justifiquen como “cosas de chicos”. Es necesario abrir el diálogo, escuchar, y, sobre todo, actuar. La protección de los más jóvenes no es solo una opción, es un deber de todos los adultos responsables.