Opinion

CAMPAÑA PERMANENTE
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Miércoles, 29 Mayo, 2013 - 19:19

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El país, virtualmente, ha entrado a la etapa pre-electoral, con miras a las elecciones nacionales previstas para fines del próximo año. Aunque en verdad resulta muy adelantada esta etapa pre-electoral, lo cierto es que los principales actores partidarios están manifestando un comportamiento que apunta en esa dirección. Desde ya, el propio señor Morales, en Cochabamba, ha adelantado a sus partidarios que el partido de gobierno se encuentra en campaña electoral, por lo que la militancia deberá también adaptarse a esa situación. Los partidos de oposición, aunque no de manera explícita, también se encuentran en la misma campaña, por lo que bien puede preverse que la vida política boliviana, en lo inmediato, entrará en el tobogán de la electoralización de casi todas sus actividades.

Debe señalarse, sin embargo, que el comportamiento del sistema de partidos (SP) no refleja la política al interior de la sociedad civil. Es decir, que el SP se encuentra, en este punto, divorciado de la práctica política que se vive y que genera en la sociedad (una muestra de esta politicidad ha sido expresada en la última huelga de la Central Obrera Bolivia –COB). Este supuesto es muy importante, a la hora de evaluar la estabilidad del sistema democrático boliviano, porque nos remite, nuevamente, al divorcio entre la superestructura política y las estructuras políticas de la sociedad. Por tanto, digamos que en la evaluación que ensayamos en estas líneas, deberá siempre tenerse en cuenta el divorcio señalado.

Bien; de los adelantos de lo que será la campaña electoral de forma abierta, que nos ofrecen tanto el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) y los distintos partidos de oposición, pueden extraerse inicialmente dos características centrales: el tipo de campaña que desarrollarán y el contenido de de las mismas. Veamos, entonces de manera somera ambos aspectos.

En relación al tipo de campaña electoral que ofrecerán los partidos a la sociedad boliviana, puede decirse que, mayormente, éstas estarán concentradas en sendas acusaciones mutuas de corrupción y malversación de bienes públicos, por un lado. Por otro, observaremos aclaraciones parciales de aquellas acusaciones, con lo que la campaña electoral, a no dudar, se asemejará a un concurso de quién es más corrupto. Ello, al margen de la veracidad de las acusaciones o de las aclaraciones, porque la parcialidad de ambos elementos constituyen, en definitiva, expresiones de la falsedad. Como señalaba Luis Espinal, “una verdad a medias es una mentira a medias, es decir, una mentira a secas”. Triste espectáculo a aguantar el que nos espera, pero a la luz de las últimas acusaciones y “aclaraciones” respecto, por ejemplo, al proyecto “Evo cumple” o en el ámbito local (como en el caso de Caranavi), las acusaciones hacia un ex-alcalde y de éste, a su vez, a las actuales autoridades de aquél municipio, las cosas parecen que, efectivamente, se moverán en esta lamentable lógica.

En relación al contenido de las campañas, puede adelantarse que, al margen del contenido referido a las denuncias y aclaraciones, la proposición programática será muy pobre. Es posible adelantar aquello porque desde la oposición no se ha conocido durante todos estos años, un proyecto estatal alternativo al que presenta el oficialismo. Este hecho es indicativo de la  pobreza, no solamente propositiva de los partidos de oposición, sino de la falta de sólido cimiento ideológico que podrá sustentar la formulación de un proyecto alternativo. Está claro que la vuelta a las políticas de libre mercado (comúnmente conocidas como “neoliberalismo”), en momentos en que su principal centro geográfico emisor (Europa) está colapsando, no es un proyecto serio.

Por el lado del MAS, las cosas no son muy diferentes. El “socialismo del tercer milenio”, cuyo principal “exponente teórico” (un matemático, aficionado a la lectura de temas sociales y hoy dado de vice-presidente), no pasa de ser un mal remedo de los proyectos nacionalistas de mediados del siglo pasado. En definitiva -hemos insistido en ello con frecuencia- es un proyecto liberal que no supera los límites del mercado, como posibilidad de construcción nacional-estatal. Para utilizar el lenguaje de la teoría socialista, diremos, que se trata de un proyecto burgués inacabable e inacabado, históricamente hablando.

En tal sentido, junto a la pobreza ideológica, tendremos en los partidos, también entonces una pobreza propositiva, es decir una pobreza en relación al programa a ofertar al electorado. Está claro que un programa nacional-estatal no puede limitarse al respeto de las libertades ciudadanas y menos a la vuelta radical a la lógica del mercado, como pretenden los partidos de oposición. Tampoco puede limitarse a la creación de un capitalismo de Estado, como pretende el MAS y la imposición a raja tabla, de lógicas liberales en la organización política de la sociedad. Este último hecho ha sido de manera sobre abundante demostrada por la oposición de los indígenas de tierras bajas y de tierras altas, en ocasión de la defensa del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).  En consecuencia puede decirse que si los partidos de oposición se encuentran huérfanos de propuestas ideológicas y programáticas, el partido de gobierno ha alcanzado en estos últimos años, su techo propositivo. Después de estos años (que, insistimos, no son sino el remedo de lo que en su tiempo ensayara el nacionalismo revolucionario en el país) efectivamente nada nuevo puede esperarse ya del MAS. Las desesperadas arengas de lucha contra el imperialismo, por ello, presentan un desgaste cada vez mayor, como para convocar a la ciudadanía, con el mismo entusiasmo que en el pasado mediato.

Así las cosas, entonces, digamos que el resultado del lamentable contenido de las campañas electorales y la pobreza propositiva de los partidos, será el de la desvalorización de la contienda política electoral. Mucho más si esta contienda deberá entenderse como el espacio para la confrontación de ideas y de proyectos. Pero, ¿cómo podrán confrontarse ideas, donde no existen ideas? ¿qué proyectos de construcción nacional-estatal podrán confrontarse, ahí donde no se tiene proyecto alguno o donde a lo sumo, se levanta como proyecto novedoso, algo que fracasó en el país hace más de medio siglo?