XVI Encuentro Internacional de Montañistas: La aventura continúa en laguna glaciar Arkhata

AGENCIA DE NOTICIAS AMBIENTALES
Otra aventura magistral, esta vez el ascenso del lunes 19 de mayo fue hasta la laguna glaciar Arkhata a 5000 metros de altura y que yace a los pies de los glaciares del nevado Mururata, esa fue la meta que coronaron decenas de experimentados montañistas de al menos una docena de países de América y El Caribe en el marco de la segunda actividad de campo del XVI Encuentro Internacional de Clubes de Montañismo y Aventura que se desarrolla en Bolivia.
Todas y todos los participantes subieron cómodamente en tres buses para un viaje que duraría alrededor de cuatro horas desde el centro paceño hasta los el punto de partida, en la base del Mururata y a pocos kilómetros de la localidad de Totoral Pampa; eso sí, los controles de seguridad fueron rigurosos: un puesto médicos en el campo base, además de guías y especialistas en cada grupo que verificaban las condiciones de salud de los andinistas.
Un ascenso exigente
Desde el comienzo, la subida era extremadamente exigente, muchos se ayudaban con bastones especiales para avanzar y es que en realidad el trekking de altura no es un simple paseo, requiere altas dosis de fortaleza, voluntad, constancia y disciplina.
Se organizó a todos en seis grupos para realizar la empinada marcha, cada uno aglutinaba alrededor de quince personas que en la mayor parte del trayecto debían marchar en hilera y, desde luego, no se debía rebasar a quien encabezaba la comitiva, que contaba con intercomunicadores para coordinar permanentemente y por supuesto, había que mantener una distancia prudente entre cada uno.
Durante el empinado ascenso por escarpadas laderas no faltaron los panoramas espectaculares como la cara suroeste del nevado Illimani, aquella que no es vista desde el área metropolitana de La Paz, pero, a pesar del frío y la altura, también había vegetación, desde luego, la típica del lugar, arbustos, itapallos y otros con florecillas amarillas que parecían sonreír a los caminantes.
Entre farallones, cascadas y más nevados
Luego de alcanzar la cresta, se podía distinguir una laguna de azules aguas, se trataba de la laguna Kellhua Cota, el trayecto continuaba por una senda con declive, poco notoria y a veces resbalosa, allí se encontraba en una morrena (ladera de cascajo); al frente un imponente farallón incrustado de agujas de hielo daba ánimos para continuar.
Pero eso no era todo, más adelante observamos una espumosa cascada enmarcada con blancos y níveos matices, todavía más arriba esperaban los glaciares donde como estrado tenían a la laguna Arkhata, la meta de ese trekking, todo como llamando a no rendirse, pues incluso un cóndor, reflejo de buenos augurios y cuya imagen ya no pudieron capturar nuestras cámaras, sobrevolaba junto a uno de los picachos.
Laguna Arkhata, glaciares, aguas transparentes y musgo verde
Hasta que, al fin, a algo más de las 13.00 y después de más de dos horas de una fatigosa subida, se logró coronar alcanzando el objetivo: la laguna Arkhata, la cual derrocha paz y belleza y a la que solo se comparan las lagunas glaciares de otros nevados. Gritos de júbilo precedieron el arribo ante el propósito final alcanzado y la promesa de un descanso que se prolongó por alrededor de 45 minutos.
“Lo más bonito es el reencuentro de todos, el estar unidos, compartir este momento. Necesitó mucho esfuerzo el llegar hasta aquí, pero todo fue bien. Allí hay, como el Monte Mc Kinley, entre Alaska y Canadá, picos altos, técnicos, pero sí, hay mucho para hacer, caminatas, camping, escaladas…también hay muchas cascadas”, comentó Justina N., una de las montañistas visitantes proveniente de Canadá.
Estaban delegaciones de Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, Chile y Argentina, escoltados en todo momento por los organizadores del encuentro, el Club de Excursionismo, Andinismo y Camping de Bolivia (CEAC Bolivia) quienes cumplen una ardua tarea para que cada etapa sea exitosa.
“Fue muy bello el caminar hacia la laguna Arkhata, la verdad que estas tierritas bolivianas nos regalan y nos enseñan tantas cosas en cada paso que damos, todos quienes llegamos y quienes no han llegado hasta acá, a la laguna, creo que podemos sentir esta energía bella que emana Bolivia”, sentenció Andrea Mollano, montañista colombiana y presidenta de la Unión Latinoamericana de Clubes de Montañismo y Aventura (Ulacma).
Cholitas escaladoras y luchadores mexicanos
Muchos se abrazaban, otros desplegaban las banderas de sus países y clubes de montañismo, no faltaron quienes oraron ante la laguna para expresar su agradecimiento por haber arribado hasta allí, inclusive algunos se recostaron para recuperarse mejor cobrando nuevas fuerzas, y por supuesto, el clima general era de algarabía, los montañistas no paraban de tomar fotos tanto de los grupos como de la paradisíaca laguna.
“Tenemos mucha experiencia, nuestro grupo es diverso, hay mujeres de entre 20 a 24 años; Dora, mi mamá, es pionera, ha empezado como cocinera de alta montaña. Nosotras hemos sido parte del primer grupo de “Cholitas Escaladoras”, creado el 16 de noviembre del 2015, ascendiendo al nevado Huayna Potosí”, describió Analía González, líder de “Cholitas Escaladoras 1” y protagonista del documental “Cholitas” que narra su ascensión al Aconcagua (Chile).
Mientras todos se sirvieron un refrigerio, se desplegaron varios drones para capturar esos momentos tan especiales, otros se apartaron unos metros del grupo para meditar ante la laguna Arkhata. Inclusive, un grupo de montañistas mexicanos que se tomaban fotos, se voltearon para aparecer ante las cámaras con máscaras de lucha libre, al estilo del Santo, Blue Demon, Mil Máscaras y otros.
Retorno y una aventura
Y ahora tocaba el retorno, otra vez a reunirse en grupos e iniciar el descenso que no sería nada sencillo, una densa neblina lo empezaba a cubrir todo, ya eran cerca de las tres de la tarde. Si bien se había descansado durante un buen lapso, había que descender con mucho cuidado, pues la bajada requería un gran esfuerzo -especialmente en las rodillas- y bastante equilibrio y precisión para no pisar mal.
Ya más abajo fue necesario, con la ayuda de piedras y bastones, atravesar por algunos riachuelos para llegar al camino donde cerca a la población de Totoral Pampa, esperaban los buses para retornar a la ciudad de La Paz, aunque pese a que muchos se aprestaban a echar una siesta dentro de los vehículos, la vía, especialmente entre Totoral Pampa, era estrecha, sinuosa y varios tramos estaban encharcados y con barro, por lo que fue necesario bajarse varias veces del bus para que el conductor pueda maniobrar más fácilmente y vencer los lugares dificultosos.
Alguien decía con mucho tino que el encuentro de montañistas sin anécdotas y aventuras, pierde a uno de sus mayores atractivos, ese que le da vida, alegría, sabor y energía. (ANA)