EDUCACIÓN
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Bosmun Sucre: donde los adolescentes descubren el poder de la palabra y el diálogo

Iván Ramos - Periodismo que Cuenta

En los pasillos del colegio salesiano Don Bosco de Sucre, un murmullo distinto acompaña el timbre de los recreos. No se trata de la rutina escolar, sino de un ejercicio de diplomacia: el Bosmun, el modelo de Naciones Unidas creado por los jóvenes, donde los adolescentes se convierten en embajadores por unos días para debatir los grandes dilemas de la humanidad.

Allí, sentados alrededor de una mesa que simula ser el Consejo de Seguridad o la Asamblea General, los jóvenes asumen un desafío que los sobrepasa: defender la posición de un país que no es el suyo en temas tan complejos como la deuda externa, los conflictos bélicos, el tráfico de personas, la situación carcelaria en América Latina, la educación de las mujeres o la libertad de los niños. No se trata de un juego, sino de un ensayo de ciudadanía mundial.

“Cada estudiante recibe la representación de un país y tiene la misión de defenderlo en cada tópico”, explicó Estéfano Saavedra Reyes en diálogo con El Periodismo que Cuenta. “Eso obliga a investigar, a comprender la cultura, la política y la historia de esa nación. Y, al mismo tiempo, a adquirir habilidades de oratoria, a resolver problemas con diálogo, a exponer con claridad diferentes ángulos de la realidad”.

El ejercicio, en apariencia académico, tiene un trasfondo mayor: coloca a los adolescentes frente a problemáticas que muchas veces los adultos evitan discutir. Los obliga a mirar el mundo con ojos críticos y, sobre todo, a ensayar la escucha. Porque en el Bosmun no gana quien grita más fuerte, sino quien convence con argumentos y respeta la voz del otro.

En esas jornadas intensas, los participantes descubren que pueden hablar de tú a tú con los mayores, que su voz tiene peso, que la política internacional y los derechos humanos no son asuntos lejanos, sino realidades que tarde o temprano tocan sus vidas.

El Bosmun es organizado íntegramente por los propios estudiantes, con el respaldo de las autoridades del colegio. Es, en cierto modo, una escuela dentro de la escuela: un espacio donde se siembra la semilla de futuros gobernantes, líderes sociales o profesionales que habrán aprendido a debatir, a disentir y a encontrar acuerdos sin dejar de ser jóvenes.

En tiempos de soledad digital y redes sociales efímeras, este modelo ofrece algo distinto: el encuentro cara a cara, el valor de la palabra, la certeza de que el diálogo es todavía el mejor camino para transformar realidades.