Manuel Morales Alvarez
Estamos viviendo una época de incremento en los precios de los alimentos que, en los próximos meses, puede significar un duro golpe a la economía de los ciudadanos.
El año 2024 la inflación del precio de los alimentos llegó hasta el 15.4% y con una inflación general de prácticamente el 10%. Este 2025 podríamos tener una inflación del 25% y una inflación del precio de los alimentos cercana al 40%. Esta tendencia es alarmante.
Los precios de los alimentos se van incrementando a lo largo de toda la cadena, es decir, desde los productores, los intermediarios y los vendedores al detalle.
El otro día, en un mercado hablando con la casera le preguntaba si el precio del pollo había subido, me contesto que sí, estaba a 19 bolivianos el kilo. ¿Hay venta? Y me respondió que no, que los clientes no compran. ¿Qué vas a hacer? le dije. Y ella me respondió, ¡si no hay venta voy a bajar el precio para que salga! Esta respuesta me llevó a la conclusión de que la casera está en un juego de ganar o ganar, es decir ganar bien con precios en incremento o si las ventas bajan seguir ganando pero poco.
Ustedes saben que no hay control real de precios en los mercados, las intendencias no sirven; hoy se amanece con un precio y mañana con otro. Con la consecuencia de que los consumidores siempre perdemos.
Avancemos por la cadena de productos. Los intermediarios nunca pierden, ni entran en quiebra. El juego de preciosal alta es mayor y no tienen control ni regulación municipal alguna, por ello pueden determinar incrementos significativos, intempestivos y con varios argumentos que van desde “no hay alimento para los pollos”, “hay sequía”, “no hay diésel”, “ha bajado la producción”. Los intermediarios son mayoristas y gozan de una adinerada situación económica y financiera.
Los productores, son los que dinamizan los precios, al vender a los intermediarios con un costo adicional posibilitan que el incremento llegue al consumidor.
Los proveedores, son aquellas personas no visibles de la cadena productiva pero que forman parte de estos clústers. Son los importadores, los proveedores de insumos agrícolas, pecuarios, maquinaria, agroquímicos y otros aspectos importantes. Con el argumento de la falta de dólares, las importaciones se han incrementado y por lo tanto sus precios de suministros también.
El gobierno es parte importante del proceso productivo y sus políticas y desenvolvimiento terminan influyendo en el incremento del precio de los alimentos. Sólo veamos un ejemplo, hace meses atrás EMAPA vendía la bolsa pequeña de arroz a 50,50 bolivianos, pero la incrementó a 70 bolivianos, con lo cual entró a acrecentar el precio en el mercado, al ser EMAPA una empresa estatal que poco a poco está creciendo en el suministro de varios productos como el aceite.
A todo lo anteriormente señalado, lo he caracterizado como “la línea productiva de alimentos” que debe ser ajustada en todos sus eslabones con el propósito de alcanzar una verdadera producción de alimentos desde el enfoque de la soberanía alimentaria.
Si en el mercado todos los involucrados en la comercialización de la línea productiva de alimentos están orientados a incrementar los precios de los alimentos, lo que se espera es una permanente inflación. En consecuencia, la política del gobierno de Luis Arce, de “protección del abastecimiento del mercado interno a precio justo” se cae a pedazos.
Los consumidores debemos comenzar a organizarnos no sólo en busca de la calidad de un alimento, sino de su abastecimiento seguro en el mercado y de la estabilidad de sus precios. Se conoce que en Bolivia, existen algunos núcleos de consumidores conscientes y organizados muy larvariamente, deberíamos crear y reproducir este tipo de instancias de la sociedad civil para defender nuestros derechos alimentarios.