Señales

Por Jimena Costa

El gobierno recién elegido tiene serios problemas congénitos y los menores son la desconfianza en los resultados -hasta aquí no está probado-, o la solicitud de un gobierno civil-militar, ya que hace 38 años está probado que la mayoría lo rechaza, por eso no es creíble el cuento de que el año pasado hubo golpe. Sus problemas son mayores y vienen del interior del MAS.

El principal problema del nuevo gobierno es Evo Morales. 

Arce y Choquehuanca hicieron una campaña centrada en dos mensajes: resolver los problemas económicos -y después de años de propaganda de que la bonanza y la estabilidad eran obra de Arce era creíble-; y que iban a reconducir/recuperar el “proceso de cambio” sin la cúpula que se apropió de él y lo desvirtuó para sus propios fines -y Choquehuanca representaba la construcción de esa agenda y era creíble-, y la mayoría de los sectores de base -después de los letales efectos del gobierno de Añez-, llegaron a la conclusión de que el problema era el caudillo que se aprovechó del poder y gradualmente olvidó la agenda del 2005 y se fue distanciando de la base, menos de los cocaleros del Trópico.

El caudillo es dueño del partido, pero no del “proceso de cambio”. Él consiguió la sigla e impulso el partido, pero no gestó el “proceso” que vino de sectores de base, desde la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos (ASP) y con la participación no solo de cocaleros sino de campesinos, obreros, mineros y otros. Según entrevistas a Román Loayza, Alejo Veliz y Filemón Escobar, mientras eso sucedía, Morales estaba más cerca de las ONG’s y llegaba al final de los eventos a dar el discurso y disfrutar de a la fiesta. Pero hablaba bien.

Después de tres mandatos -el tercero inconstitucional-, Evo Morales quiso quedarse indefinidamente con ayuda de las redes de poder construidas por su cúpula, de ahí vino la determinación del Tribunal Constitucional. Desconoció la decisión del pueblo soberano, se impuso en las primarias y postuló, pero perdió, por eso devino el fraude. Es un claro mensaje de que a nadie le gusta el prorroguismo, aunque unos reivindiquen la alternancia y otros la rotación y turno. El mensaje fue claro.

Es importante resaltar que este episodio muestra un cambio en la cultura política, un cambio democrático: en la historia política de nuestro país, no son los partidos los que contaban con el apoyo popular, sino sus caudillos y lo que pasó con el MAS en esta elección es a la inversa, la mayoría no quiere al caudillo, apoya al partido ¡Avance cualitativo!

Pero el cambio se produce en la sociedad, no en las elites. Todos los binomios trataron de hacer de su candidato un caudillo, menos el MAS, porque ni Arce ni Choquehuanca podían competir con quien los puso en la lista. Ganaron ¿tal vez porque lo central es el proyecto y no había caudillo?

Ahora Morales se encarga de desgastar al binomio a través de sus senadores y diputados salientes. El mensaje de los cambios a los reglamentos de la ALP es para Arce y Choquehuanca, no para la oposición. El mensaje es: nada de librarse de mi o de mi entorno, yo mando, yo los puse donde están, es mi bancada, es mi partido, es mi proyecto, es mi poder …

Durante la campaña, los ganadores se comprometieron al “cambio” en el “proceso de cambio”. Si no cumplen se desgastan y si cumplen también, de eso se encarga el viejo entorno, por eso movieron los hilos que manejan la justicia para quedar libres y retomar funciones, delante o detrás de bambalinas. 

Mientras más se repongan, más débil estará el MAS.