La riqueza divide y deshumaniza

Había un hombre rico...y un mendigo llamado Lázaro. Los dos se encuentran todos los días, pero viven absolutamente alejados el uno del otro. Y es el rico el que crea esta separación y distanciamiento inhumanos. 

Así, este ser humano, preocupado sólo de disfrutar tranquilamente de la vida, crea con su egoísmo, casi inconsciente, ruptura y violencia. Abre un abismo entre los seres humanos, provoca un clasismo insalvable.

Para el ser humano que no conoce la necesidad, la vida es una fiesta regocijada, un espléndido banquete. Parece como si la seguridad económica pudiera ofrecerle todo lo que necesita: bienestar, poder, tranquilidad, felicidad.

Esta ceguera del rico, es el riesgo que amenaza siempre al que vive sin preocupaciones ni aprietos económicos. No ve a los necesitados. No es capaz de comprender sus angustias, sus miedos, su impotencia. No entiende que son sus hermanos.

La historia termina con un abismo que los separa más allá de la muerte. Es la continuidad de la trágica división querida por el rico en esta tierra.

LA RIQUEZA DESHUMANIZA

Y, sin embargo, precisamente esa seguridad y disfrute despreocupado de sus bienes es lo que deshumaniza profundamente al rico y lo vuelve ciego, superficial e inconscientemente cruel. 

Al respecto el pensamiento de Jesús es claro. 

• El clasismo que crea el rico y el aislamiento en que se encierra, le alejan para siempre de la fraternidad humana.

• La riqueza, en cuanto, apropiación y  abundancia, no hace crecer al ser humano, sino que lo destruye y deshumaniza. Lo va haciendo indiferente, apático e insolidario ante la desgracia ajena.

• El afán de posesión es uno de los obstáculos más graves que se impide entre los seres humanos a crear una fraternidad. 

• Nunca se encontrarán con el Padre aquéllos que han sido incapaces de descubrir su responsabilidad ante los hermanos sumidos en la necesidad.

Es bueno que nos preguntemos: 

si, no somos todos «clasistas», preocupados cada uno por defender egoístamente sus pequeños mundos de felicidad. 

Si no somos ciegos y sordos ante las necesidades de los que son menos privilegiados que nosotros.

Si no nos estamos deshumanizando.