La desunión europea

Carlos Decker-Molina

Los europeistas se dividen en dos grandes grupos, los que pretenden la federalización y los que quieren una Europa de los Estados, es decir una comunidad donde se haga sobre todo negocios, dejando en manos de la OTAN la defensa y la seguridad. Y un grupo muy pequeño que quiere que la UE desaparezca.

En relaciones internacionales tampoco hay unanimidad, los federalistas que plantean una política internacional federal común. La respuesta a la agresión rusa a Ucrania es un buen ejemplo, a pesar de la disidencia húngara. Como la UE no es federal ese apoyo a Ucrania depende de quiénes ganan las elecciones parlamentarias y quién son los dirigentes de la Comisión.

Los otros no quieren que la UE se metan en los rincones de la política exterior porque los intereses de España son unos y los de Alemania otros por ejemplo de cara a Israel.

La agresión rusa unión a los europeos de la UE, pero la guerra en el cercano oriente ha producido muchas contradicciones. Nadie opina lo mismo.

Hace una semana la UE intentó ponerse de acuerdo para exigir un alto al fuego en la guerra entre Israel y Hezbollah, entonces surgió la oposición de la República Checa que es el más activo aliado de Israel junto a Hungría, Austria y Alemania. El cuarteto pro-Israel rompió una posible unidad, entonces se resolvió darle la voz al jefe de relaciones internacionales de la UE, el español Josep Borell conocido por su posición pro-palestina, sabiendo que la voz de Borrell no sería tomada en cuenta por ninguno de los actores de la guerra del cercano oriente.

La historiadora Jenny Hestermam explica a la prensa sueca que la tesitura de Alemania es “unikum” y explica: “Alemania construyó su identidad nacional en base a su repudio histórico al nazismo que mató a millones de judíos en el Holocausto. Alemania no solo reconoce la existencia del estado de Israel sino es uno de sus principales aliados en Europa”.

En su política interior, por ejemplo, los inmigrantes que pretenden la nacionalidad alemana deben responder afirmativamente a la pregunta sobre el derecho que Israel tiene a su existencia como estado. El gobierno alemán prohibió la consigna “from the river to the sea, Palestine Will be free” que en español seria “Desde el rio al mar, Palestina quiere la paz”, la consigna importa la desaparición del estado de Israel y ello no puede permitir el estado alemán. Alemania experimentó también un aumento del antisemitismo al que ha puesto barreras legales criticadas por muchos como atentatorios a la libertad de expresión, explica la historiadora.

Esta postura alemana ha despertado críticas al interior de la UE, sobre todo en los países más pro-palestinos como España, Bélgica e Irlanda. Este trio de países exigieron un alto al fuego el pasado otoño cuando la guerra estaba concentrada en Gaza, cinco meses después, recién se pusieron de acuerdo para pedir al alto al fuego.

El caso de España es explicado por Isaías Barreñadam, señala que durante el franquismo como en democracia el acercamiento a la causa palestina es una política de estado. Recuerda que 1991 en el tercer gobierno de Felipe Gonzalez y fue Madrid la sede de una reunieron de israelís y palestinos que de alguna manera fue el preámbulo de los acuerdos de Oslo, es cuando nació la idea de que España debe ser un puente entre Israel y Palestina. Idea que era compartida tanto por el PP como el PSOE, se resquebrajó últimamente por el apoyo de la extrema derecha española al gobierno de Netanyahu.

El caso de Irlanda es su pasado que, según sus historiadores, es producto del colonialismo inglés y ese hecho lo acerca a la causa palestina.

Finalmente, las diferencias se ven con nitidez en la cúpula de la UE, que cesa en unas semanas. Mientras Ursula von der Leyen es proisraelí, el encargado de la política exterior de la UE, el español Borell es propalestino.

Lo importante es recodar que una cosa es la existencia del estado de Israel y otra, muy diferente apoyar la política de Benjamín Netanyahu y su gobierno de extremistas, esa crítica no es antisemita. Lo mismo pasa al otro lado que se equivoca al sobreponer el terrorismo de Hamás y Hezbollah con la estrategia política de los dos estados, porque los dos grupos apoyados por Irán quieren borrar a Israel del mapa del cercano oriente. Los dos extremos reclaman expedientes religiosos, que en política internacional no deberían tener peso.