Juan Carlos Ferreyra Peñarrieta - Comunicador Social
Así como están las cosas en el ámbito prelectoral con vistas a las elecciones generales del 17 de agosto próximo, todo indica que habrá segunda vuelta y ningún de los precandidatos hasta ahora en acción logran tener por lo menos un 20% de intención de apoyo de la población. La serpentina de precandidatos que tenemos al frente y la división interna tanto en el oficialismo como en la oposición, hace que se tenga un voto desconcentrado y no concentrado.
El oficialismo del MAS que por primera vez en unas justas electorales después del 2005 va totalmente divido, sin mostrarse como seguro ganador para agosto venidero. Sus precandidatos a la vista como son Evo Morales a pesar de que se haya desafiliado del mismo junto a varios de sus seguidores, no le quita esa esencia masista que vistió por casi 20 años en la política nacional; Luis Arce ahora apoderado en su totalidad de dicho partido político, no es una clara garantía para imponerse con el 55% como lo hizo en las elecciones nacionales del 2020; Andrónico Rodríguez cuya figura dice ser la “renovación” masista más que todo por su edad, tampoco tiene talla por ahora para ocupar la silla presidencial del país y David Choquehuanca muy relegado y sin mucho apoyo, da a entender su retiro anticipado del campo político. Ninguno de ellos, se muestran como arrasadores del voto ciudadano.
Muy detrás de los nombrados anteriormente, se lo puede ubicar algo solitario a FelixPatzi del MTS, quien también lleva la sangre del MAS en las venas, ya que fue el primer ministro de Educación en el primer gobierno de Evo Morales. Ofreciendo su taxi partido tanto a su ex jefazo en una primera instancia y luego a Andrónico Rodríguez para ver cuál de los dos le resulta mejor opción y vaya colgado de uno de ellos para luego tener cuotas de poder en el aparato del Estado. Porque yendo solo en las venideras elecciones nacionales, él sabe que no cuenta con el suficiente voto.
Al otro lado de la acera, está el Bloque de Unidad que por ahora representa a la oposición con ganas de sacar del poder al MAS. Esa unidad opositora que dicen ser ya está resquebrajada con las peleas públicas que mostraron sus dos principales contendientes como son Jorge Quiroga y Samuel Doria Medina. Aspecto que hizo que la gente dude de la seriedad de dicho acuerdo y entre en una ambivalencia para darles su apoyo decidido. Sí así continúan lo único que harán es partir el voto opositor para simplemente favorecer al MAS como sucedió en octubre del 2020.
Muy detrás aparecen como una oposición dizque moderada pero funcional al masismo del ala arcista, Manfred Reyes Villa y Chi Hyun Chung, quienes tratan de mostrarse como verdaderos opositores cuando en realidad no lo son. Y si quieren hacernos creer eso que vayan a tomar el pelo a otro lado.Ninguno de los dos por separado no alcanza tampoco ni el 20% de votaje. Lo único que conseguirán es también partir el voto en el Bloque de Unidad de oposición encabezado por Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina.
Más atrás están y con bajas opciones BrankoMarincovic, Vicente Cuellar, Amparo Ballivian, Rodrigo Paz, Jaime Dunn, Antonio Saravia, Manuel Morales entre otros. Sí dicen ser verdaderos demócratas y que quieren salvar al país del masismo, deben decidir cuanto antes sí apoyan a Tuto Quiroga o Samuel Doria Medina, quienes tienen más apoyo de la gente que se identifica con ambos y pide a gritos desplazar del poder al MAS. Si no lo hacen, también serán considerados como opositores funcionales al partido de gobierno.
Pintado así el panorama, ni el masismo ni el antimasismo conseguirán ganar en primera vuelta con una diferencia clara. Todo apunta, reitero, a que existirá una segunda vuelta en el mes de octubre. El MAS ya no es el nítido favorito de años anteriores para ganar por amplia mayoría y con los dos tercios de gobernabilidad. El próximo ganador de las elecciones generales no tendrá otro camino de hacer alianzas políticas o pactos como fue antes del año 2005 cuando el neoliberalismo estaba en el poder.
El tiempo es el peor enemigo para cada uno de los precandidatos tanto del oficialismo como de la oposición. No les queda otro camino que, desde ahora hacer pactos políticos, así no comulguen en lo ideológico. El próximo gobierno no tendrá una gobernabilidad plena desde la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) y será muy parecido a lo que hoy le toca vivir al MAS arcista. El nuevo gobernante tendrá que ser muy hábil, ingenioso y negociador en el buen sentido de la palabra para contar con una gobernabilidad solvente durante los cinco años que esté en la silla presidencial.