Por Ernesto Rude – Politólogo La forma de expresión de la violencia extrema generada por la masa o multitud que en estos días sucede en el país, impone un alto costo humano para familias, para la policía y para la sociedad en su conjunto. Varias comisiones internacionales de derechos humanos que han visitado nuestro país lo han indicado, acá el valor por la vida humana se ha perdido entre objetivos políticos, conflictos sociales, narrativas, contra narrativas y elaborada construcción de la post verdad.
Pero no logra enterrar por completo lo cierto, lo objetivo, la violencia extrema que llega a quitar la vida de las personas se ha naturalizado desde hace algunos años. La violencia especialmente la política-social, se ha vuelto un móvil en el que ganan pocos e identificables intereses políticos personales, en deterioro del bienestar de la gran mayoría sino es de toda la comunidad y particularmente de las personas y los entornos familiares y sociales que dejan las personas que han perdido la vida.
Lastimosamente estos sucesos no son casualidad del conflicto social en crecimiento, es un cuadro general predeterminado por estos intereses personales que cuenta con recursos que se encuentran en el contexto social y político, y ponen en marcha fuerzas inconscientes e imprevisibles a través de la acción de la multitud o masa ideologizada y movilizada, así imponen la incertidumbre y el caos en la sociedad.
Escenario que es explicado por teorías de la violencia social y la psicología de las masas. Este caos se produce porque en él solo unos interés pueden tener cabida y salir victoriosos, el interés de Evo Morales de recuperar el poder a cualquier costo social y humano, el interés de sus allegados y su clientela partidaria.
Esta anarquía es armada y aplicada mediante los medios que el Estado ha construido para él y los recursos sociales de los que él dispone y conoce. Aplica el caos ahora, porque Morales es consciente de que su tiempo político se acaba con la realización de las elecciones generales de agosto próximo. Bajo las teorías indicadas podremos interpretar este dificultoso y doloroso contexto social.
Siguiendo las teorías de la violencia social de Durkheim y Arendt que indican que este fenómeno tiene fuentes en la desorganización social, el aprendizaje de formas sociales de violencia mediante la observación y repetición, y su uso en la acción política son variables que se observan claramente en nuestro contexto.
La teoría de Sigmund Freud (basada en Le Bon) sobre la psicología de las masas nos sirve para comprender la conducta propia de la violencia, en la que se observan patrones o caracteres particulares que confirman la agregación física de personas como multitudes o masa, a través de diferentes motivos político ideológicos y discursivos conducidos por un operador externo hacia acciones extremas, traspasando límites humanos y sociales.
Los autores parten del supuesto de que la persona y “su incorporación a una multitud humana que ha adquirido el carácter de “masa psicológica”, (…) piense, sienta y obre de un modo absolutamente inesperado”. Entendiendo a la masa psicológica “como un ser provisional compuesto por elementos heterogéneos, soldados por un instante” (Freud S., 2008, p. 10). Asimismo se confirman tres variables de la acción de la multitud o masa,
1) “La primera de ellas es que el individuo integrado a una multitud adquiere, por el solo hecho del número, un sentimiento de potencia invencible (…) que puede permitirse ceder a instintos que antes como individuo hubiera refrenado, (…) gustoso a tales instintos cuanto por ser la multitud anónima y en consecuencia irresponsable, desaparecerá el sentimiento de la responsabilidad” en este caso el operador externo también esconde su sentido de responsabilidad bajo el paraguas de la multitud o masa anónima,
2) “en el contagio mental (…) dentro de una multitud todo sentimiento y todo acto son contagiosos, hasta el punto que el individuo sacrifica su interés personal por el interés colectivo”. Este contagio mental está laboriosamente trabajado en la masa, mediante consignas y discursos repetitivos del operador, y
3) “la sugestibilidad (o la capacidad de sugestión). (…) Sabemos hoy que un individuo puede ser llevado a un estado en el que, habiendo perdido su personalidad consciente, obedezca a todas las sugestiones del operador, (…) sentimientos y pensamientos son orientados en el sentido determinado por el hipnotizador” (Freud S., 2008, pp. 12 y 13).
Las elecciones generales de agosto, su imposibilidad constitucional de participar y su cotidiana proximidad genera desesperación en Morales, por ello es que activa sus últimos recursos conocidos. Utilizando la ideologización mediante la “Radio Kawsachun Coca” y el recurso humano provisto por el sindicato de productores de coca y otros grupos políticamente clientelares, ha emitido mensajes distorsionados e interesados promoviendo y orientando actitudes intolerantes, extremas y violentas.
Mensajes dirigidos a una población que trasciende la federación de productores de coca y del Chapare mismo, que por un lado se siente identificada (por práctica económica, ideología política y/o identidad cultural) y por otro lado, de acuerdo con Freud, reprime inconscientemente muchos sentimientos, por falta de educación y afinidad humana se han organizado en masas activas en varios puntos del territorio nacional, con una misma práctica en común: el ejercicio de la violencia social y la vulneración de los derechos humanos de cualquier otro/a que se le cruce en el camino.
Si bien es cierto que las y los bolivianos estamos permanente en desacuerdo, esto no debería ser una limitante para acordar en la ética y sensata valoración de la vida humana.
Por separado no podemos hacer mucho, pero juntos podemos influir en el cambio, que lo próximo que hagamos todas/os las/os bolivianas/os en conjunto sea apostar conscientemente por un cambio de este tipo de liderazgos autoritarios, que tiene relaciones oscuras con grupos criminales y se basa en organizaciones violentas que normalizaron atentar contra el principal derecho de toda persona, el derecho a la vida.