Coco Manto: “Ay si tu silencio hablara”

Por: Alfredo Zaconeta Torrico

Junto a la lluvia matinal del lunes llegó la ingrata noticia de tu partida, gran maestro de la palabra, gran Coco Manto, alias Jorge Mansilla Torres.

Partió el genio que en vida propuso más respuestas que preguntas, aquel que resumía la suma de su vida señalando que: “para asentar la vida que es muy poca, lucho por ella con lo que me toca, quiero morirme con las botas puestas”.

El Coco nació, vivió, jodió y murió, entre letras, versos y aforismos “a más no joder”, como el mismo definía su trayecto. Es de los pocos que combino el filo de su pluma y la ráfaga de la máquina de escribir para luchar y denunciar las injusticias políticas, sociales y económicas de nuestra Bolivia.

El Coco fue ejemplo de palabra y acción, desde la trinchera del periodismo y la trinchera de la lucha; particularmente la que vivió en las pampas de Hilbo en Oruro, el 23 de mayo de 1965 cuando junto a los mineros de Colquiri fue reprimido por las ráfagas de los soldados del Regimiento Camacho.

El Coco Manto tuvo la virtud de la autocrítica y nunca eludía en sus conversaciones, admitía con sorna el error que fue impulsar la caída de Víctor Paz en 1964, que costo el ascenso de René Barrientos; en sus palabras: “por querer quemar al mono, terminamos quemando toda la selva”.

Partiste de Bolivia, viviste en Perú y refugiaste tus ocurrencias en el “México lindo y querido” que te adoptó. Nostálgico como siempre, nunca olvidaste a nuestra Bolivia; la solidaridad a tu patria y a tus paisanos nunca faltaron, ejemplo de ello es la composición de tu Soneto “La Sequía”, que junto al grupo Calicanto, retrataron en 1983, el padecer de los pobladores del norte Potosí, víctimas de la dura sequía en esta zona, que, sumada a la crisis política provocada por la UDP, hacía más pobres a los pobres, o como lo breverías: “Los que más mueren son los que no tienen donde caerse muertos”.

“He aquí una propuesta clara, viva, escrita como un reto en la pared de esta vieja indolencia colectiva de ti, de mí, de todos y de usted…causa de la primera soledad es toda esta sequía que lastima, un golpe seco en la última humedad. Vamos a caminar hasta la cima de patria llovida en libertad hasta que el corazón cambie de clima” reza en parte de esta obra.

Recuerdo que, en mis afanes políticos universitarios, usé como slogan de mi campaña parte de los versos de tu soneto, que convocaba a la reflexión de mis compañeros: “Ay si tu silencio hablara”.

En México el 2008, desprendidamente colaboraste con la realización de mi tesis. Tu testimonio sobre tu obra en las radios mineras, como periodista y locutor en la PIO XII en Llallagua y posteriormente como fundador y director de la Radio Vanguardia de Colquiri, resulta vital para comprender la época histórica y la historia de la comunicación alternativa y popular de nuestro país del siglo XX, donde la práctica estuvo antes que la teoría.

Radialista por excelencia, “Mi formación es radiofónica por excelencia, yo crecí con la radio en el mundo periodístico, a esta altura de mi edad puedo decir que la radio es una patria portátil, porque la radio siempre estuvo anexada, vinculada a mi sentido de patria, mi patriotismo transistorizado…” me dijo en una entrevista el 2 de enero de 2009, el mejor regalo que pude recibir como cumpleaños.

El último encuentro fue en la cabina de ERBOL en diciembre de 2016, “Hola Zaco-NETA”, seguido de un abrazo efusivo, me mandaste saludos y los mejores deseos para Sandra; quedaron pendientes “las dos palabritas” que nos debíamos, paso el tiempo y no pudimos concretarlas.

Al epílogo de tu camino desde la llajta, junto a Marta, tu compañera de vida, en tu “Mantología Poética” diste “Tiempo y Cuenta” de tu vida y militancia:

“No tengo cuenta del tiempo

ni el tiempo me toma en cuenta

qué cuenta he de darle al tiempo

de este tiempo que no cuenta.

La vida le cuenta al tiempo

El tiempo de darse cuenta

Cuenta del amargo tiempo

Tiempo de la pobre cuenta.

No hay cuenta fuera del tiempo

El tiempo siempre descuenta

A cuenta que uno a destiempo

Pierde en el tiempo sin cuenta.

Caigo en la cuenta del tiempo

si el tiempo ajusta su cuenta

y diciendo tiempo al tiempo

cargo ésta en mi cuenta”.

 

Siempre lúcido nos advertías, en Bolivia “las cosas están mal, pero todavía estamos a tiempo de que estén peor”, sumando tu propuesta “en el país para que las cosas mejoren, tienen que empeorar”.

Hoy la “olla de grillos” está completa, “la rebelión en la Selva” se inicia con tu partida, que no es un adiós; Coco recuerda que “nadie muere en la víspera, sino despuesito”.

 

Alfredo Zaconeta Torrico es periodista