Por MSc. Victor Medinaceli Ríos, abogado, ingeniero e investigador.
La independencia de América Latina fue un proceso largo y complejo, marcado por innumerables enfrentamientos que consolidaron la libertad de los países del continente. Tres batallas destacan en la etapa final de esta lucha: Junín, Ayacucho y Tumusla. Aunque separadas por distancias y contextos, comparten un hilo conductor que las hace trascendentales para la historia.
La Batalla de Junín (6 de agosto de 1824)
Librada en la llanura peruana, la Batalla de Junín enfrentó al ejército patriota liderado por Simón Bolívar contra las fuerzas realistas de José de Canterac. Este enfrentamiento fue peculiar por ser un combate casi exclusivamente de caballería, con los lanceros patriotas logrando la victoria sin disparar un solo tiro y utilizando solo armas blancas. Junín marcó un giro en la guerra de independencia, dejando a los realistas debilitados y obligándolos a replegarse hacia Ayacucho. Sin embargo, a diferencia de otras batallas, no hubo capitulación formal tras esta victoria.
La Batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824)
Ayacucho consolidó la independencia parcial de Sudamérica. Liderados por el mariscal Antonio José de Sucre, los patriotas derrotaron al virrey José de la Serna en un enfrentamiento que duró aproximadamente cuatro horas. Este triunfo no solo significó la rendición de las tropas realistas, sino también la firma de la capitulación que garantizó la retirada de las fuerzas españolas del continente, pero aún había un hombre fuerte español en Potosí, el Mariscal y futuro virrey Pedro Antonio de Olañeta. Sin embargo, Ayacucho es recordada como la batalla que aseguró la libertad casi definitiva de América del Sur.
La Batalla de Tumusla (1 de abril de 1825)
En tierras de la actual Bolivia, la Batalla de Tumusla fue liderada por el entonces coronel Carlos Medinaceli contra el último bastión realista encabezado por el Mariscal Pedro Antonio de Olañeta. Este enfrentamiento, de cuatro horas de duración, culminó con la muerte de Olañeta y la capitulación de los realistas poco después. Tumusla aseguró la independencia total del continente como del Alto Perú y permitió la consolidación de Bolivia como nación independiente, destacándose por su importancia estratégica y simbólica en el cierre definitivo del proceso independentista.
Comparación de las batallas
Junín, Ayacucho y Tumusla, aunque distintas en escenario y contexto, fueron decisivas en la independencia continental y por eso se llaman Batalla desde la terminología militar. Mientras que Junín fue un combate rápido y sin capitulación, Ayacucho y Tumusla lograron formalizar rendiciones que consolidaron los triunfos patriotas. Las tres batallas tuvieron duraciones similares: Junín se resolvió en menos de una hora, mientras que Ayacucho y Tumusla duraron aproximadamente cuatro horas. En términos de liderazgo, Bolívar, Sucre y Medinaceli demostraron estrategias brillantes que supieron adaptarse a las circunstancias del terreno y del enemigo. Sin embargo, Tumusla destaca por ser una victoria lograda con recursos limitados y el liderazgo de un héroe y fuerzas locales como los Chicheños y la Caballería Chicheña, lo que la convierte en un símbolo de autonomía para el naciente Estado boliviano.
La importancia de las tres batallas
Si bien Junín es recordada como el principio del fin para las fuerzas realistas, Ayacucho marcó la capitulación oficial de estas luego de huir de Junín. Tumusla, en cambio, consolidó el proyecto de independencia al derrotar al último líder realista en Sudamérica. Estas tres batallas, vistas en conjunto, representan el clímax de un proceso independentista que unió a los pueblos del continente en busca de libertad. En conclusión, Junín, Ayacucho y Tumusla no solo sellaron la independencia del continente, sino que también dejaron lecciones sobre unidad, estrategia y resistencia, por tanto tienen el mismo valor e importancia. Cada una, a su manera, simboliza el espíritu indomable de quienes lucharon por un nuevo futuro. Lo expuesto no cuestiona la importancia de Bolívar ni Sucre, sino complementa la línea temporal con el innegable histórico que en Tumusla murió en batalla el último Mariscal español.