Cambio climático, bosques y focos de calor rompen récords históricos

Por Guillermo Villalobos M.

El pasado 9 de agosto, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó su último informe de evaluación. El veredicto es claro, el mundo se direcciona inequívocamente al colapso climático; y nosotros, los seres humanos, somos los responsables. El planeta entero está aumentando su temperatura media gracias a los gases de efecto invernadero que emite la actividad humana. Trágicamente el informe subraya que, pase lo que pase en relación con las políticas ambientales en el corto y mediano plazo, en los próximos 20 años la temperatura media mundial se incrementará en 1,5 a 2 °C - el umbral fijado por el Acuerdo de París en 2015 – concatenando fenómenos climáticos aún más extremos de lo que experimentamos recientemente. 

Paralelamente, y de forma casi irónica, los incendios forestales –que contribuyen significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero– alrededor del globo son significativamente más destructivos que en años anteriores. Desde la Siberia rusa, pasando por diferentes regiones del mediterráneo, saltando hasta Australia, llegando hasta la costa oeste de Norteamérica y terminando en la Amazonía, el Pantanal, el Chaco y el Cerrado, los diferentes ecosistemas boscosos del mundo se encuentran asediados por las llamas. 

Bolivia está lejos de ser una excepción, más al contrario se encuentra en el meollo de la problemática. Los incendios forestales van en rápido aumento en todo el país, siendo el departamento de Santa Cruz es el más golpeado, con más 170 mil hectáreas afectadas. Hasta la fecha, solo en el municipio de San Matías – que a principios de agosto declaró desastre municipal por sequías e incendios - se tienen alrededor de 132 mil hectáreas quemadas, de las cuales, 75 mil se encuentran dentro del Área Natural de Manejo Integrado San Matías. Mientras que en el municipio de Roboré se estiman unas 17 mil hectáreas quemadas, y los fuegos ya quemaron alrededor de 14 mil hectáreas en la Reserva Municipal de Vida Silvestre Valle de Tucabaca. Este escenario nos revela que el país está muy lejos de la panacea ambiental y cultural del que algunos gobernantes enfáticamente manejan en sus discursos pomposos. 

De hecho, en el país se están rompiendo los récords históricos de focos de calor de los última diez años. Los datos proporcionados por el Sistema de Información y Monitoreo de Bosques (SIMB) revelan que los focos de calor registrados en julio de 2021 son 1,6 veces más que los contabilizados en julio de 2020 y 2 veces más que julio de 2019, año en que los incendios en la región aparecieron en las primeras planas de todo el planeta. En realidad, los focos de calor registrados durante julio son los más altos en comparación a los meses de julio de las gestiones 2010 al 2020, sólo superado por julio de 2016, cuando se registraron 42.898 focos.

El registro de focos de calor durante el primer semestre (del 01 de enero al 30 de junio) de 2021 también superó el promedio de los últimos diez años. Desde 2016 cada año se registra un aumento escalonado de los focos acumulados semestralmente. En términos porcentuales, los focos de calor contabilizados durante enero a junio de 2021 representan un incremento del 9,4 % a los registrados durante el mismo periodo en 2020 y un incremento del 28 % con relación al mismo periodo en 2019.

La mayoría de estos focos de calor se registran en áreas boscosas. El 46,1 % del total de los puntos de calor registrados durante julio de este año se dieron en áreas boscosas. Y el acumulado semestral señala que el 57,6% de los focos de calor se registraron en áreas con cobertura boscosa. La situación es severa, dado que siete de los nueve tipos de bosque que posee el país presentan constantemente focos de calor; siendo el bosque chiquitano, chaqueño, amazónico y de pantano los bosques con mayor incidencia de focos de calor de los últimos años. 

Sin embargo, lo peor aún está por venir. Los registros históricos de los últimos diez años nos revelan que la mayor incidencia de los focos de calor se da durante el segundo semestre del año, específicamente entre los meses de agosto a octubre. En otras palabras, se puede esperar que en los siguientes meses se produzca un incremento significativo de los incendios forestales en todo el país.

Estamos frente a un revés histórico importante. En lugar de reparar sobre los hechos del pasado, adecuar nuestras prácticas agropecuarias y asumir como país y como sociedad nuestras responsabilidades sobre el cambio climático, Bolivia se adentra de lleno y por tercera vez consecutiva a la quema de sus bosques y a un nuevo ecocidio.