Por José Luis Bedregal V.
Bolivia enfrenta una compleja crisis marcada por la violencia política,la falta de formación de muchos de sus líderesy la injerencia de grupos delincuenciales,lo que ha dado lugar a un preocupante debilitamiento institucional. Esto no solo afecta la gobernabilidad del país, sino también erosiona la confianza ciudadana en el sistema político, generando un círculo vicioso de incertidumbre, inseguridad y desigualdad.
Uno de los factores clave que alimenta la violencia política, es la falta de formación ideológica y ética de muchas de sus autoridades. En la mayoría de los casos, los representantes electos carecen de conocimientos básicos sobre gobernabilidad, legislación, administración pública o resolución pacífica de conflictos, lo que los lleva a recurrir a prácticas autoritarias,confrontativas y de violencia física. Esta situación se agrava con la “despolitización de los partidos”, donde la búsqueda de beneficios individuales, predomina sobre el interés nacional, debilitando los mecanismos institucionales de diálogo y consenso.
La falta de profesionalismo político no solo genera desorden interno en los escenarios de la política, sino que también abre puertas a intereses externos y agendas ajenas al bienestar del pueblo boliviano. Esto crea un terreno fértil para que los conflictos políticos se resuelvan mediante la violencia, en lugar del diálogo.
En este escenario, grupos delincuenciales han encontrado en Bolivia un entorno favorable para su expansión, no solo debido a factores geográficos y socioeconómicos, sino también a la debilidad institucional. Varios de estos grupos, asociados a distintas actividades ilegales (narcotráfico, contrabando, avasallamientos,etc), no solo corrompen a funcionarios públicos, sino que también influyen en las decisiones políticas, financiando movilizaciones, campañas o promoviendo el ascenso de actores políticos que protejan sus intereses.
La combinación de la corrupción y la presencia de estos grupos aumenta los niveles de inseguridad, afecta la economía local y deteriora la imagen internacional de Bolivia.Las implicaciones de esta situación son múltiples y profundamente negativas:
La ciudadanía percibe al gobierno, al poder legislativo y al judicial como entidades corruptas, lo que erosiona la legitimidad del sistema democrático;la violencia política y la influencia de grupos delincuenciales generan un clima de miedo y desesperanza, afectando tanto a las zonas urbanas como rurales; la inestabilidad política y la percepción de Bolivia como un país inseguro ahuyentan inversiones, limitan el crecimiento y aumentan la pobreza; las luchas internas entre diferentes sectores, exacerbadas por intereses políticos y delincuenciales, profundizan las divisiones en la sociedad boliviana.La falta de respeto por las leyes y las instituciones genera un ciclo de impunidad que beneficia a los grupos de poder ilegítimos, perpetuando el sufrimiento de la población y limitando el desarrollo del país.
Si esta tendencia no se revierte, Bolivia podría enfrentar consecuencias más graves, como la consolidación del "Estado fallido", donde las leyes pierdan completamente su fuerza y las instituciones colapsan. Esto abriría la puerta a más violencia, mayor pobreza y una migración masiva en busca de mejores oportunidades.
Es urgente tomar medidas contundentes para abordar esta crisis y para esto, Bolivia debe hacer un viraje político,que tenga como uno de sus objetivos estratégicos y patrióticos, garantizar la independencia y adecuada coordinación de los órganos del Estado. Adicionalmente, entre otras cosas, debepromover programas de formación en gobernanza y ética para autoridades electas y líderes sociales, así como mecanismos de control ciudadano sobre su desempeño.
Urge combatir el narcotráfico y otras actividades ilegales, estableciendo alianzas internacionales para enfrentar a los grupos delincuenciales, además de medidas para fortalecer las fuerzas del orden. De igual forma, promover el diálogo y la unidad nacional, buscando soluciones pacíficas y sostenibles para los conflictos o su oportuna prevención.
Bolivia enfrenta un desafío monumental, pero también tiene la oportunidad de reconstruir su tejido político y social. Solo mediante el respeto a las leyes, el fortalecimiento de las instituciones y el compromiso ético de sus líderes, podrá avanzar hacia un futuro más justo y próspero para todos.