Alza en los precios de fertilizantes y plaguicidas: ¿crisis u oportunidad?

Por Guillermo Villalobos M.*

Últimamente son cada vez más las voces que expresan preocupación por el alza de los precios de fertilizantes, pesticidas y otros insumos agrícolas. Ciertamente, desde mediados del año pasado,el alza de los preciosde productos energéticos como el gas natural y el carbón, sumado a la revuelta económica que dejó la pandemia por el covid-19, llevó a que estos insumos agrícolas hayan aumentado considerablemente su precio.Esta situación se agravó aún más desde el estallido del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania;pues Rusia es uno de los principales exportadores de fertilizantes del mundo, sobre todo de fertilizantes nitrogenados y potásicos, según constata el informe presentado a finales de marzo por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Bolivia claramente no es ajena a esta situación. Pese a que el país posee su propia industria de fertilizantes nitrogenados y potásicos (con la Planta de Urea y Amoniaco en Cochabamba y la Planta de Cloruro de Potasio en Potosí), el país sigue dependiendo ampliamente de las importaciones de estos insumos agrícolas, haciéndolo muy susceptible a la alteración de los precios internacionales.Y si bien el porcentaje de estos insumos importados desde Rusia no es muy significativo, gran parte de los fertilizantes nitrogenados que importa el país (que por cierto es el tipo de fertilizante más utilizado a nivel nacional) proviene desde la Federación Rusa.

Por esta razón, el precio de los fertilizantes, pesticidas y otros insumos en el mercado nacionalfue en aumento, llegando a duplicar e incluso triplicar su precio en comparación al año pasado. Esta situación puso en alerta a varios sectores agropecuarios, como los productores de papa del valle alto de Cochabamba o productores de hortalizas y frutas de los valles de Santa Cruz, muchos de los cuales piden con urgencia una intervención del gobierno.

Frenteeste escenario, se comenzaron a manifestar diferentes propuestas para abordar la situación, entre las cuales se destaca la del diputado por Cochabamba, Héctor Arce, quien propuso que el Gobierno Nacional autorice la importación directa con arancel cero de insumos agropecuarios como insecticidas, fungicidas y fertilizantes o, en su defecto, que el gobierno subvenciones estos productos.

Ante los pedidos, hace unos días el Gobierno Nacional promulgó el Decreto Supremo N° 4702, cuyo fin es diferir el Gravamen Arancelario a 0% hasta el 31 de diciembre de 2022 para la importación de: insecticidas, fungicidas, herbicidas,inhibidores de germinación y reguladores del crecimiento de las plantas y productos similares especificados en el anexo del Decreto. Siendo que todos los productos estipulados en la Nandina 3808 (partida arancelaria que corresponde a insecticidas, raticidas, fungicidas, herbicidas, inhibidores de germinación y reguladores del crecimiento de las plantas, desinfectantes y productos similares) fueron incluidos para que desde hoy hasta finales de este año puedan ser importados con un arancel cero. Sin embrago, curiosamente el anexo del Decreto no incluye las Nandinas 3102, 3103, 3104 y 3105 referentes a abonos minerales o químicos nitrogenados, fosfatados, potásicos, dobles y triples.

Esta situación debería llamar profundamente nuestra atención. Bolivia ya se caracteriza por permitir el uso de pesticidas que son prohibidos en otros países por ser altamente tóxicos. Es más, solo en 2019 el 46% de las importaciones que ingresaron legamente al país eran pesticidas considerados tóxicos o dañinos para seres humanos y la naturaleza. A lo que se añade que en el país existe un uso desmedido de fertilizantes,lo que está generando altos niveles de contaminación en ríos y lagos en las diferentes regiones del país.

Nos encontramosante un momento histórico que nos brinda una nueva oportunidad de reinventarnos y reinventar nuestros sistemas agrarios, en base a una liberación de la dependencia de estos insumos químicos que contaminan nuestra naturaleza y enfermannuestros pueblos.

Este momento histórico debería ser empleado para interiorizar y ampliar sistemas agrarios alternativos (tales como la agroecología o la permacultura), cuyos principios giren en torno a una producción local y diversificada para garantizar una soberanía alimentaria. Sistemas agrarios alternativos que sean resilientes al cambio climático, en balance con el ambiente y sustentables en el tiempo. Así como garanticen un empoderamiento tanto de los productores como de los consumidores, consolidando su autonomía y soberanía.

Estamos frente a un revés histórico que nos brinda una oportunidad para cuestionar, enfrentar y repensar el modelo agrícola actual dominado por las multinacionales y por los caprichos del mercado global. Sin embargo, vemos que la tendencia es ir totalmente en la dirección contraria, donde la premisa es seguir profundizando nuestra dependencia de estos insumos químicos y privilegiar aún más una industria que es controlada por gigantescas corporaciones, y que beneficia a un modelo de agronegocio depredador, destructivo y tóxico para nuestro entorno y nosotros mismos.

 

*Investigador en temas socio-ambientales