Por Pablo Solón
Durante el XI Foro Social Panamazónico (FOSPA) realizado en Bolivia 2024 se discutió una propuesta de tratado de la cuenca amazónica para lograr una gobernanza sistémica del agua que involucre tanto a los estados, los pueblos y a la propia naturaleza. Esta propuesta busca cuidar el ciclo del agua en la Amazonía y los Andes con el objetivo de garantizar el derecho al agua tanto de la naturaleza como de los seres humanos.
La propuesta de tratado va mucho mas allá de los actuales tratados entre países ya que afirma en su primer artículo que “son partes del tratado todos los sujetos que conforman la Cuenca Amazónica: a) Los gobiernos nacionales, estaduales, departamentales, provinciales y municipales. b) Las organizaciones sociales urbanas, rurales, territoriales, indígenas, afrodescendientes, campesinas, de mujeres y jóvenes. c) La naturaleza a través de los pueblos indígenas, la comunidad científica y la Defensoría Amazónica del Agua".
Rompiendo con la actual visión de la Gestión Integral de los Recursos Hídricos (GIRH) que considera al agua sólo como un recurso a ser gestionado por los seres humanos, la propuesta de tratado plantea una “gobernanza sistémica del Agua en la Amazonía conformada por las autoridades gubernamentales de nivel subnacional y nacional, la sociedad civil y el agua tutelada por los pueblos indígenas, las comunidades científicas, las organizaciones preocupadas por el medio ambiente y la Defensoría Amazónica del Agua”.
En el proyecto de tratado, el agua es un sujeto con derechos que debe intervenir en la gobernanza del ciclo del agua a través de la voz de los pueblos indígenas, los científicos y una Defensoría Amazónica del Agua que sería construida de abajo hacia arriba, desde lo local a lo sub-nacional, nacional y Amazónico. A nivel local plantea que la Defensoría Amazónica del Agua esté conformada “por 3 a 5 representantes electos por un periodo de 5 años, en base a su mérito académico, profesional y trayectoria como defensores o defensoras del Agua y los derechos de la naturaleza”. Las defensorías locales designarán a los representantes para las Defensorías sub-nacionales, y así sucesivamente hasta conformar las Defensorías Nacionales y la Defensoría Amazónica del Agua.
Esta propuesta de tratado no sólo incluye a los pueblos y a la naturaleza, sino que plantea invertir la jerarquía hasta ahora dominante de los acuerdos internacionales en las que los Estados son representados por gobiernos que anteponen sus intereses políticos al cuidado de la Casa Común. El proyecto de tratado pone el acento en la auto-organización y movilización de los pueblos antes que en las negociaciones entre burocracias estatales subordinadas a intereses político coyunturales. La democracia del agua debe construirse desde abajo para escalarse a nivel amazónico. Sólo así existirá una democracia real y efectiva para el agua y para la vida como un todo.
La idea principal de este tratado no es que lo adopten los gobiernos nacionales sino los pueblos, las comunidades, los barrios y desde ahí multiplicarse como gotas de agua hasta formar un torrente y alcanzar a los gobiernos nacionales. El tratado está pensado para que comunidades, gobiernos sub-nacionales, universidades, ciudades y todos los actores se vayan sumando al tratado y sobre todo implementen medidas estructurales para reestablecer el ciclo del agua. El cambio en los Estados Amazónicos tiene que venir de abajo o no llegará nunca es el precepto que inspira a este acuerdo internacional que trasgrede la lógica antropocéntrica de los Estados. En esta línea el texto señala: “El presente tratado está abierto a la firma de los gobiernos subnacionales y nacionales, las organizaciones sociales y las entidades representantes del agua y la naturaleza, y se irá fortaleciendo con el involucramiento de todos aquellos actores preocupados por proteger y restablecer el ciclo del agua en la Amazonia y que concuerden con los objetivos de este acuerdo.”
Para este proyecto de tratado, el cuidado y restablecimiento del ciclo del agua en la Amazonía es un imperativo para la vida en la región y en el planeta Tierra. El objetivo central de la gobernanza sistémica del agua no es el aprovechamiento sostenible de los recursos hídricos como propone la Gestión Integral de los Recursos Hídricos, sino garantizar el ciclo del agua. Si la disrupción del ciclo del agua continua los impactos serán multiescalares no sólo para el derecho humano al agua, sino para los ríos que enfrentarán crecidas e inundaciones críticas, para los peces, animales y plantas, para los bosques y la sequedad del ambiente que contribuirá a la expansión de los incendios forestales, para la salud, para los pueblos indígenas y las poblaciones locales, para las poblaciones urbanas y ciudades que dependen del agua que traen los ríos voladores, en fin para la vida en su conjunto. Entonces la finalidad de este tratado no es como se aprovecha o se manejan los recursos hídricos para satisfacción humana, sino como se adoptan un conjunto de medidas estructurales para contribuir a restablecer y preservar el ciclo del agua.
El proyecto de tratado propone un conjunto de medidas estructurales para proteger y cuidar el ciclo del agua de un conjunto de actividades extractivistas y contiene una serie de propuestas innovadoras y transgresoras que parten de concebir al agua como sujeto de derecho que no puede ser apropiado, privatizado ni mercantilizado, y al cuál se le debe garantizar sus derechos “respetando sus ciclos vitales, en armonía con la atención de las necesidades de la biodiversidad asociada ella y los seres humanos”.