Desde Selecciones hasta Oppenheimer, relatos apocalípticos

Isabel Navia Quiroga - Comunicadora y periodista

Encontré un ejemplar de Selecciones del Reader’s Digest, una revista que disfrutaba coleccionar hace mucho y que, en algún momento aciago, perdí. La edición traía de todo, artículos diversos y atemporales, como Ofrecer disculpas, arte indispensable, En empresas así da gusto trabajar, Delicias gastronómicas de Asia, y Raquel Welch enseña yoga.

Estaba por leer sobre una niña prodigio del violín, pero el texto que ganó mi atención y produjo esta nota fue Vientos mortales: Chernóbil, 1987, a propósito del primer aniversario del accidente que esta semana cumple 39 años y que sigue siendo recordado como uno de los desastres nucleares más nefastos de la historia. Comenzó a la 1:23 am del 26 de abril de 1986, cuando explotó el reactor número 4 de la estación nuclear ubicada a 15 kilómetros de la ciudad ucraniana de Chernóbil. Las personas afectadas se cuentan por decenas de miles, desde quienes tuvieron que abandonar su hogar hasta quienes fallecieron ese día y a lo largo del tiempo, debido a una cadena de consecuencias que se prolongó por más de veinte años.

La cantidad y alcance de los daños es incontable y se ha producido mucha información al respecto durante estas casi cuatro décadas. En el mundo audiovisual también, y si hay interés y aún no la vieron, está la miniserie Chérnobil (2019), disponible en Max y en el mercado paralelo. Tiene solo cinco episodios, pero su potencia narrativa es soberbia e impactante. En su momento ganó diez Premios Emmy, nueve premios BAFTA y dos Globos de Oro, incluyendo mejor miniserie.

El relato aborda todas las facetas del hecho, la forma en que sucedió el accidente, los personajes y sus historias personales, pero también el lado político y cómo el gobierno de entonces, irresponsablemente, trató de ocultar el hecho.

Sobre otro accidente nuclear y de magnitud semejante, que sucedió en 2011, está la bien lograda serie japonesa Los días, que narra el desastre nuclear de la región de Tōhoku, luego de que un tsunami de 15 m de altura embistiera a la Central Nuclear de Fukushima Daiichi, dañando uno de sus sistemas de refrigeración. La miniserie, disponible en Netflix, está protagonizada por Koji Yakusho, el mismo de la aclamada Días perfectos (Wim Wenders, 2023).

“¿La energía nuclear es una bendición o una maldición? Desde 1979, el año del accidente en Three Mile Island, en Estados Unidos no se ha presentado ninguna solicitud de permiso para construir una planta nuclear”, indica el artículo de Selecciones, escrito -recordemos- en 1987; y añade que a ese momento en el mundo había más de 390 reactores nucleares comerciales operando y proporcionando el 15% de la demanda de electricidad.

En relación a datos más actuales, el sitio de la Asociación Nuclear Mundial, world-nuclear.org, menciona que son unos 440 los reactores nucleares en funcionamiento, para atender el 9% de la electricidad en el mundo.

Además, menciona que “más de 50 países utilizan energía nuclear en unos 220 reactores de investigación” que también se destinan a la producción de isótopos médicos e industriales, así como para la formación. En este punto no pude dejar de recordar que, a menos de 16 km de la Plaza Abaroa, en el Distrito 8 de El Alto, se halla el Centro de Investigación Nuclear, una entidad de la que poco he encontrado en la cobertura informativa local. Por sus notas, estiman tener su propio reactor a mediados de 2025, con apoyo ruso. Un tema sobre el cual vamos a necesitar mucha información, pues sigue sonando a (peligrosa) ficción.

A propósito de energía nuclear, este año se cumplirá el aniversario 80 de la creación de la bomba atómica, cuya prueba piloto se produjo durante el llamado Proyecto Manhattan, sobre el que en 2023 el cineasta Christopher Nolan llevó a la pantalla grande la película Oppenheimer, apellido del físico nuclear que dirigió la investigación científica.

La película fue el evento cinematográfico del año, ganó numerosos premios: siete Oscar, incluyendo mejor película, director y actor; cinco Globos de oro, siete premios BAFTA y varios más. Su música y la actuación de Robert Downey Jr. son algunos de los aspectos más destacables. Sin embargo, hay una historia detrás de Oppenheimer, menos conocida, pero igualmente importante que escuché hace poco en el gran podcast de Radio Ambulante y su episodio Secreto de Estado.

Resulta que para llevar a cabo el proyecto Manhattan se necesitaba un terreno con características muy específicas y había que tenerlo pronto, pues el tiempo era un factor clave. Leslie Groves, el militar que hizo de jefe de operaciones del proyecto, era el responsable de encontrar el lugar, que debía ser de fácil acceso por aire y por ferrocarril; además, tenía que ser un lugar donde se pudieran hacer experimentos al aire libre y construir durante todo el año. Y lo más importante: tenía que estar lo suficientemente aislado por si algún ensayo pusiera en peligro a las personas, y también para no llamar la atención. Ahí es que surge la meseta Pajarito y no digo más porque el podcast está imperdible, escúchenlo en radioambulante.org.

Y si llegaste hasta aquí, un bono. Para aficionados a historias apocalípticas, la miniserie Estación Once es algo bellamente atípico del género. Está hace un par de años en Max, no tuvo una gran campaña publicitaria, pero merece una maratón de fin de semana.

Estación Once se basa en la novela de la escritora canadiense Emily St. John Mandel y muestra a un grupo de artistas itinerantes que se ganan la vida interpretando a Shakespeare. La característica del mundo en que se mueven es que la civilización está casi extinta por a una pandemia de gripe; ellos son los sobrevivientes que perdieron todo 20 años atrás y viajan por el país en un intento de reconexión humana a través del arte. La serie tiene 10 episodios impecables en los que nos obsequian un ensayo de celebración de la vida, las emociones, la música, el teatro y el sentido de comunidad. Una joya.