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Estudio sobre salud y estilos de vida en adolescentes destaca necesidades críticas en alimentación y educación sexual

Un reciente estudio refleja la situación de la salud y estilos de vida en adolescentes de los departamentos de La Paz y Pando en Bolivia. El trabajo, que se realizó gracias a la coordinación entre el Ministerio de Salud, el Ministerio de Educación, la ONG WeWorld y el apoyo crucial de la Cooperación Italiana para el Desarrollo AICS, ofrece una visión profunda sobre los desafíos y oportunidades en la promoción de la salud juvenil en estas regiones.

El estudio se enmarca en el proyecto "Salud y Telemedicina: consolidación y fortalecimiento del acceso al tratamiento sanitario primario en Perú y Bolivia", una iniciativa binacional destinada a mejorar las condiciones sanitarias en Apurímac (Perú) y en los departamentos de La Pazy Pando (Bolivia). Coordinado por el Centro de Salud Global de Italia y el Programa Nacional de Telesalud en Bolivia, en colaboración con WeWorldOnlus, el estudio se centró en una franja etaria crítica: los adolescentes de 13 a 15 años. Este grupo es crucial porque, durante esta etapa, se consolidan muchos comportamientos que pueden tener un impacto duradero en su salud futura.

El objetivo principal del estudio era identificar las lagunas de conocimiento y los comportamientos de riesgo entre los jóvenes de La Paz y Pando, para así desarrollar una campaña de educación sanitaria que aborde de manera efectiva sus necesidades. La investigación exploró varias áreas clave: hábitos alimentarios, actividad física, higiene personal, conductas sexuales de riesgo, consumo de alcohol y tabaco, y hábitos de sueño.

Los resultados revelan una imagen compleja de la salud juvenil en estas regiones. En cuanto a la alimentación, se encontró que un porcentaje significativo de los adolescentes no conoce su peso ni estatura, lo que limita su capacidad para tomar decisiones informadas sobre su salud. A pesar de que un 54.43% no sabe su estatura y un 67.97% desconoce su peso, los conocimientos generales sobre la importancia de una dieta equilibrada están presentes, pero el acceso a frutas y verduras sigue siendo limitado, especialmente en áreas rurales y de bajos recursos. El alto costo de estos alimentos contrasta con la prevalencia de comida rápida y gaseosas, que son consumidas regularmente por los jóvenes.

La actividad física muestra una tendencia positiva, con la mayoría de los adolescentes participando en educación física escolar de manera regular. Sin embargo, el sedentarismo sigue siendo una preocupación, con un 21% de los encuestados pasando entre 3 y 4 horas al día en actividades sedentarias como ver televisión o usar computadoras. Este comportamiento podría contribuir a problemas de salud a largo plazo, por lo que se necesita una mayor promoción de la actividad física regular.

La higiene personal, otro aspecto crítico del estudio, muestra que aunque el conocimiento sobre prácticas adecuadas está bastante bien, las condiciones en muchas escuelas, especialmente en áreas rurales, son precarias. La falta de privacidad en los baños y el acceso limitado a agua potable afectan negativamente la capacidad de los estudiantes para mantener una buena higiene.

En el ámbito de la sexualidad, los resultados son preocupantes. Más de la mitad con el 52% de los adolescentes no tiene conocimiento claro sobre las enfermedades de transmisión sexual (ETS) ni el 50% sobre los métodos anticonceptivos. Esto refleja una necesidad urgente de educación sexual adecuada y accesible, tanto en las escuelas como en el hogar.

A pesar de que algunos jóvenes han recibido información en el contexto escolar, las conversaciones sobre estos temas no son lo suficientemente esclarecedoras, lo que sugiere una brecha significativa en la comunicación tanto familiar como educativa sobre sexualidad y salud reproductiva.

El consumo de alcohol y tabaco entre los adolescentes es relativamente bajo, pero aún hay un margen para mejorar la educación sobre los riesgos asociados. La mayoría de los jóvenes encuestados no fuma ni consume alcohol, pero los que lo hacen presentan una comprensión variada sobre los riesgos, indicando que la educación sobre estos temas podría ser reforzada.

Finalmente, los hábitos de sueño también presentan desafíos. Casi el 51% de los adolescentes duermen menos de las 8-10 horas recomendadas, lo que puede impactar su salud física y mental. Este hallazgo resalta la necesidad de promover prácticas de sueño saludables entre los jóvenes.

Comprender las prácticas de vida saludable y el acceso que tiene la población a alimentos e información es crucial para el desarrollo de estrategias efectivas. Este conocimiento permite diseñar intervenciones que no solo aborden las deficiencias identificadas, sino que también involucren a la comunidad como centros educativos, juntas de padres de familia y centro de salud de manera activa. Al fortalecer el compromiso de los mismos, se pueden implementar prácticas más adecuadas y sostenibles, mejorando así la salud y el bienestar general.

(Con información de nota de prensa)