Manuel Morales Alvarez
La cicatriz que se forma por la quema de bosques permite identificar la zona en proceso de deforestación. Resulta que en Bolivia, los incendios se repiten por lo general en las mismas áreas cada año, con algunas pequeñas variaciones. Eso significa que las autoridades encargadas de proteger nuestro mar verde, la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), entre otras, si cuenta con el registro de los predios donde se realizan las quemas y las tierras fiscales incendiadas. También se tienen instituciones no estatales que hacen el seguimiento y por ello se puede establecer las proporciones de esta catástrofe ambiental. Sin embargo, no se procesan penalmente a los dueños de los predios ni a los autores involucrados en los incendios.
La quema sobre la quema forma una cicatriz, donde lo “verde” va desapareciendo y va quedando la tierra para sembrar, introducir ganado, realizar asentamientos humanos y traficar con ella. Este proceso es violento, es mediante el fuego descontrolado, agravado por la sequía. El fuego devasta la naturaleza, mata la vegetación y los animales sin piedad alguna.
La recuperación de la flora y fauna en una zona quemada puede demandar décadas, sin embargo, algo de vegetación volverá a crecer. Por esa razón, la quema reiterada cada año en la misma zona busca una devastación profunda y por ello es un ecocidio permanente que debe ser frenado inmediatamente y por un lapso de tiempo prolongado e indefinido, para generar cierto grado de recuperación.
La cicatriz de incendios permite observar con absoluta claridad las zonas boscosas y no boscosas (pastizales y arbustos) masivas deforestadas en los departamentos de Santa Cruz y Beni, seguidas del norte de La Paz.
En orden de extensión, los incendios se presentan en propiedades empresariales grandes, propiedades empresariales medianas, tierras fiscales no disponibles, tierras fiscales disponibles, Tierras Comunitarias de Origen (TCO), propiedades comunitarias y en pequeña propiedad. Sabemos los porcentajes, que van variando entre una u otra forma de propiedad, lo que si no cambia es el orden descrito.
Según Fundación Tierra, al 30 de septiembre de 2024, el área quemada en Bolivia es de 10.125.400 hectáreas y desde inicios del milenio, el promedio anual es de 3,7 millones de hectáreas quemadas entre 2001 y 2020 según el último reporte de la FAN y WCS (2021). Según la Fundación Amigos de la Naturaleza, la evaluación realizada con “el producto MCD64 (el algoritmo del MCD64 basa la detección en los umbrales dinámicos a un índice de vegetación y la variación de la textura temporal, utilizando focos de calor para guiar la expansión de la detección) permitió detectar un total acumulado de 32 millones de hectáreas quemadas en todo el país durante el periodo de 2000 a 2013” (Rodriguez-Montellano A.M. 2014. Incendios y quemas en Bolivia, análisis histórico desde 2000 a 2013. Editorial FAN. Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.). En consecuencia, desde el año 2000 al 2024 se tendría una superficie acumulada de 72.7 millones de hectáreas. Eso quiere decir, que cada año se quema en promedio 3,02 millones de hectáreas.
Esta quema sobre quema se presenta reiteradamente en los municipios de San Matías, San Ignacio de Velasco, Concepción, Carmen Rivero Torrez, El Puente, Puerto Suarez, Ascensión de Guarayos, San José de Chiquitos, San Rafael, Santa Rosa del Sara, en el Departamento de Santa Cruz y en el Beni, los municipios de San Ignacio, San Andrés, Santa Ana de Yacuma, Exaltación, Reyes, San Ramón, San Javier, Huacaraje, Baures, San Joaquín. Las principales áreas protegidas quemadas se presentan en San Matías,Otuquisy Noel Kempff Mercado.
Casi la totalidad de las áreas quemadas en el país abarca cuatro ecorregiones: Sabanas inundables, Cerrado, Sudoeste de la Amazonía y Bosque Seco Chiquitano. Los meses donde se presentan con mayor intensidad los incendios abarcan desde agosto hasta octubre.
Si se conocen los municipios, áreas protegidas y la reiteración cíclica de las quemas, ¿qué hacen las autoridades estatales correspondientes para frenar esta situación?
¿Por qué cada año se forman brigadas de bomberos voluntarios que irán a trabajar sacrificadamente en una labor que no tendrá un verdadero efecto contra las quemas reiteradas?
¿Los bolivianos debemos permitir que dirigentes interculturales y campesinos exijan abrogar la pausa ambiental y beneficiarse con la dotación de tierras que ya fueron quemadas?
Mi respuesta es clara: ¡pausa ambiental sin concesión alguna a los ecocidas!
8 de octubre de 2024