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El sueño verde en Sucre: Flora y Zacarías, pioneros de la agricultura limpia

Iván Ramos - Periodismo que Cuenta

Desde el año 2007, Flora y Zacarías han echado raíces profundas en el barrio El Progreso, en la zona de Alto Sucre del Distrito 3. Contra todo pronóstico, y desafiando una de las mayores barreras para los agricultores urbanos, la falta de agua, han transformado su terreno en un vergel de lechugas, apios, repollos, perejil, rábanos y espinacas. Lo que allí florece no solo alimenta a la tierra, sino también a sus cuatro hijos, dos varones y dos mujeres, para quienes han construido este oasis verde.

La pareja llegó desde la provincia Linares de Potosí, cargados de ilusiones y con un solo objetivo: dar a sus hijos la oportunidad de estudiar y convertirse en profesionales. Hace 25 años, sus caminos se cruzaron en su comunidad natal: él vivía en las alturas, donde solo se cultivan papas y otros productos típicos de la altura; ella, cerca del río, conocía el arte de producir hortalizas. “Nos complementamos”, recuerda Zacarías, quien pronto aprendió lo que Flora dominaba, mientras ella aprendía de él los secretos de los cultivos de altura.

“No vinimos solo por el clima más templado de Sucre”, dice Zacarías. “Vinimos para que nuestros hijos puedan estudiar en la Universidad”, añade Flora, con la mirada llena de determinación. En esa mezcla de sueños y conocimientos, encontraron la clave para hacer florecer la tierra, trabajando en perfecta simbiosis.

Orgullosa, Flora muestra su carpa solar, donde sus productos crecen sin químicos, rodeados por el calor que ayuda a que todo verdezca. Zacarías señala con satisfacción las papas, las cebollas y los berros, que están a punto de ser cosechados. Será mañana sábado, cuando llevarán al mercado sus productos limpios, cultivados con agua pura y sin aditivos. Los surcos del terreno ya anuncian nuevos brotes, aunque la lucha por el agua nunca ha cesado. “Recolectamos la lluvia y la guardamos en un tanque de reserva, pero construiré otro bajo tierra”, afirma Zacarías, decidido a seguir adelante.

A pesar de la calidad de su producción, algunos compradores aún dudan. Pero Flora, armada de determinación y un celular, muestra orgullosa videos y fotografías de su huerto: cómo riega, cómo cosecha. “Así despejo cualquier duda”, asegura.

En Sucre, los huertos urbanos solían ser parte del paisaje cotidiano, pero la expansión del cemento ha hecho que poco a poco desaparezcan. “Sucre estaba repleta de huertos urbanos, pero la selva de cemento los está terminando”, recuerda con nostalgia el agrónomo Carlos Cáceres. Aunque quedan pocos huertos urbanos, Flora y Zacarías son la prueba viviente de que, con esfuerzo y dedicación, todavía es posible vivir de la tierra.

“¿Da para vivir?”, les pregunto. Ambos se miran y responden al unísono: “Sí, da para vivir”. Porque, aunque sean pocos, su huerto es un testimonio de resistencia, de un sueño verde que sigue floreciendo en medio de la ciudad.