MEDIO AMBIENTE
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<strong>Al rescate de un dron extraviado</strong>

Mientras nos dirigíamos a nuestro destino observamos cómo lugareños talan ramas y troncos del bosquecillo de Alto Chicani (Foto ANA)



Vía: Agencia de Noticias Ambientales (ANA)

Tras algunas horas lo hallamos en buen estado, pero en ese sector conocido como los gigantes de Chicani por sus monumentales formaciones, advertimos que hay gente que se dedica a deforestar un bosquecillo que hay en esas alturas para comerciar con los troncos de pino y eucaliptos que cortan.

La Paz, noviembre de 2022 (ANA).- Los alrededores de la ciudad de La Paz no se cansan de ofrecer su naturaleza con sus ecosistemas, pisos geológicos, flora y biodiversidad, que pese a la depredación provocada por las personas así como la expansión urbana descontrolada, aún se mantienen como diciendo «estamos aquí llenos de vida, por favor no nos hagan daño».

A partir de las ocho de la mañana del sábado comenzaron a llegar de a poco alrededor de ocho personas que acudieron a la excursión organizada por el Club de Excursionismo, Andinismo y Camping (CEAC) denominada “Los Gigantes de Chicani”, la concentración se efectuó en la plaza donde están las instalaciones de Epsas, en la zona de Pampahasi.  Desde allí se abordó un minibús con dirección a Chicani, donde bajamos e iniciamos la caminata.

Deforestación en Alto Chicani




Mientras nos dirigíamos a nuestro destino observamos cómo lugareños talan ramas y troncos del bosquecillo de Alto Chicani (Foto ANA)

De inmediato comenzó el ascenso por una zona urbanizada de calles de tierra aunque con cordones de vereda, luego siguieron senderos empinados por la montaña hasta  llegar a un bosquecillo de pinos y eucaliptos, en las alturas de Chicani, el cual estaría comprendido en la jurisdicción del municipio de La Paz.

Pero allí tropezamos con un espectáculo indignante y es que habían personas que estaban talando de dicho bosquecillo troncos de raíz así como gruesas ramas de árbol para llevarlas hasta una camioneta que esperaba en el camino. Cualquiera podría darse cuenta que esa deforestación solo perseguía fines comerciales (callapos y pilares de construcción), increparles al respecto solo hubiera propiciado que esa gente nos agreda, pero no hubiéramos podido evitar la deforestación.




Una camioneta esperaba a ser llenada con los troncos que despupes de talar los árboles acarreaba esa gente. (Foto ANA)

Al respecto cabe recordar una normativa municipal vigente que prohíbe la tala de árboles por más que estos se encuentren al interior de una propiedad privada, ello al menos hasta el mes de marzo de 2023. Y es que las plantas absorben dióxido de carbono y desprenden oxígeno, además de albergar biodiversidad, regular la temperatura, mantener la humedad y asegurar la estabilidad de los suelos.

Seguimos por una estrecha senda hasta alejarnos de esas personas, solo pudimos tomar algunas fotos de la depredación para presentárselas a las autoridades.




Sendas estrechas y resbalosas marcaban nuestro camino. Un paso en falso y… (Foto ANA)

La senda se tornó en una estrecha y bifurcada vereda que exigía toda nuestra atención para no resbalar y no faltaron tramos en los que tuvimos que emplear también manos y brazos para sujetarnos de algunas raíces, de los tallos de arbustos y troncos de árboles, pero sin destrozar ninguno. En cualquier caso era preferible no mirar mucho hacia abajo.

El mirador hacia los gigantes




El dron pudo captar espectaculares imágenes momentos antes de extraviarse. (Foto Rosse Fuertes)

Finalmente arribamos a un lugar conocido como “El mirador”, a casi 3900 metros de altura y desde donde se apreciaba un panorama impresionante, al este, gigantescas e impresionantes formaciones geológicas vistas desde arriba semejaban gigantes de pronto convertidos en piedra y tierra. Hacia el sur se perfilaban las zonas de Callapa y Alto Irpavi, entre otras áreas de esos lugares.

Mientras tomábamos fotografías del cautivador espectáculo, alguien que trajo su dron comenzó a prepararlo para volar desde esas alturas. Giraron durante un momento las hélices del aparato y comenzó a elevarse, de pronto estaba volando hacia el oriente sobre titanes que parecían saludar alzando la mirada.




Desde el mirador podía verse una especie de plataforma entre los farallones cuya cobertura vegetal fue quemada por gente impresentable. (Foto ANA)

Bastó un descuido y ocurrió lo inevitable, al sobrevolar sobre el sector de los gigantes de Chicani, el vehículo no tripulado se perdió de vista y no pudo regresar, pues pese a los esfuerzos solo se logró que aterrizara, tome algunas fotos y dejase su ubicación, pero de volver…nada.

Entonces comenzó la que denominamos “operación recate del dron”. Todos muy entusiastas nos dispusimos a participar en el hallazgo del aparato. Primero nos encaminamos por resbalosas veredas para llegar detrás del farallón donde había una plataforma en la que gente irresponsable quemó la cobertura vegetal.




Pese a las agresiones, la naturaleza del lugar ofrece rosáceas silvestres junto al cauce seco. (Foto ANA)

Sin embargo requeríamos equipo para atravesar el lugar como cuerdas y guantes. Nuestro error fue no llevar nada de eso pues nos imaginamos que el trayecto no ofrecería mayor dificultad. Nunca volveremos a hacer eso, en cualquier recorrido los imprevistos siempre suceden.

Ya era más de mediodía, como no podíamos pasar debimos retornar para tomar el camino más largo por Chicani Bajo para de allí dirigirnos al sur hasta alto Irpavi, donde había una parada del bus Pumakatari: el camino era largo y polvoriento, pero igual seguimos adelante.

Hallazgo del dron extraviado




El lugar donde fue hallado el dron extraviado. (Foto ANA)

Fuimos hasta allí en un taxi que nos transportó hasta más arriba de esa terminal, sin embargo el vehículo ya no podía subir pese a que solo quedamos cinco, entonces bajamos y continuamos la pendiente bajo el fuerte sol de las primeras horas de la tarde, de ese modo llegamos hasta el sector de Aruntaya, denominado sitio turístico por los comunarios del lugar.




Desde más arriba de Alto Irpavi, la comunidad Callapa Aruntaya es la puerta de entrada a los gigantes de Chicani. (Foto ANA)

Ellos conocen las sendas del sector y existe una caseta antes de ingresar al área de los gigantes de Chicani. Desean promocionar el turismo allí y controlan el acceso a fin de evitar que gente inescrupulosa penetre a quemar arbustos como sewenkas, retamas y pajonales.




La naturaleza del lugar no dejaba de sorprender, como estas formaciones geológicas con agujeros en forma de mapas. (Foto ANA)

Ya unos metros más arriba torcimos hacia la izquierda para continuar por una pendiente mucho más pronunciada, se trataba del cauce seco de un río. Era una cañada pedregosa pero surcada de formaciones fantásticas, los gigantes de Chicani vistos desde abajo no dejaban de semejar catedrales góticas. A cada momento veíamos con el celular y el control del dron cuál era su ubicación. Ya estábamos cerca, pero había que seguir subiendo.

Hasta que al final, faltando quince minutos para las cuatro de la tarde, uno de nosotros lo halló en un desvío lateral izquierdo donde habría aterrizado suavemente. Hallarlo así, cuando suponíamos que se encontraría en un lugar más escarpado y de difícil acceso fue una enorme satisfacción para todos. La operación “Rescate del Dron” había concluido con éxito. (VLM)




Los colosos vistos desde una estrecha brecha aledaña al cauce seco. (Foto ANA)