Por: Fernando Huanacuni Mamani - Ex Canciller De Bolivia
Las catástrofes naturales, las guerras, las alteraciones genéticas de las semillas, las formas modernas de cultivo y el cambio climático, son algunos de los factores de lacrisis alimentaria que afronta la humanidad. Según informes de la Organización de Naciones Unidas (ONU), cerca de 811 millones de personas pasan hambre en el mundo.
Sin duda, cada año nuestras tierras son más infértiles a causa del monocultivo, la monopolización, la depredación y la mercantilización de las tierras, un modelo rentable para las transnacionales pero devastador para millones de familias.
A esta crisis, debemos sumarle la propagación acelerada de nuevas variantes del SARS-CoV-2. Hasta la fecha, en el mundo, se estima que más de 5,3 millones de personas fallecieron a consecuencia de la COVID-19. Algunos expertos afirman que el virus fue creado en laboratorios y otros desestiman esa hipótesis.
Frente a esta disyuntiva, los gobiernos de países industrializados y/u organismos internacionales sólo se concentran en discutir sobre el incremento de recursos financieros que se requiere para “ayudar” a los países clasificados como de “alta prioridad”. Pero mientras no se ataquen las causas estructurales que provocan esta crisis, no podremos detenerla y cada año seguiremos acumulando informes con cifras exorbitantes a nivel mundial, pero mas que cifras cargaremos con la muerte de millones de personas.
La humanidad necesita comprender que los modelos y estándares de sociedades modernas, que impuso el sistema capitalista, son el origen de la desnaturalización y la depredación de la Madre Tierra; son estructuras capitalistas donde el ser humano se desarticula de su identidad, de su espiritualidad y de sus principios ancestrales.
La humanidad debe interpelarse para decidir si continuará inmersa en una estructura moderna, que ha provocado el deterioro de la vida, u opta por recuperarlos saberes ancestrales, retornar a nuestra identidad cultural y caminar la senda de la Cultura de la Vida.
Este 21 de diciembre, debemos acompañar la Fiesta Ceremonia de la Illa y la Ispalla, que coincide con el solsticio de verano.
Cada 21 de diciembre, la comunidad se reúne enlas Wakas para recibir los primeros rayos del Padre Sol, que al amanecer ilumina el fruto de la primera siembra, ese fruto que es la Ch´ama y la Qama, fuerza física y espiritual, que se necesita para proyectar un futuro basado en el Paradigma Ancestral Comunitario: Vivir Bien con la Madre Tierra.
A través de esta fiesta ceremonia, los pueblos del Abya Yala llaman a la illa e ispalla con el fruto de la primera siembra (nayra sata) y luego lo guardan, ya que serán las semillas de la siguiente siembra. Para las culturas ancestrales Illa se traduce como la fuente, el origen, la semilla de todo lo animal, e ispalla de todo lo vegetal y mineral.
Desde el paradigma ancestral comunitariose concibe que todo vive y que todo es importante en la comunidad, ya que la desaparición o el deterioro de una especie, es el deterioro de la vida. Por lo tanto, la Madre Tierra es nuestra fuente de vida, de ella emergemos y a ella regresamos.
En esta fiesta ceremoniadebemos agradecer por todo lo que nos dio la Pacha, la Vida. Y debemos comprometernos a cumplir con nuestro rol generacional, dejar buenos hijos a la Madre Tierra y dejar buenas semillas para que en el futuro todos tengan todo lo necesario y a nadie le falte nada.
Jallalla.