Las protestas contra las restricciones por el COVID-19 en China, un desafío sin precedentes para Xi Jinping
Fuente: EUROPA PRESS
Las manifestaciones registradas a lo largo del fin de semana en más de una decena de ciudades de China se han convertido en un desafío sin precedentes para el presidente del gigante asiático, Xi Jinping, que ve ahora peligrar su estricta política de restricciones y confinamientos para acabar con el coronavirus.
Desde Shanghái hasta Pekín, miles de personas han decidido salir a la calle para mostrar firmemente su clara oposición a las medidas tomadas por el Gobierno, duramente criticado por someter a la población a la conocida política para erradicar el virus.
Los problemas acarreados por el establecimiento de estas normativas, que han llevado a la inacción de las autoridades ante situaciones de emergencia, han hecho estallar una situación ya de por sí sumamente tensa en un país donde las protestas a gran escala son inusuales.
La población exige ahora más libertades y ha llegado incluso a solicitar a Xi que abandone el poder tras casi tres años de test en masa, duros confinamientos y cuarentenas obligatorias que implican un coste económico y humanitario.
Mario Esteban, investigador principal de Asia-Pacífico del Real Instituto Elcano, ha señalado en declaraciones a Europa Press que "gran parte de la población creía que después del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China que tuvo lugar en octubre se iban a relajar las medidas, cosa que en realidad no ha pasado".
"Los cambios han sido mínimos. Creo que eso también ha facilitado que ahora hayan surgido estas protestas, porque mucha gente esperaba un cambio en torno al mes de noviembre", ha puntualizado.
En el centro de estas protestas se encuentra el incendio registrado el sábado en una vivienda de la ciudad de Urumqi, en la región occidental de Xinjiang, donde fallecieron al menos 10 personas ante, supuestamente, la lenta respuesta de los Bomberos precisamente por las restricciones contra el coronavirus. La ciudad en cuestión llevaba bajo cuarentena más de 100 días, lo que ha llevado a los residentes a permanecer en sus viviendas aislados durante un largo periodo de tiempo.
"Hacía falta un detonante así, probablemente tan evidente porque el argumento del Gobierno chino hasta ahora para justificar las medidas tan severas era el de dar prioridad a la salud, salvar vidas... Pero, precisamente, la gente entiende que si son las políticas las que provocan este tipo de tragedias, se genera enfado", ha manifestado en relación con el incendio y la posterior reacción de la opinión pública.
En este sentido, ha recordado que incluso en España "hemos experimentado que, cuanto más tiempo pasa con estas medidas en vigor, mayor es el hartazgo de la gente" y ha hecho hincapié en que el Gobierno "se está viendo ahora sometido a una mayor presión" a pesar de que "el debate ya existía previamente en China".
"El propio Xi Jinping ha mostrado un inmovilismo importante durante este tiempo. Ha invertido mucho en identificarse en esta política de no convivencia con el virus", ha afirmado Esteban, que si bien es "evidente" que la presión está aumentando, "no está claro si a corto plazo se producirán cambios". "Es difícil de prever", ha dicho, aunque ha admitido que "si no hay cambios es más fácil que es produzca un mayor descontento".