MEDIO AMBIENTE
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Turismo en áreas protegidas, clave para precautelar nuestro destino

Cóndor en majestuoso vuelo



Texto y fotos: Nelson Fernández

Turismo en áreas protegidas, clave para precautelar nuestro destino

ANA, 26 de marzo 2021.- El desarrollo de nuestro país depende de la buena salud de su naturaleza, mientras este concepto no esté totalmente claro, estaremos transitando en el camino equivocado. Conocer y disfrutar de nuestras áreas protegidas mediante el ecoturismo y otras modalidades amigables con el entorno, podría ser la clave para que las futuras generaciones puedan vivir en un país económica, social y ambientalmente rico.

Panorámica caminos del Inca

Nuestras más de ciento cincuenta áreas protegidas nacionales y sub-nacionales son más que un simple destino de viaje, debido a que para ser declaradas como tales deben ser lugares representativos en los que se conserva el patrimonio natural y cultural único, así mismo, todas cuentan con sitios aptos para el desarrollo de iniciativas de turismo responsable y pocas aprovechan estos recursos para fortalecer su sostenibilidad.

El turismo responsable conserva la naturaleza y garantiza el futuro

Según la Organización Mundial de Turismo (OMT), el segmento más dinámico de esta industria es el de la naturaleza o turismo responsable, que crece entre 10 y 30% cada año debido a que existe un interés en ascenso por el consumo consciente cuya premisa fundamental es que sin la buena salud de la naturaleza no existe posibilidad alguna de pensar en el futuro desarrollo. 


Otra noticia es rescatada de la plataforma turística Tripadvisor cuyas reservas para experiencias al aire libre incrementan en un promedio de 50% cada año, lo que supone que luego de la pandemia y con millones de turistas desesperados por tomar mayor contacto con la madre naturaleza, ese indicador crecerá aún más dejando en manos de los operadores de nuestras áreas protegidas la incomparable oportunidad de generar propuestas emergentes de iniciativas con bajo costo operativo, un mínimo impacto ambiental y buena rentabilidad y beneficio para las y los bolivianos.

Algunas cifras contundentes

Como un ejemplo determinante del potencial turístico de nuestras áreas protegidas, la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa, que ostenta la mayor recaudación del Sistema de Cobros por Turismo (SISCO), alcanzó en la gestión 2019 el monto total de Bs. 20.565.430,00, pese a los conflictos sociales ocurridos desde octubre de ese año (SERNAP 2020) y que paralelamente significó una importante oportunidad de trabajo para familias de las comunidades locales.

A manera de orientación general del potencial turístico en áreas protegidas y debido a la carencia de estudios de valoración económica y datos estadísticos en Bolivia, se tomó como ejemplo investigaciones realizadas por CSF en Perú (CSF Políticas de Conservación 02/2018) que encontraron que el efecto económico local directo producto del turismo dentro del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (ANP) del Perú fue de 723 millones de dólares en el 2017, cifra que es 40 veces más de lo que gasta el Estado actualmente en mantener el sistema.

El mismo estudio refiere que el turismo en ANP del Perú, generó más de treinta y seis mil empleos en las localidades y ciudades circundantes, además de un importante efecto multiplicador en cuanto a beneficios para comunidades locales y actividades privadas. Por otra parte, un análisis econométrico (de medición de los ingresos económicos) realizado en paralelo sugiere que las ANP incrementan el turismo alrededor de ellas en un rango del 33% al 100%.

Torotoro

A modo de conclusión

Se puede vaticinar que en los próximos años el turismo responsable, de naturaleza, cultural y de observación de aves, será una importante alternativa de inversión inteligente para el estado y los administradores de las áreas protegidas bolivianas, hacia el logro de su sostenibilidad.  

Artículo producido en el marco del Proyecto “Fortaleciendo las Bases de Sostenibilidad Financiera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Bolivia (SNAP) para la Consolidación de Procesos de Conservación”, implementado por FUNDESNAP bajo el patrocinio de la Fundación Gordon and Betty Moore.