HEREDEROS DE UN LEGADO
Título: 

La vida de Marina y sus hijos en la última nación Uru Chipaya

LA REGIÓN

Por: Rocío Lloret. Fotos: Gabriela Villanueva y Pedro Laguna

En los confines del Altiplano boliviano, existe una cultura a la que se conoce como los “hijos del agua”. Su vida está íntimamente relacionada con ríos y lagos. Aquí el hielo cubre la tierra como una promesa de resistencia. Aquí vive Marina, junto a sus hijos: Yerco y Yesenia, quienes se han propuesto heredar la riqueza cultural de su pueblo.

En esta comunidad remota, situada a pocos kilómetros de la frontera con Chile, departamento de Oruro, los putuku y wayllicha (como se conoce a la viviendas en el lugar) se erigen como fortalezas ante la aridez y la adversidad de un clima gélido. Con escasas lluvias y tierra cada vez más seca, vivir es un desafío.

Aquí el idioma puquina aún sobrevive en susurros. La rutina se convierte en rito, y el rito, en testimonio de una identidad que lucha por no desvanecerse. Los Chipayas viven en la zona del salar de Coipasa, Bolivia, en la desembocadura del río Lauca. Tienen origen Uru, un antiguo grupo cultural caracterizado por vivir de la caza y la pesca. Son comunidades con alto valor cultural. Aunque cada vez son menos, sus saberes ancestrales se resisten a desaparecer, entre ellos, el idioma puquina.

Este es un viaje íntimo a través del lente de los fotógrafos Gabriela Villanueva y Pedro Laguna, sobre la mirada de una madre y los pasos de sus hijos, en uno de los rincones más antiguos y olvidados del mundo.

El entorno ancestral

Las primeras luces del amanecer revelan el altiplano: vasto, silencioso y sagrado. Aquí, la comunidad Uru Chipaya ha resistido el paso del tiempo durante más de 4.000 años.

 


El calor de un hogar en temperaturas heladas

Marina inicia el día antes del alba. Mientras la escarcha cubre el suelo, ella prepara a sus hijos, con la idea fija de heredar los secretos de su cultura.

 


El ritual del cabello

Con manos firmes y sabias, Marina trenza el largo cabello de Yesenia. Cada trenza es un lazo con su identidad cultural y un acto de amor.

 


El legado tejido a mano

“Así tejían mis abuelas”, le dice Marina a la niña en puquina. Sentada junto a sus hijos, enseña a elaborar la chuspa, una bolsa ritual que lleva siglos tejiéndose con la misma técnica.

 


Recolectar del viento y del agua

Yerco busca entre la paja brava las plumas de flamenco. Sabe distinguir las más finas: serán abrigo, serán memoria, serán parte de su historia.

 

La noche como testigo

Bajo un cielo estrellado que parece abrazar el altiplano, Marina contempla su mundo. En su mirada, el orgullo y la promesa de mantener viva su cultura.