HIDROELÉCTRICAS; barreras contra la vida
Impacto de las hidroeléctricas del Rio Madera en Brasil sobre comunidades bolivianas
El majestuoso río Madera, que nace en el departamento del Beni, en la confluencia de los ríos Mamoré e Iténez y atraviesa el departamento de Pando para continuar su camino por Brasil y desembocar en el río Amazonas, tiene características especiales por su alto contenido de sedimento, su riqueza ictiológica, y elevado contenido de mercurio (en comparación a ríos de otras cuencas) por la naturaleza de los suelos amazónicos que son lavados por las lluvias monzónicas.
Hace más de 5 años el rio Madera ha sido represado por dos construcciones sobre territorio brasileño; la hidroeléctrica de Jirao (a unos 80 km de la frontera con Bolivia) y Santo Antonio (a unos 190 Km), en cada una de ellas existe un “modo amigable” de dar paso a los peces, pero no siempre resulta eficiente.
En la actualidad hay una serie de investigaciones que reflejan los diferentes impactos negativos que las hidroeléctricas causan al medio ambiente y a las comunidades referidas a estas hidroelectricas: Crónicas de una extinción anunciada (referida al pez dorado, escrito por Paul Van Damme y un equipo de expertos, elaborada dentro de FAUNAGUA), Bajo el caudal: El impacto de las represas del río Madera en Bolivia (escrita por Jorge Molina y un grupo de expertos dentro del FOBOMADE) y otros de gran interés que son accesibles en la red.
Una de las muestras de estos impactos es la disminución paulatina de peces, la siguiente gráfica muestra cómo en pocos años la disminución de un pez migratorio endémico amazónico, muy conocido por su piel metálica dorada; ha disminuido en más del 93%:
Por si fuera poco, con los impactos de estas dos hidroeléctricas, dentro del proyecto IIRSA se tiene contemplado la construcción de dos hidroeléctricas más, y en territorio boliviano, una en Cachuela Esperanza (Beni) y otra en Cachuela Riberao (frontera con Brasil en Pando). De llevarse a cabo, más de 150 comunidades bolivianas estarían siendo afectadas.
Ambos países albergan comunidades indígenas y tradicionales sobre las orillas de estos ríos (Madera y Beni), que han venido sintiendo los efectos desde su puesta en marcha entre 2008 y 2016. Cachuela Mamoré, Puerto Consuelo I y II, Cachuela Esperanza, Villa bella, son algunas de las comunidades en las que se pudo comprobar los impactos referidos a modos de vida, costumbres e ingresos económicos.
El mayor impacto ha sido sobre la actividad pesquera, ya que las localidades ribereñas sientan su economía a través de esta actividad, combinándola con otras actividades como la zafra de castaña, el garimpo (termino que usan para referirse a la minería en baja escala de manera informal), y la agricultura.
Entre los impactos a las comunidades también se encuentra la desintegración de familias, porque muchos hijos de pescadores al llegar a los 18 años dejan su hogar para buscar fuentes de trabajo más rentables en los centros poblados.
Dentro de todo esto hay que mencionar también a las comunidades indígenas que son las más afectadas, muchas de ellas desconocen por completo lo que está pasando fuera de su territorio y no tienen conocimiento de las estrategias o herramientas de lucha para hacer frente a grandes infraestructuras, que de paso están alentadas por las mismas autoridades del lugar o de más amplio alcance.
Los impactos proyectados por una posible construcción en Cachuela Esperanza y Cachuela Riberao, van más allá de lo económico y cultural, porque de llegarse a consolidar generaría cambios en la dinámica social como prostitución, tráfico de personas, alcoholismo, drogadicción, etc. debido a la presencia de grupos y actores sociales externos. La generación de nuevos asentamientos en sectores más altos, por la reubicación de comunidades enteras que viven a la orilla cercanas a las construcciones, y como una consecuencia secundaria, debido a que la tierra en las alturas no son fértiles, muchos agricultores deberán cambiar su forma de trabajo, como en Cachuela Mamoré donde cada día el comunario debe caminar una hora para llegar a las tierras de cultivos generando una consecuencia terciaria porque deben pasar menos tiempo en el hogar causando dificultades en las relaciones intrafamiliares, o en el peor de los casos cambiar de modo de vida e ir a la ciudad para trabajar de lo que se pueda llevando consigo a toda la familia, de esta manera mermando los integrantes de la comunidad, y como una consecuencia gravísima la disgregación total de la comunidad.