LA HEMORRAGIA SE LLEVA LA VIDA DE MUJERES
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La idiosincrasia y la falta de acceso a la salud, factores que no frenan la mortalidad materna

Una madre sostiene la mano de su bebé recién nacido. Foto: internet

Frases como: “a mí me ha atendido el parto mi abuela y ahora quiero yo atenderle a mi hija” o “le voy a preguntar a mi marido si me debo hacer el control prenatal” están todavía muy arraigadas en las mujeres bolivianas, haciendo denotar que otras personas tienen que tomar la decisión en las que se encuentran en estado de gestación.

A esta problemática se suma la falta de acceso a los servicios de salud, especialmente en las áreas rurales, cuando las gestantes atraviesan por un cuadro crítico por algún tipo de complicación, influye a que las mujeres en el país mueran antes, durante o después del parto.

El no contar con un centro de salud cercano en los lugares más alejados de las ciudades capitales para atender a las mujeres en los controles de salud pre natal continúa pese a los diferentes programas y normativas que se implementaron en pasadas gestiones.

Pero el problema de la idiosincrasia en Bolivia data desde hace décadas y, a pesar de que pasaron los años, estas “costumbres” todavía se mantienen vigentes privando así a las futuras madres a contar con las atenciones necesarias para que puedan tener a sus bebés sin ningún tipo de complicación o enfermedad.   

En el país hay 3.870 establecimientos de salud, de los cuales, 2.684 están instalados en el área rural y 1.186 en el área urbana, según el Sistema Nacional de Información en Salud (SNIS) del Ministerio de Salud y Deportes, publicado en el libro Análisis institucional y financiero de la política de seguridad social en la prestación de servicios de salud, de UNITAS.

Si bien la cantidad de centros se duplica en el área rural a comparación de la urbana, la estrategia para llegar a las mujeres no es la suficiente. Factores culturales y de una mejora en la llegada de los profesionales a los habitantes de lugares alejados sigue siendo obstáculos que superar.

 

 

La mayor cantidad de pacientes que corre riego su vida en estado gestación sigue siendo por hemorragia y trastornos hipertensivos como la presión alta. La edad –ya sea entre los 11 años y 19 años o por encima de los 35 años– también es otro de los factores que influyen en la mortalidad materna.  

Sin embargo, de todas estas, la hemorragia es la que más vidas se ha llevado. Datos del Estudio Nacional de Mortalidad Materna, difundo en 2016, señaló que en 2011 el 59% de las muertes maternas de forma directa es por hemorragia, el 19% por hipertensión, 13% aborto y el 7% por infecciones.

En el mismo informe establece que un total de 538 mujeres murieron a consecuencia de complicaciones durante el embarazo, parto y pos parto. “Una significativa mayoría de estas muertes eras evitables”, añade.

El jefe de la Unidad de Obstetricia del Hospital de la Mujer, Daniel Cárdenas, coincide con aquel estudio en sentido a que la mortalidad materna puede prevenirse y tratarse si se detecta a tiempo mediante el control prenatal en los tres primeros meses del embarazo.

“El problema que sigue habiendo es por la idiosincrasia de la mujer en el área de rural, es un factor que no le permite hacer un control prenatal, tiene ciertas restricciones sociales o de su comunidad”, cuestiona.

Y ante esa situación acuden a las parteras quienes no cuentan con los implementos necesarios para atender complicaciones que puedan tener las mujeres. El riesgo de no ser atendidas en un centro de salud desencadena en la muerte.

Esta problemática de las localidades alejadas del departamento de La Paz se replica en poblaciones rurales de Potosí, Beni y el trópico de Cochabamba, donde la falta de nosocomios o la lejanía de estos para llegar, provoca que las mujeres mueran en pleno camino mientras se trasladan.

“Una mujer que está cursando una situación de embarazo que está en una comunidad rural a tres horas de la ciudad y solo cuenta con una posta o un centro de salud básico, si se complica, ¿qué pasa? El hecho de salir de la comunidad, hasta que le atiendan en el centro de salud, sabe Dios si le van a atender de emergencia”, se lamenta el coordinador nacional de Proyectos de Marie Stopes International Bolivia, Cristiam Espíndola.

Para el viceministro de Gestión del Sistema Sanitario, Álvaro Terrazas, es un reto fundamental el avanzar de mejor manera en disminuir la mortalidad materna debido a que todavía se presentan cifras elevadas, pese a los esfuerzos que se realizan en materia de salud, se relaciona más a aspectos culturales.   

Durante la gestión 2020 hubo 179 casos registrados, mientras que en 2021, fueron en total 144, según la autoridad, con base en el SNIS. Con las políticas implementadas en Bolivia, los índices habrían bajado los decesos con complicación, pero sigue habiendo, especialmente en áreas alejadas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que la mortalidad materna es “inaceptablemente alta”. Solo en 2020, unas 287.000 mujeres murieron durante o tras el embarazo o el parto. Es decir, el 95% de todas las muertes maternas de ese año se produjeron en países de ingresos bajos y medianos bajos, y la mayoría podrían haberse evitado.

El organismo considera “vital” prevenir los embarazos imprevistos. En ese sentido aseguró que todas las mujeres, incluidas las adolescentes, necesitan tener acceso a métodos anticonceptivos, a servicios para someterse a abortos en condiciones de seguridad y dentro de los límites de lo previsto por la ley y a una atención después del aborto de calidad.

“En Marie Stopes International promovemos los servicios de anticoncepción, fundamentalmente, para las mujeres porque se ha demostrado que y existe evidencia a nivel regional, donde, a mayor acceso de métodos de anticoncepción se puede contribuir a reducir más del 45% de las muertes maternas”, sostiene Espíndola.

Las mujeres que quedan embarazadas tienen que realizarse el control prenatal en los tres primeros meses del embarazo para poder prevenir o tratar cualquier tipo de complicación. Sin embargo, debido a que en las áreas rurales no se tiene la costumbre de que deban acudir a realizarse los controles respectivos, en un centro de salud, el panorama no cambia.

 

 

Un estudio del CIES Salud Sexual Salud y Reproductiva denominado “La insurrección de los saberes” de 2020, determinó que en la cultura aymara se concibe al embarazo como una “enfermedad” y que las mujeres desarrollan sus actividades cotidianas como parte de sus roles de género con normalidad hasta etapas avanzadas del embarazo.

Aunque existen casos se les pide a las mujeres que disminuyan la intensidad de sus actividades por su condición, son objeto de “presiones” para que no las descuiden debido a que no es “bien visto” que una mujer sea sedentaria o como se las llaman “flojas”.

“Se piensa que, si la mujer no se mueve o no trabaja durante todas las etapas de su vida, pero sobre todo en el embarazo, el niño/a será flojo en su vida; es decir, que esta condición será transmitida en el embarazo por la madre”, añade parte del estudio.

“Entonces, el tema del machismo es fuerte. El hombre se cree propietario de la vida y del cuerpo de las mujeres”, añade el representante de Marie Stopes International Bolivia a tiempo de recordar una anécdota en Ocurí, Potosí, donde las mujeres se iban a ser atender con mujeres médicos, pero si era hombre, no le dejaban sus parejas.

Para el profesional del Hospital de la Mujer, el embarazo no solo se lo puede manejar desde el aspecto médico, tiene mucho que ver con la parte social, psicológica y educativa que son las falencias actuales que atraviesa la sociedad.

Solo de esa manera se podrá revertir el pensamiento de la mujer en el área rural y poder, de esa manera, que logren tener el parto en un centro de salud adecuado y ya no sus casas, con las denominadas “parteras”. “Eso tiene que fortalecer, el impacto de salud en Bolivia y así prevenimos la alta incidencia de muerte en Bolivia”, añade.

Espíndola sostiene que las “cargas sociales” que se vienen arrastrando y la falta de la Educación Integral en Sexualidad (EIS) –que abordan diferentes dimensiones, no solo de lo reproductivo, sino la forma de las relaciones de pareja, entre otros– desde la etapa escolar hacen que frene la mortalidad materna.

El rol que juegan las actuales autoridades con programas de salud mayor impacto y de llegada a los lugares alejados del país son fundamentales para que en los próximos años, la situación pueda cambiar y que en el país puedan disminuir los casos de muerte materna.         

//Por: Ángel Guarachi Coyo