LUTO EN EL TEATRO
Título: 

Juanito Muñoz, el alma que habitaba entre bambalinas

Iván Ramos - Periodismo que Cuenta

El teatro 3 de Febrero ya no suena igual. Sus puertas, que durante décadas se abrían con la puntualidad y la pasión de Juanito Muñoz, permanecen ahora un poco más pesadas, como si les costara aceptar la ausencia de quien fuera su guardián y alma silenciosa.

A Juanito se lo conocía simplemente como “JM”, las iniciales que firmaban sus crónicas de carnaval, escritas con la precisión de un cronista y la picardía de un comparsero. En esas líneas, las comparsas tradicionales desfilaban de cuerpo entero, retratadas con la memoria de alguien que conocía no solo sus trajes y pasos, sino también el espíritu que las animaba.

Pero Juanito no se quedaba en la escritura. Abría las puertas del teatro, organizaba los carteles, ayudaba en el montaje de las obras y, en silencio, se aseguraba de que las luces y las sombras convivieran en armonía. Era, al mismo tiempo, espectador privilegiado y trabajador incansable; un personaje entrañable que nunca buscó el protagonismo en escena, porque ya lo tenía en la vida cotidiana del teatro.

Hoy, quienes lo conocieron aseguran que todavía se puede escuchar su trajín entre carteles, desde la plaza hasta las bambalinas, ese ir y venir que era parte del ritual antes de cada estreno. Era un “recogedor de bambalinas”, como lo llaman algunos artistas, pero en realidad fue mucho más: era el alma discreta que hacía posible la magia.

Ahora, las caretas colgadas en los muros del 3 de Febrero parecen mirar con tristeza. Los artistas sienten el vacío de su ausencia y reconocen que están en deuda con Juanito. Un homenaje, dicen, no alcanzaría para saldar los años de dedicación puntillosa, de trabajo invisible y, al mismo tiempo, esencial.

Porque el teatro no solo se levanta con actores y directores, sino también con personajes como Juanito, esos que no figuran en los programas, pero que hacen que el telón pueda abrirse.

Y en cada función, cuando las luces se encienden, la sombra de Juanito Muñoz sigue allí, entre bambalinas, velando por su teatro.