INICIATIVA
Título: 

Estudiantes del colegio Don Bosco llevan el mensaje contra la violencia al corazón de Sucre

Iván Ramos - Periodismo que Cuenta

Llegaron temprano. El suelo se convertía en una mesa improvisada donde Laurent, Milena, Franz y Génesis trabajaban en un cartel que denunciaba la violencia laboral. Entre risas y debates, se preparaban para su primera experiencia en una feria fuera del colegio, rompiendo barreras y acercándose a la comunidad con la determinación de hacer oír su voz.

Los estudiantes de secundaria del Colegio Don Bosco, en el turno de la mañana, estaban allí para explicar las raíces de un problema que afecta a la sociedad: las consecuencias de no establecer un diálogo y cómo el cierre del puño puede desembocar en violencia, a menudo incontrolable. 

Ciberbullying, acoso, violencia infantil, social, religiosa, económica, racial, laboral, hacia las personas mayores, violencia intrafamiliar, política, sexual, bullying, grooming, y la violencia simbólica, mediática y psicológica resonaban en sus voces como un claro llamado a la acción.

Frente al Palacio de Justicia de Bolivia, la máxima instancia del país, sus voces se alzaban como un eco en el vacío: “Es tiempo de parar”.

Raúl Pozo Tejerina, director académico del Don Bosco, enfatizó la importancia de aprender en la vía pública. “Reflexionar sobre el origen y las causas de la violencia y cómo prevenirla nos motiva a salir a la calle. La violencia se incrementa y debemos aportar para frenarla”, expresó con firmeza.

Mientras tanto, Micaela, Cecilia y Fernanda esforzaban por atraer la atención de sus compañeros, resaltando que la falta de comunicación puede desatar ira, enojo y, en última instancia, odio en la sociedad. “¿Cómo pueden los propios estudiantes luchar contra el bullying?” se preguntaban, y respondían que no se debe reír de la burla de otros ni rebajar a la humillación a sus compañeros.

La profesora Norian Campos, docente de biología, observó con admiración la habilidad de los estudiantes para explicar qué es la violencia, criticando cómo se manifiesta en la manera en que nos vestimos y en el acoso que sufren en las redes sociales. Los estudiantes estaban exponiendo tesis complejas en palabras sencillas.

Raquel y Desiré, en sus respectivos stands, realizaban dinámicas lúdicas para explicar la violencia política, que afecta en particular a las mujeres, y la violencia psicológica, que, aunque no deja huellas visibles, marca profundamente el corazón de quienes la sufren, disminuyéndolos hasta dejarlos sin opciones.

El caso de Juana Quispe Apaza, una líder aimara y la primera mujer elegida concejala por el municipio de Ancoraimes, se convirtió en un claro ejemplo de violencia política. Su asesinato en marzo de 2012 fue un hecho representativo a nivel nacional e internacional, que impulsó la aprobación de una ley contra el acoso y la violencia política en Bolivia.

José Luis Jancko, profesor de artes plásticas, destacó el valor del Proyecto Socio Productivo, que busca vincular la escuela con la sociedad. “Es fundamental una educación más humana y social; salir a la plaza, a la calle”, afirmó. 

El profesor Ignacio Escobar, de matemáticas, agregó: “Este tipo de iniciativas nos muestran que la educación no se limita al aula. Aprendemos tanto de los libros como de las experiencias vividas en la comunidad”.

Cecilia y Fernanda, desde sus lugares, estaban empeñadas en darle un toque dinámico a la feria, atrapando a los jóvenes en conversaciones y diálogos sobre la violencia laboral, mediática o religiosa. Para los padres de familia, esta era una experiencia reveladora: ver a sus hijos salir del colegio y tomar contacto con el público. “Es un paso importante”, comentó Gloria Torres, presidenta de los padres de familia del colegio salesiano Don Bosco de Sucre.

Estefano y Ángela, estudiantes de quinto de secundaria, señalaron que los adultos mayores son quienes más sufren violencia por su edad, cuando aún pueden ofrecer valiosos testimonios de vida y experiencia. “No es justo que terminen su paso por la vida discriminados y violentados”, expresaron con vehemencia.

Bolivia enfrenta una crisis alarmante de violencia de género, con cifras que estremecen cada año: más de 100 feminicidios anuales, cada uno más brutal que el anterior, según datos oficiales. Las escenas de dolor se multiplican, y los actos de violencia hacia las mujeres alcanzan dimensiones atroces, con métodos y agresiones cada vez más extremos. 

Este mismo escenario, frente al Palacio de Justicia y la Fiscalía Departamental de Sucre, es donde llegan anualmente miles de denuncias de violencia, muchas de ellas relacionadas con violencia de género. "Ya es demasiado. Es tiempo de parar", insistían los estudiantes, convirtiendo su mensaje en un pedido de justicia y un cambio urgente en la sociedad.

De la feria al festival, Keyla, Zulan, Paola, Jhoan, Diogo, Carol y sus compañeros organizaron una cueca, un bailecito que selló un día memorable para estudiantes, directores, profesores y padres de familia, porque salieron a la calle a luchar contra un mal que está destruyendo la sociedad.

A media mañana, los padres ofrecieron un refrigerio que iba en sintonía con la temática: sándwiches contra la violencia, con salsa de tolerancia, aderezos de ternura, acompañados de refresco de diálogo. Así, todo quedó en armonía, en un día donde la comunidad se unió en la lucha por un futuro sin violencia, sembrando esperanza en cada corazón presente.