CRISIS ENERGÉTICA
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Según analista, el consumo de gas supera por primera vez a las exportaciones

El modelo energético boliviano enfrenta una presión sin precedentes: el consumo interno de gas natural ha superado a las exportaciones por primera vez en décadas. Así lo advirtió Fernando Rodríguez Calvo, experto en gas, energía e hidrocarburos, en entrevista exclusiva con el 1.2.3 Periodismo Que Cuenta.

Con la llegada del invierno y la disminución de lluvias, la generación hidroeléctrica entra en declive, y el país depende cada vez más de las termoeléctricas, que operan con gas natural. “Generalmente en invierno empezamos a subir el consumo de gas.

Al bajar la producción hidroeléctrica, tenemos que generar más electricidad con termoeléctricas. Y ese gas, simplemente, ya no lo tenemos en las cantidades que antes”, explica Rodríguez.

UN SISTEMA CADA VEZ MÁS DEPENDIENTES DEL GAS

Actualmente, Bolivia genera alrededor de 1.592 megavatios (MW) en horas pico, de los cuales un 66% proviene de termoeléctricas (1.084 MW).

La generación hidroeléctrica aporta 449 MW, mientras que fuentes renovables como la solar y eólica suman menos del 4%: 50 MW y 3 MW respectivamente. La biomasa contribuye con poco más de 50 MW mediante el uso de bagazo.

El problema, destaca Rodríguez, es que el 65% del gas consumido en el país se destina a la generación eléctrica. Eso representa un uso de 8 millones de metros cúbicos diarios solo para este fin, dentro de un consumo total interno de 12,72 millones de metros cúbicos por día. En contraste, Bolivia exporta actualmente apenas 11,54 millones de metros cúbicos diarios al Brasil, su único cliente externo.

LA PARADOJA DE UNA CAPACIDAD INSTALADA OCIOSA

En términos de capacidad, Bolivia podría generar hasta 3.000 MW en plantas térmicas, muchas de ellas equipadas con motores de alta tecnología como Rolls-Royce. Sin embargo, parte de esa capacidad está subutilizada. “Hay motores guardados, sin uso, porque simplemente no hay gas disponible para hacerlos funcionar”, advierte el especialista.

La capacidad instalada de las hidroeléctricas asciende a 734 MW, aunque actualmente solo se produce alrededor del 61% de esa cifra. La energía solar, con una capacidad de 150 MW, solo aporta 50 MW por la intermitencia natural de su fuente. La generación eólica, por su parte, se mantiene en apenas 3 MW.

UN FUTURO INCIERTO

La situación, según Rodríguez, tiende a empeorar: el consumo interno continuará creciendo, mientras las exportaciones disminuirán por falta de excedentes. “Si no encontramos nuevas reservas, Bolivia puede volverse un país energéticamente inviable. No habrá gas suficiente para mover la economía, la industria, el transporte ni la agroindustria”, advierte con contundencia.

BUENAS NOTICIAS EN INVERSIONES

Las inversiones en exploración han comenzado a reactivarse. En Chuquisaca, el pozo Yapucaiti avanza con una inversión de 90 millones de dólares, con una perforación prevista de 6.250 metros.

En el área de Iñau, también en el sur del país, se perforan hasta los 5.250 metros, con una inversión cercana a 80 millones. Adicionalmente, se desarrollan proyectos en Charagua (Santa Cruz) y otros pozos menores en distintos departamentos.

EL PROBLEMA DEL PRECIO

A esta compleja ecuación se suma el desequilibrio de precios: mientras Brasil paga 7,26 dólares por millar de metros cúbicos de gas, el mercado interno lo adquiere a solo 1,13 dólares, lo que hace inviable para el Estado priorizar el consumo doméstico sin subsidios.

“El modelo está agotado. Exportamos menos, consumimos más y no encontramos reservas nuevas con la urgencia necesaria. Estamos ante un desafío estructural que define el futuro energético del país”, concluye Rodríguez.