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Gobierno invirtió 820 millones en fábricas de alimentos en Chuquisaca; alertan sobre el fantasma del elefante blanco

La planta de rendering en la capital. Foto: Municipio de Sucre.

En los últimos años, Chuquisaca se ha convertido en el epicentro de uno de los programas de industrialización más ambiciosos del país. Con una inversión que supera los 820 millones de bolivianos, el departamento concentra una cartera de plantas transformadoras de alimentos e industrias conexas que, según las autoridades nacionales, están llamadas a diversificar la economía y sustituir importaciones.

El desafío, sin embargo, es mayúsculo: que estas infraestructuras no se conviertan en “elefantes blancos”.


LAS PLANTAS DE CHUQUISACA: UNA INVERSIÓN MILLONARIA

La red de proyectos distribuidos en municipios grandes y pequeños del departamento es amplia y variada:

  • Villa Charcas: Planta de semillas de papa – 2,9 millones de Bs.
  • Incahuasi: Centro de transformación de ají – 7,33 millones de Bs.
  • Monteagudo: Planta de balanceado de maíz – 17,43 millones de Bs.
  • San Lucas: Planta de transformación de durazno – 14,2 millones de Bs.
  • Azurduy: Centro de derivados de manzana – 9 millones de Bs.
  • Sopachuy: Procesadora de carne – 4,6 millones de Bs.
  • El Villar: Planta de alimentos balanceados – 6,2 millones de Bs.
  • Huacareta: Complejo de transformación de cítricos – 9,1 millones de Bs.
  • Las Carreras: Procesadora de hortalizas – 12,3 millones de Bs.
  • Macharetí: Procesadora de productos cárnicos – 5,3 millones de Bs.
  • Mojocoya: Centro de beneficiado de trigo – 5,4 millones de Bs.
  • Poroma: Planta de miel – 4,2 millones de Bs.
  • Presto: Planta de acopio y transformación de chirimoya y durazno – 9,4 millones de Bs.
  • Culpina: Vivero frutícola – 4,3 millones de Bs.
  • Sucre: Planta de rendering (subproductos cárnicos) – 20,7 millones de Bs.
  • Yamparáez: Transformación de granos y cereales – 15,1 millones de Bs.

A estos proyectos se suman inversiones de mayor envergadura, todas en fase de implementación:

  • Planta procesadora de papa en Incahuasi: 161,9 millones de Bs.
  • Industria de Productos del Chaco en Monteagudo: 141,1 millones de Bs.
  • Planta de industrialización de frutas de Los Cintis: 77 millones de Bs.
  • Ampliación de la Planta de Envases de Vidrio en Zudañez: 260,7 millones de Bs.
  • Planta de alimentos balanceados (pollo, cerdo y pescado): 11,06 millones de Bs.

EL RIESGO DE LA INSOSTENIBILIDAD

El problema no es la inversión, sino la sostenibilidad. El exsecretario de Desarrollo Productivo de la Gobernación de Chuquisaca, Félix Almendras, advierte que la mayoría de estas plantas están sobredimensionadas y carecen de un plan integral que garantice su funcionamiento:

“Primero se debe mejorar el volumen y luego la calidad. Hemos pensado en plantas transformadoras y no en qué vamos a transformar”, señaló.

La planta de chirimoya en Presto es un ejemplo preocupante. Fue diseñada para procesar 2.000 toneladas anuales, pero la producción de toda la zona apenas alcanza 10 toneladas al año. La brecha condena la infraestructura a la subutilización y refuerza la idea del “elefante blanco”.

Otro obstáculo es la administración. Muchas de estas plantas quedarán bajo la responsabilidad de los municipios, cuyos presupuestos son limitados y, en plena crisis económica, apenas alcanzan para gastos básicos de funcionamiento. Sin logística, sin técnicos especializados y sin materia prima suficiente, el riesgo de paralización aumenta.

LA MIRADA DEL SECTOR PRIVADO

Desde el ámbito empresarial, las preocupaciones van más allá de la gestión. Para Ernesto Poppe, presidente de la Federación de Empresarios Privados de Chuquisaca, el problema radica en el enfoque mismo del modelo estatal de industrialización. “En criterio personal, el Estado no debe ser un competidor en actividades que le competen al empresario. Su rol debe ser generar condiciones para que el emprendedor produzca, innove y genere empleo”, sostiene.

Poppe considera que el Estado puede intervenir en sectores estratégicos, pero advierte que muchas empresas públicas, lejos de dinamizar la economía, están generando déficit. “Hay ejemplos como la Empresa Nacional de la Construcción, que fue equipada con todo, pero hoy no se sabe dónde está. En lugar de crear riqueza, algunas empresas están generando pobreza”, señala.

Para el dirigente empresarial, la base del desarrollo está en el sector privado, responsable de la mayor parte del empleo formal del país. “Tenemos que garantizar seguridad jurídica y condiciones estables para que la empresa privada crezca. La mayor cantidad de fuentes laborales la genera el privado, no el Estado”, enfatiza.

Poppe también observa que los proyectos industriales carecen de una planificación productiva integral. “No se ve un plan de inversión que considere energía, agua, materia prima, transporte o mercado. Si no se toman en cuenta estos factores, las empresas fracasarán y el dinero de los bolivianos se va a diluir”, advierte.

PRESUPUESTO EN CAÍDA Y TENSIONES POLÍTICAS

El presupuesto departamental también es parte del problema. Chuquisaca destinaba alrededor de 350 millones de bolivianos para el funcionamiento total, pero para 2026 apenas contará con 310 millones, mientras sus competencias siguen aumentando.

En este contexto, los próximos administradores departamentales, Roberto Castro, presidente de la Cámara de Diputados (PDC) y Jhon Cava (LIBRE) — electoral—, ya habían anunciado que evaluarán la viabilidad de las plantas y no descartan cerrarlas si representan más déficit que oportunidades.

LA VISIÓN DEL GOBIERNO CENTRAL

En contrapartida, el Gobierno nacional del MAS, defendió la industrialización como el sello de la gestión de Luis Arce. El exministro de Economía, Marcelo Montenegro, lo ha reiterado en múltiples ocasiones:

“Lo que distingue al Gobierno del presidente Luis Arce es la industrialización con sustitución de importaciones y una base productiva diversificada, no solo en lo agropecuario, sino también en minería, hidrocarburos, manufacturas e industria de servicios.”

A nivel nacional, se contabilizan más de 170 plantas industriales en implementación, con una inversión que supera los 3.500 millones de dólares.

EL DILEMA: OPORTUNIDAD O FRACASO

Con más de 820 millones de bolivianos invertidos solo en Chuquisaca, la pregunta es inevitable: ¿serán estas plantas motoras de desarrollo regional o depósitos vacíos de un sueño inconcluso?

La respuesta dependerá de la capacidad de articular producción agrícola, tecnología, gestión municipal y privada. Sin materia prima ni programas productivos a largo plazo, la industrialización corre el riesgo de quedar en los papeles. Con un enfoque integral y una alianza real entre el Estado y los emprendedores, podría convertirse en la palanca que cambie la matriz productiva del departamento y del país.