Peor que el Coronavirus

Por: Jimena Costa Benavides

Han pasado casi cuarenta años del establecimiento de la democracia en 1982 después de casi dos décadas de dictaduras militares que asaltaron el Estado Botín sin fiscalización alguna -al que cuestionaba le disparaban previa tortura-, sin transparencia alguna, menos rendición de cuentas. Un incipiente sistema de partidos se hizo cargo de la mediación y la representación política ¿Mejores que las dictaduras? Claro. Buscaban construir instituciones democráticas. 

Pero en muchos ámbitos repitieron las prácticas de los antiguos “Dueños del País y del Estado”: nepotismo; tráfico de influencias; uso indebido de bienes del Estado; abuso de poder; uso de recursos públicos para beneficio privado; reparto de cargos públicos y otras formas de corrupción pública con prebendalismo, clientelismo y padrinazgo.

Ese sistema de partidos políticos -MNR, ADN, MIR, UCS, CONDEPA y luego NFR-, con grave déficit de mediación y con severas limitaciones en su representatividad, implementó diversas reformas para consolidar el régimen democrático -incorporación de escaños uninominales; creación de la Defensoría del Pueblo; desmonopolización partidaria; introducción del referéndum e iniciativa legislativa ciudadana; entre otros-, pero nunca aprobaron una Ley de  Acceso a la Información Pública y sus allegados se beneficiaron de los contratos del Estado. Se turnaron en el poder a través de alianzas espurias porque no buscaban el interés general sino el interés particular, el de sus propios bolsillos. Entonces todo el país renegó de la “Democracia Pactada” porque los pactos eran “pasanaku”.

La Mega fue el acabose y el desastre posibilitó que el 2005, el Movimiento al Socialismo (MAS) en alianza con el Movimiento Sin Miedo (MSM) ganara las elecciones presidenciales con un discurso contra el viejo y decadente sistema de partidos que asaltó el Estado Botín. 

Escuchamos consignas que van del “Estamos Cabreados” a la Ley “Marcelo Quiroga Santa Cruz” contra la corrupción. Al cabo de los años, las incontables denuncias de corrupción muestran que el proceso de cambio era para pasar del abuso de los recursos y bienes públicos por varios partidos a través de pactos al abuso de los recursos y bienes públicos por un solo partido con sus “movimientos sociales”. Fue un proceso de democratización de la corrupción que antes era monopolio partidario para ampliarlo a dirigentes políticos y sociales de toda laya. 

Nuevamente las odiosas practicas con añadidos como la “Democracia de los Pueblos” con viajes pagados por el Estado; proyectos del Fondo Indígena, etc. etc. La “Revolución Democrática” en realidad era el asalto al Estado Botín por otra elite con la misma angurria que las anteriores. Después de catorce años, en los que además vimos un proceso autoritario populista con un caudillo presentado como el Estado mismo y si él se va el sol se esconde y la luna se escapa y es “Dueño del País y el Estado” … lo que dejaron fue el deseo de recuperación de la democracia.

Por sucesión constitucional o dicho más claramente por chiripazo, el Movimiento Demócrata Social (MDS) llegó al gobierno central apropiándose de la lucha callejera de los “pititas” que ni bola le dio al MDS ni conocían a Añez  ¿Mejores que los masistas? Claro. Pero ya van denuncias de corrupción en seis ministerios y las últimas denuncias en la compra de respiradores para la atención de los enfermos con coronavirus muestra que rotan elites, cambian caras, partidos y siglas, pero las prácticas al interior del Estado siguen intactas. El asalto al Estado Botín es la constante. Son masistas verdes.

Cuando mandan a recoger a sus amigos en aviones del Estado y la Presidente “da la orden” o “ha decidido” hacer esto o aquello, me recuerdan al MAS, también a las dictaduras y al viejo y cuestionado sistema “tradicional” de partidos. Neoliberales, socialistas, izquierda, derecha, indios, mestizos, cambas, collas … todos al asalto. Y si bien en todos los periodos hay contadas y muy valiosas excepciones, la constante es el peor virus de todos: la corrupción … y no hay vacuna. La única revolución urgente es la Revolución Ética.